Temor en el Cáucaso ante el cambio de rumbo de Georgia
El giro de Tiflis hacia Moscú amenaza también con repercutir en los gasoductos que conectan Azerbaiyán con Europa atravesando su territorio. Y Armenia, que intenta separarse de Rusia, también podría perder a su aliado más importante.
Bakú (AsiaNews) - Los países del Cáucaso meridional, y en particular Azerbaiyán, observan con cierta preocupación el curso de la política en Georgia, que con la aprobación de la "ley rusa" y otras decisiones se está distanciando de Occidente, con el riesgo de que ello cree una situación más complicada para toda la región. Estados Unidos ha promulgado una serie de sanciones contra políticos y simpatizantes pro-Moscú, y el representante del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller, declaró que Estados Unidos podría "revisar todo el programa de ayuda que se presta a Georgia" debido al creciente sesgo antioccidental.
En los últimos años, explicó Miller, se han destinado unos 390 millones de dólares, y ahora se cuestiona todo, mucho más allá de la concesión de visados de entrada a ciudadanos georgianos. El Secretario de Estado, Anthony Blinken, también habló de las restricciones que se impondrán a "aquellos que estén dañando la democracia en Georgia". El problema para Bakú es que estas barreras podrían afectar también a los planes de desarrollo energético y de transportes, que afectan precisamente a la ruta entre Azerbaiyán y Europa.
No es casualidad que en los últimos días la UE haya propuesto a Ucrania no dejar de transportar gas incluso después de la rescisión definitiva del contrato con Rusia, con un nuevo plan por el que las empresas europeas comprarían gas a Azerbaiyán y luego lo transportarían por los gasoductos que van de Ucrania a Europa, lo que supondría un gran impulso para la propia economía ucraniana.
Como comenta el diplomático y analista georgiano Mamuka Gamkrelidze, "todo cambio brusco en la política exterior de nuestro país se refleja de alguna manera también en nuestros vecinos, más aún en una región como el Cáucaso Sur, donde se entrecruzan diferentes rutas logísticas y los intereses de tantos actores internacionales". El giro de oeste a este, y especialmente hacia el norte, "podría tener efectos trágicos para Georgia, hasta el punto de perder su soberanía", advierte Gamkrelidze.
Estas circunstancias también afectarían mucho a la situación de Armenia, que a su vez intenta girar hacia el oeste, y podría perder a su aliado más inmediato. Los efectos sobre Azerbaiyán, según el analista, "serían menos directos"; Europa necesita los flujos de hidrocarburos, cruciales para el trazado geográfico de la nueva Ruta de la Seda, y la estrecha alianza con un actor importante como Turquía debería preservar a los azeríes de terremotos políticos o económicos.
Otro experto georgiano, Gela Vasadze, miembro del Centro de Análisis Estratégico, afirma que "llevamos mucho tiempo planteando esta cuestión, que no sólo afecta al estado de la democracia en Georgia, sino precisamente al cambio de todo el vector geopolítico a nivel regional". Mientras Georgia siga bajo el "techo" de Estados Unidos, son posibles varios proyectos sobre el gasoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, Bakú-Tbilisi-Kars, Bakú-Supsa y el gasoducto del Cáucaso Sur en general, todos ellos imposibles de realizar sin el apoyo de Washington.
Ahora se teme que Rusia, apoyándose en Georgia, imponga restricciones a estas obras (quizá no inmediatamente, pero sí con el tiempo), para no perder la prioridad de su propio corredor entre China y Europa, y no permitir que los países de Asia Central y el Cáucaso desvíen su tráfico energético hacia rutas alternativas a Moscú. Para ello, el Kremlin necesita mantener el control sobre el sur del Cáucaso, y primero necesita a Georgia.
Foto: Wikimedia Commons
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