Vicario de Arabia: de Gaza a Damasco, una región “suspendida” entre nuevos líderes y viejas tensiones
Desde las cuestiones políticas hasta el Jubileo, Mons. Berardi dialogó con AsiaNews sobre la Iglesia y las sociedades del Golfo. El ascenso de Hay'at Tahrir al-Sham en Siria (con el derrocamiento de Assad) y la elección presidencial en el Líbano marcan un punto a favor de Riad, en un contexto de debilidad iraní. Las “ambigüedades” sobre los “mártires” palestinos. Cristianos testigos de esperanza, contribución al desarrollo de las sociedades.
Milán (AsiaNews) – “Wait and see. Esperar y ver". Las leadership del Golfo, al igual que las cancillerías occidentales, se "preguntan" qué medidas tomará el nuevo gobierno de Damasco controlado por los milicianos de Hay'at Tahrir al-Sham - otrora afiliados al frente al-Nusra (ex al-Qaeda) - y por su líder Abu Mohammed al-Jolani, en un clima de “expectativa”, explica a AsiaNews el vicario apostólico de Arabia del Norte, Mons. Aldo Berardi, sacerdote de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Esclavos, de la que fue vicario general. El ascenso, tan repentino como inesperado, fue capaz de derrocar al decenal régimen sirio de Bashar al-Assad. "Sin duda Arabia Saudita - continúa el prelado - es de los primeros en apoyar este nuevo rumbo, y es el que parece emerger con mayor fuerza" en un panorama incierto. Y afirma también que “la elección de Joseph Aoun como presidente del Líbano” ha sido otro éxito.
Una región en suspenso
“No se pueden separar los acontecimientos en Siria de lo que ocurre en Israel, Gaza y el Líbano. Todo está relacionado, desde el shock que provocó el ataque de Hamás hasta la tremenda respuesta" del Estado judío, que es “exagerada e inaceptable” para la población que “padece este conflicto”. “La caída de Asad - explica - ha sido percibida como un factor positivo” por las monarquías del Golfo, porque supuso una nueva derrota para un Irán ya golpeado y debilitado en sus aliados de la región, desde Hamás hasta los libaneses de Hezbolá, pasando por los hutíes en Yemen. Al mismo tiempo, es necesario tener en cuenta la diferencia entre sunitas y chiítas, que en países como Bahréin representan la mayoría. Uno de los últimos frentes es el libanés, que recién en los últimos días ha superado la crisis política e institucional que arrastraba desde hacía más de dos años, y ha resuelto la vacante presidencial “en forma satisfactoria”, con la elección del comandante del ejército. “Un país sin jefe de Estado desde hace mucho tiempo, atacado por Israel, que ha ocupado el sur y ha destruido aldeas e iglesias”, en lo que incluso los cristianos del Golfo han percibido como “una desproporcionada agresión”.
Luego está el capítulo relativo a Hezbolá, el movimiento proiraní cuyo debilitamiento ha sido acogido con satisfacción por amplios sectores de la sociedad. “La debilidad de Hezbolá - reflexiona el vicario de Arabia - significa la debilidad de Irán y, en cierto modo, ha permitido desbloquear” el estancamiento libanés. Son acontecimientos difíciles de encuadrar, sobre todo debido a las divisiones entre una sociedad - o un sector de la población - que defiende a los palestinos, y dirigentes que "intentan actuar como moderados" salvaguardando ante todo las relaciones con Israel, especialmente a nivel económico. Si el Estado judío “sigue atacando la Franja y asfixiando a la población local”, afirma el prelado, será difícil establecer relaciones plenas a costa de 'los mártires palestinos', como se les llama”. Al mismo tiempo, añade, es necesario señalar una actitud de "ambigüedad", porque se habla sobre el drama de Gaza, pero no se hace nada a nivel político y diplomático para afrontar la cuestión, dejando que en la práctica sigan siendo martirizados. Arabia Saudita no los quiere, Egipto ha cerrado su frontera, Jordania ya tiene muchos, como el Líbano, y Siria tampoco se puede tomar en consideración”.
