Zhaparov reprime a los que se oponen al intercambio de territorios con Uzbekistán

de Vladimir Rozanskij

Protestas por la cesión del embalse de Kempir-Abad a los uzbekos. El presidente kirguiso quiere cerrar un frente para concentrarse en el conflicto fronterizo con Tayikistán. Los activistas le acusan de utilizar la carta nacionalista para silenciar a los opositores. Los que denuncian casos de corrupción también están en el punto de mira.

Moscú (AsiaNews) - La cesión a Uzbekistán del estratégico embalse de Kempir-Abad, cerca de Osh, ha motivado numerosas protestas en Kirguistán durante el último mes. Como consecuencia, se ha generado un clima muy tenso que parecía superado en un país que siempre ha estado marcado por distintas turbulencias sociales. El presidente Sadyr Zhaparov quiere poner freno a los impulsos nacionalistas -los mismos que lo llevaron a la cima del poder en enero de 2021- con métodos aún más radicales que los de sus predecesores.

La persecución de los activistas que se oponen a la cesión de territorios fronterizos se está transformando en una campaña de opresión de los opositores políticos y de la prensa libre. Con ello se corre el riesgo de sumir a la sociedad kirguisa nuevamente en el caos. En las últimas semanas, las autoridades arrestaron a 26 personas, que permanecerán en prisión durante al menos dos meses, y atacaron a varios medios de comunicación.

Estas medidas desencadenaron una gran manifestación de protesta, el 24 de octubre, en Biskek y Osh, para exigir la liberación de los presos políticos y la libertad de expresión de los periodistas, así como para esclarecer el acuerdo Kempir-Abad.

En diálogo con Azattyk, un colaborador del Fondo Carnegie, Temur Umarov, confirma que "Kirguistán se está convirtiendo en un país cada vez más autoritario, y todas las decisiones de Zhaparov, tanto en política interior como exterior, parecen tener como único objetivo reforzar su poder al máximo". Incluso el acuerdo fronterizo con Uzbekistán, anunciado a principios de octubre, es una carta escandalosa en manos del presidente, considerando que él mismo pasó tres años en prisión antes de convertirse en el ídolo de las multitudes.

Los partidarios de Zhaparov lo llevaron a la cumbre del poder apoyándose en dos reivindicaciones fundamentales: el derecho a la propiedad de la tierra y la oposición a las reclamaciones extranjeras sobre los recursos de Kirguistán. Por otra parte, el acuerdo firmado el 3 de noviembre con los uzbekos pretendía garantizar la normalización de las relaciones con Taskent. En el marco del conflicto fronterizo con Tayikistán, ahora se trata de conciliar esta exigencia con las protestas populares.

El gobierno insiste en defender el acuerdo, alegando que en realidad es muy ventajoso para Kirguistán, que a cambio de la cuenca obtiene 15 mil kilómetros cuadrados de territorio hasta ahora controlado por los uzbekos. Las aguas de Kempir-Abad se gestionarán conjuntamente y ambos países tendrán acceso a los recursos hídricos para fines agrícolas y sociales.

La prensa sigue exigiendo la publicación de todos los documentos, y arremete contra el principal colaborador del presidente, el jefe del Comité de Seguridad Nacional (GKNB) Kamchybek Tashiyev, responsable de la gestión de toda la operación, que resulta poco transparente.

El conflicto social se agrava a medida que se agudiza la crisis económica, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania y las crecientes tensiones con Moscú -en parte, como consecuencia del conflicto con Tayikistán en septiembre, que dejó unas cien víctimas.

Zhaparov se enarboló como defensor de la soberanía kirguisa, logrando un consenso de algo menos del 80%, y con ello creyó que podría actuar de forma cada vez menos escrupulosa y autoritaria. Sin embargo, ahora se percibe cada vez más la dificultad del presidente para afrontar todos los desafíos juntos, como observan muchos comentaristas. En este sentido, también recuerdan los escándalos relacionados con el destino de los beneficios de la mina de oro de Kumtor. Un tribunal ha exonerado recientemente al periodista Bolot Temirov, quien fue detenido en enero tras acusar a Tashiyev de repartir entre su familia el dinero de los contratos estatales y acusar al GKNB de difundir informes falsos. Ahora la Fiscalía General ha interpuesto un recurso contra el tribunal, y el asunto corre el riesgo de convertirse en una nueva trampa para el propio Zhaparov