Turquía: entre la independencia y la represión, el voto kurdo en el destino político de Erdogan
Un niño kurdo de 14 años golpeado y obligado a cantar el himno turco. Al menos 25 miembros del HDP detenidos en Suruc por (presunta) afiliación a "grupos terroristas" (léase, el PKK). La represión aumenta en el país antes de las elecciones y para sofocar el descontento por la ayuda y el socorro tras el terremoto. Fuente AsiaNews en Diyarbakir: el terremoto "ha alimentado el resentimiento" hacia el AKP.
Milán (AsiaNews) - Un joven kurdo de apenas 14 años obligado a golpes y torturas a declararse turco y a cantar el himno nacional. El episodio, denunciado por el sitio web Bianet, especializado en violaciones de los derechos humanos, ocurrió el 21 de marzo en la provincia de Diyarbakır. Como consecuencia de la violencia, el niño corre peligro de perder la vista. Identificado con las iniciales Y.D., fue detenido sin motivo por la policía, golpeado y abandonado en una zona desierta. Su padre denunció que había recibido "presiones" por parte de los agentes mientras se encontraba en el hospital. Esto también ocurre en la Turquía de Recep Tayyip Erdogan, donde los abusos y la persecución de las minorías no son un caso aislado y forman parte de una política de represión y marginación, como ocurrió con la ayuda después del terremoto del 6 de febrero. Junto con los refugiados sirios, los kurdos fueron los "olvidados del sismo" y la carrera por la ayuda se convirtió en una competición de "hágalo usted mismo" por la solidaridad.
En la mira de Ankara
Sin embargo, el papel de los kurdos podría resultar fundamental de cara a las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias previstas para el 14 de mayo. Una cita que el partido gobernante también pretende llevar a cabo en las zonas afectadas por el terremoto, aunque en estos días ya están surgiendo enormes dificultades en el proceso de inscripción como para poner en duda el resultado. De ahí el creciente uso de la fuerza, dentro y fuera de las fronteras, para sofocar cualquier posible forma de revuelta. En este contexto se enmarca la detención de decenas de funcionarios del partido pro-kurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos) y del Partido de las Regiones Democráticas (DBP) en el distrito de Suruc, en el sureste de Anatolia, ocurrida ayer. Detrás de la medida figuran acusaciones de (supuesta) afiliación a "grupos terroristas", con una referencia implícita al Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), proscrito en Turquía. Fuentes locales informan de que la detención -se habla de al menos 25 personas- es "un paso más" hacia la "supresión" de las aspiraciones de los kurdos, cuya voz y libertades civiles son objeto, una vez más, de "graves limitaciones".
De Turquía a Siria, donde la semana pasada miles de kurdos tomaron las calles de Jinderis -en el distrito de Afrin- para protestar por el asesinato de cuatro personas a manos de un grupo armado rebelde pro-Ankara. La noche de Nowruz, el Año Nuevo persa que se celebra el 21 de marzo, unos hombres encendieron una hoguera para celebrarlo, pero fueron sorprendidos por un comando que abrió fuego. Los atacantes habrían sido miembros de al Jaish al Sharqiya, un grupo separatista que en su momento perteneció a Ahrar Sharqiya, que luchó contra Damasco en el conflicto sirio con apoyo turco. Para Adam Coogle, director adjunto de Human Rights Watch (HRW) para Medio Oriente, el ataque contra Jinderis debe considerarse parte de "más de cinco años de violaciones de derechos humanos [de los kurdos] sin resolver por parte de las fuerzas turcas y las facciones locales sirias". "Turquía", añadió el experto, "ha permitido que estos combatientes abusen impunemente de la población que vive en la zona", convirtiéndose de hecho en "cómplices de las violaciones".
Un pueblo sin patria
Los acontecimientos actuales son emblemáticos del sufrimiento, los abusos y las violaciones a que se ven sometidos los kurdos, que suman entre 30 y 40 millones, repartidos por Medio Oriente, aunque las cifras son inciertas debido a las dificultades de cálculo. Un pueblo sin patria disperso entre Siria, Irak, Turquía e Irán, aunque también hay comunidades en Armenia y Azerbaiyán, con un destino común: la lucha por la autonomía sofocada por la fuerza y las armas por los gobiernos de las naciones en las que viven. En el pasado reciente, fueron precisamente los kurdos los primeros en repeler el avance del Estado Islámico, que en el momento álgido de su expansión conquistó la mitad de los territorios de Siria e Irak (la contribución de los Peshmerga contra el avance del Isis desde la llanura de Nínive hacia Erbil fue fundamental). Víctimas en los años ochenta y noventa de las masacres de Sadam Husein, que los acusaba de luchar con el enemigo iraní, hoy son el objetivo número uno de Erdogan, que los considera una amenaza interna y externa.
Desde hace al menos cinco años, Ankara quiere crear una "zona colchón" para cortar de raíz la unión entre los kurdos sirios, iraquíes y turcos y la deriva autonomista del sudeste, cuya represión es el verdadero objetivo de la intervención en el conflicto sirio. Operaciones de bombardeo y ataques aéreos para extinguir el sueño de "Rojava", que junto con el Kurdistán iraquí representa el estímulo más explícito a la secesión kurda en Turquía. Una situación explosiva que se inscribe en el marco más amplio de enfrentamientos entre potencias y guerras en la región, incluida la que se libra contra el Isis y los movimientos yihadistas. Un enfrentamiento que contrapone a Irán y Siria bajo el paraguas ruso, por un lado, y a Europa, Estados Unidos, el Golfo (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar) y Turquía, por otro. Sin embargo, en este último hay otros intereses, alianzas y objetivos contrapuestos en juego para complicar el rompecabezas de Medio Oriente.
La aguja de la balanza
De cara a las elecciones en Turquía, que representan un paso clave para el futuro político de Erdogan y del país, varios analistas coinciden en que el papel de la minoría kurda es primordial. De ahí el intento tanto del gobierno como de la oposición de conseguir su consentimiento, mientras que el principal partido, el HDP, decidió no presentar candidato y apoyar implícitamente a la llamada "Mesa de los Seis" anti-Erdogan, encabezada por el líder del CHP, Kemal Kilicdaroglu. Las encuestas muestran un equilibrio entre los dos frentes, por lo que el propio HDP (que tiene una base electoral potencial de más del 10%) podría actuar como aguja de la balanza, aunque el intento de los tribunales por destituirlo podría obligarle a reformarse bajo un nuevo símbolo. Una fuente institucional kurda de Diyarbakir, bajo condición de anonimato, declaró a AsiaNews: "Ciertamente, el electorado kurdo desempeñará un papel muy importante en la determinación del resultado de la votación, incluso teniendo en cuenta una cuenca electoral de 8 millones de personas. Y por lo que oímos la tendencia es apoyar a Kilicdaroglu en las elecciones presidenciales y al Green Left Party en las parlamentarias". "Ciertamente”, continuó la fuente, “sobre el voto pesará la cuestión del terremoto, que sigue determinando la vida de las personas. Muchas de las ellas siguen sin hogar, han perdido a familiares y amigos, en un contexto de dolor y desesperación”. Por último, el sismo ha alimentado "el resentimiento de muchos hacia el gobierno y la gestión del país" y por ello, concluyó, "creo que el AKP acabará perdiendo una buena parte de su electorado".
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