Riad, Teherán y los frentes de diálogo
Uno de los elementos de mayor interés es el que vincula a Riad con Teherán, que en los últimos tiempos habían registrado una recuperación de las relaciones tras años de fuertes tensiones derivadas del ataque en 2016 al consulado saudíta en Irán en respuesta a la ejecución del líder chiíta Nimr al-Nimr. La controversia tuvo repercusiones a nivel regional, como el aislamiento de Qatar (interrumpido a principios de 2021) porque se lo consideraba demasiado cercano a la República Islámica. “También en este caso hay que esperar - observa el vicario apostólico de 61 años - porque es demasiado pronto para percibir los equilibrios y los cambios. Hay un Irán más débil, con problemas internos y sin el apoyo de Irak, y al mismo tiempo ha desaparecido ese “cordón” alrededor de Arabia Saudita formado por Hezbolá, los hutíes, los chiítas de Bahréin y la Siria de Asad. Hoy el “enemigo” común, por lo menos en teoría, es Israel, en una defensa nominal de los palestinos, pero no se puede descartar un intento de explotar “la actual debilidad iraní para tomar posición”. Como telón de fondo, está el regreso a la Casa Blanca del presidente (electo) estadounidense Donald Trump, afirma el vicario, que “seguramente vendrá [y pronto] a la zona, como ya lo hizo en el pasado para recuperar las relaciones con Riad después de los años de crisis con su predecesor Barack Obama”.
El diálogo es un frente que no sólo concierne a la política, sino que tiene gran importancia a nivel religioso, para los católicos y para los cristianos en general, en un territorio con una enorme mayoría musulmana. “En el norte no tenemos la Casa Abrahámica (de Abu Dhabi), pero en Bahréin el tema del diálogo entre religiones está presente desde hace mucho tiempo y es promovido por el propio monarca, que escribió un texto sobre la coexistencia”. El reino es un ejemplo de convivencia desde hace siglos, observa, e incluso “el primer templo hindú tiene 200 años. La primera iglesia fue construida hace 75 años, luego hay un templo budista, uno sij y varios lugares de culto protestantes y ortodoxos, lo que confirma el espacio que se concede a otras religiones". Es diferente la realidad en Qatar, donde el nivel "es más formal" y si bien se ha creado un centro para el diálogo, "sólo concierne a cristianos, musulmanes y judíos", mientras que en Kuwait "no hay realidades oficiales", aunque sí actividades e iniciativas no públicas.
El futuro del vicariato
El vicariato extiende su jurisdicción sobre cuatro Estados de la Península, con situaciones diferentes a nivel social, político y de libertad religiosa. Bahréin, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita, un país, este último, en el que no se permite otro culto que el Islam, pero donde hay - aunque no en forma pública - una presencia católica. En 2020, cuando falleció el último vicario, Mons. Camillo Ballin, a quien sucedió como administrador Mons. Paul Hinder, ex vicario del Sur de Arabia, se contaban casi 2,8 millones de bautizados sobre un total de aproximadamente 43 millones de habitantes. El territorio está dividido en 11 parroquias, la sede está en Bahréin, en Awali, donde se encuentra la catedral de Nuestra Señora de Arabia. Es una realidad compuesta en su gran mayoría por migrantes económicos procedentes de Asia, sobre todo de la India, y de ritos diferentes como el de los siro-malabares a los que el Papa Francisco concedió jurisdicción sobre todos sus fieles que se encuentran trabajando en Oriente Medio. En estos dos años Mons. Berardi ha visitado todas las parroquias "para comprender las necesidades y requerimientos" de cada una, y "ahora tengo una visión más detallada de lo que se necesita".
Las prioridades, explica, se desarrollarán a partir de tres puntos fundamentales: la parte administrativa, que comprende la relación con los Estados y la naturaleza jurídica, porque todavía quedan "ambigüedades sobre nuestra presencia"; luego, a nivel de Iglesia, liberarnos del “devocionismo” para fortalecer el aspecto de la formación, relanzar el catecismo, y el ministerio de los laicos con la contribución de los responsables “a nivel de vicariato, ya no de países individuales”; por último, profundizar y valorizar la historia de la Iglesia local, tanto antigua como nueva, con una presencia "más eficaz y efectiva", pudiendo contar con experiencias e iniciativas promovidas en el marco del Jubileo de Sant'Areta, momento de comunión. y encuentro entre los dos vicariatos de Arabia. “El Jubileo de la Esperanza está en continuidad”, y refuerza “la comunión con la Iglesia universal. Debemos ser -concluye- testigos de esperanza, acompañar a las sociedades de los diferentes países y promover el desarrollo espiritual, después de haber contribuido al económico. Relanzar el desafío de la evangelización no con palabras, sino con nuestra vida y nuestras obras. Y el de la unidad, a pesar de los diferentes ritos y lenguas, con el obispo, que tiene un rol central, siempre atento a las necesidades de todas las comunidades”.
17/12/2016 13:14
20/02/2024 16:59