Vardavar, la transfiguración de Armenia

de Vladimir Rozanskij

Una de las fiestas más importantes del cristianismo armenio recuerda en su nombre la antigua costumbre de lavarse con agua de rosas. Por eso, en la época más calurosa del año, se permite a todo el mundo el gesto lúdico de bañarse unos a otros que los niños esperan con impaciencia. Un gesto de purificación al sentirse parte de una misma familia, un sentimiento añorado en esta época de grandes conflictos en el país.

Ereván (AsiaNews) - El pueblo de Armenia celebró el domingo 7 de julio una de las fiestas más populares, la fiesta de Vardavar, solemnidad de la Transfiguración del Señor según el calendario de la Iglesia apostólica. La fiesta marca la época más calurosa en estas latitudes y se prolonga durante toda la octava siguiente, adquiriendo también estos días un significado de reunificación social y orgullo patriótico, sobre todo desde que la Iglesia nacional ha asumido un papel político explícito de oposición al Gobierno, bajo el liderazgo del arzobispo Bagrat Galstanyan y la bendición del katholikos Karekin II.

Dos semanas después de Pascua, Vardavar se considera una de las principales fiestas de los cristianos monofisitas en la tradición armenia, junto con la Navidad, el Bautismo, la Resurrección de Jesús, la Asunción (Dormición) de la Madre de Dios y la Exaltación de la Cruz vivificante del Señor. La Iglesia armenia se separó de las Iglesias bizantina y romana en el Concilio de Calcedonia en 451, y conserva tradiciones litúrgicas muy antiguas también por este motivo, habiendo inspirado el primer reinado cristiano unos diez años antes de la conversión de Constantino.

El título de Vardavar se remonta a la raíz Vard, la "rosa" en armenio, que devuelve a los rituales cristianos la antigua costumbre de lavarse con agua de rosas, que se remonta al culto de la diosa del amor y la belleza Astkhik, a quien el dios del fuego Vaagn dirigía su pasión, y que rociaba con agua de rosas todas las tierras armenias para hacer florecer el amor. Esta práctica se atribuye cristianamente a la ascensión de Cristo al monte Tabor junto a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, transfigurándose ante ellos cuando "su rostro resplandeció como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz", según el relato de los evangelios sinópticos.

En las celebraciones públicas, todo el mundo puede, sin restricción alguna, rociarse con agua, un gesto lúdico que los niños esperan con impaciencia y que los adultos complacen convirtiéndose ellos mismos en niños. Además del agua, el Vardavar también incluye la suelta de palomas al aire, para significar el final del Diluvio universal y la salvación de la familia de Noé en la montaña armenia de Ararat, ahora en territorio turco. En este día, la ropa y el pelo se adornan con flores, para transfigurarse a la luz de la fe y la tradición.

Los armenios se pasean con cubos, jarras, botellas, vasos y pistolas de agua, rociando a todos los transeúntes como saludo fraternal, sin que nadie se ofenda, porque el agua en este día se considera purificadora y curativa, y permite sentirse parte de una sola familia, un sentimiento muy anhelado en estos tiempos de grandes conflictos y divisiones entre los pueblos. También la comida de esta semana es el sagrado Matakh, el "sacrificio de la misericordia" a cuyo banquete se invita a los más pobres y a los que más sufren, una comida benéfica al aire libre a la que todos se unen para asar cordero y aves de corral. El postre consiste en manzanas cocidas al fuego con diversos ingredientes, el tradicional postre armenio nazuk.

Incluso el clima de estos días se une a las tradiciones, con los primeros calores veraniegos reales alternados con fuertes lluvias de bendición, todo ello según una inspiración auténtica. La fiesta compartida subraya aún más claramente el verdadero contenido del enfrentamiento entre las distintas almas de Armenia, como entre la Iglesia y el Gobierno; el Primer Ministro Nikol Pašinyan repite a menudo que hay que construir una Armenia moderna y adaptada a los retos del presente, mientras que Katholikos Karekin II pide que se respeten la historia y las tradiciones, para no entregar la tierra sagrada a los enemigos de la fe y del pueblo armenio.