Votación en Filipinas: “preocupación” por la eventual victoria de Duterte

Las sedes electorales abrieron sus puertas esta mañana, y hasta ahora, sólo hubo un episodio de violencia. El intendente de Davao, que muchos definen como un “nuevo dictador”, aún encabeza los sondeos. Superior regional del PIME: “Si gana, se corre el riesgo de volver a la ley marcial. Si pierde, podrían darse enfrentamientos muy violentos”. La promesa de resolver el problema de la seguridad en seis meses “es mero populismo”.

Manila (AsiaNews) – Son las últimas horas disponibles para los 54 millones de filipinos, llamados a elegir al próximo presidente, así como para los candidatos que habrán de ocupar otros 18.000 sillones. A partir de esta mañana, las sedes electorales se abrieron en toda la ciudad, y una multitud acudió a las urnas de manera pacífica. “Por ahora la situación parece estar tranquila, al menos en apariencia –afirma el Padre Giovanni Re, superior regional del PIME (Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras) – pero será necesario aguardar al escrutinio de los votos para ver si esto seguirá así”. De los cinco candidatos a la presidencia, el favorito sigue siendo Rodrigo Duterte, un personaje controvertido y por muchos definido como un “nuevo dictador”.

El gobierno ha asignado 100.000 agentes de policía para mantener el orden en las calles. Hasta ahora, sólo se ha registrado un episodio de violencia: esta mañana, en Rosario (provincia de Cavite, al sur de Manila), siete personas fueron asesinadas por unos hombres que dispararon desde un automóvil: “No queda claro si el homicidio estuvo vinculado a las elecciones o si se trata de una venganza personal –dice el Padre Re-. La zona es una de las más riesgosas a causa de la violencia y se la estaba siguiendo de cerca”.

En cuanto al éxito de las elecciones, el misionero espera que “la gente reflexione y el elija el candidato menos peor. La impresión es que Duterte, desde el inicio, se centró totalmente en la lucha contra la criminalidad. Ha conquistado la simpatía de muchos jóvenes e incluso de personas instruidas. Muchos piensan que la seguridad debe ser una prioridad, no obstante no tienen la más pálida idea de lo que quiere decir vivir bajo una ley marcial, como en los tiempos de Marcos [dictador entre los años ’60 y ’80, ndr]. En ese entonces, muchos ni siquiera habían nacido, o bien, eran muy pequeños, y no llegan a percibir lo que esto significa”. Por otro lado, la promesa del candidato de “resolver el problema de la seguridad en seis meses no es otra cosa que populismo”.

Rodrigo “Digong” Duterte, de 71 años, es miembro del PDP-Laban Party y desde hace más de 22 años es intendente de Davao City (sur de Mindanao), ciudad que ha transformado, de ser un lugar atrasado y de malvivir, en “la ciudad más segura de Asia”. Con su política de mano dura, el político ha erradicado la criminalidad del territorio, imponiendo el toque de queda para los jóvenes, y apoyando el derecho a disparar a cualquiera que sea considerado sospechoso. El 7 de mayo pasado el actual presidente Benigno Aquino auspició una alianza entre los demás candidatos destinada a frenar a Duterte, pero el llamamiento cayó en saco roto.

El Padre Re expresa su preocupación por la eventual victoria de Duterte: “En los últimos comicios, que fueron celebrado el sábado, declaró que no tendrá ningún miramiento, y que tampoco tomará en cuenta las leyes sobre los derechos humanos”. La situación seguirá siendo tensa, incluso en el caso de que él pierda: “Su vicepresidente –explica el sacerdote- habla como si ya hubiesen ganado. Este factor, unido al hecho de que los sondeos le atribuyen una gran ventaja [con el 33% de las preferencias, ndr], significa que si no llega a ganar, la gente pensará que hubo fraude, y esto podría acarrear duros enfrentamientos”. El líder de una secta religiosa de Davao afirmó que si Duterte no llega a ganar, conducirá una revolución popular”.

“Si él llega a obtener la mayoría –concluye el Padre Re- será necesario observar cuáles son los colaboradores con que habrá de rodearse: es entonces que podrá entenderse si puede esperarse algo bueno, o si habrá que empezar a moverse para poner un límite a los daños”.