Teherán sostiene “con fuerza” el tratado de la ONU contra las armas nucleares
Reza Najafi, representante iraní de la AIEA, afirma el compromiso de la República islámica en materia atómica. El objetivo es una región “sin armas nucleares”, siendo que constituyen una “amenaza” para la estabilidad. Durante el fin de semana, 122 naciones ratificaron el tratado sobre la Prohibición de armas nucleares. Las potencias nucleares –entre ellas, Rusia e Israel- boicotearon la votación.
Teherán (AsiaNews) – Teherán lucha para que se adopte la prohibición de las armas nucleares y promueve en primera persona el tratado de las Naciones Unidas que tiene intenciones de prohibir su uso. Es cuanto ha subrayado Reza Najafi, representante iraní en la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), quien afirmó que la República islámica “sostiene fuertemente el objetivo sobre el cual se asienta el tratado, que prohíbe tanto la posesión como el uso de armas atómicas”. La nota del diplomático fue presentada al margen de la aprobación, el 7 de julio pasado, en la sede de la ONU en Nueva York, del primer tratado orientado a la Prohibición de las armas nucleares.
Al comentar la histórica firma, Reza Najafi recuerda que Israel es la única potencia de Oriente Medio que posee la bomba atómica, y que no hay estimaciones confiables acerca del arsenal que éste posee. Frente a ello, Teherán relanza la “propuesta” a favor de una región “sin armas nucleares”, confirmando así los “esfuerzos” realizados por la dirigencia para “eliminar cualquier amenaza” a la estabilidad.
El tratado –adoptado con el voto a favor de 122 naciones, con un voto en contra (Singapur) y una abstención –prohíbe una larga serie de actividades vinculadas a la posesión, experimentación y uso de armas o dispositivos nucleares. También se prohíbe la amenaza de utilización de dicho armamento como medio “disuasivo” para el mantenimiento de la paz.
Sin embargo, en la votación no participó ninguna de las nueve naciones del mundo que están en posesión de la bomba atómica: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, China, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, y muchos de sus aliados más estrechos. ´Los gobiernos de estos países ya han subrayado en reiteradas oportunidades que no tienen intenciones de examinar el tratado a futuro, ni de evaluar la hipótesis de la adhesión al mismo. En una nota conjunta, los embajadores de los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña han subrayado que el mismo “ignora de modo evidente” los elementos que fundamentan la seguridad internacional. Además, el documento –primer acto multilateral con valor vinculante de los últimos 20 años- resulta “incompatible” con el uso del [recurso] nuclear como medio para prevenir una escalada de conflictos, “esencial” para el mantenimiento de la paz “en Europa y en el norte de Asia en los últimos 70 años”
Muy Distinta fue la reacción del representante iraní en la AIEA en el momento de la firma, que habló de una “jornada histórica” al cumplirse más de 70 años del lanzamiento de la primera bomba atómica sobre Hiroshima y a casi 50 años de la firma del Tratado de no proliferación de armas nucleares. Y la promesa de trabajar por una región [medio-oriental] libre de la amenaza atómica.
Luego de años de embargo, en el año 2015 Irán obtuvo un aligeramiento parcial de las sanciones económicas de Occidente, a cambio de un acuerdo sobre el controvertido programa atómico. El mismo prevé la reducción de las centrifugadoras destinadas al enriquecimiento del uranio – teóricamente, capaces de crear la bomba- pasando de 19.000 a un total de 5.000. A esto se une un reforzamiento de las inspecciones de expertos de la ONU. Los acuerdos seguirán rigiendo durante cuando menos 10 años. También se fija un límite a las reservas de uranio, que deben permanecer por debajo de los 300 kg durante los próximos 15 años.
El entendimiento fue recibido positivamente por la mayoría de la comunidad internacional, exceptuando alguna posición crítica, como ha sido el caso de Israel y del Congreso americano. Los Estados Unidos han mantenido en vigor toda una serie de sanciones, aduciendo como motivo el programa de misiles balísticos mantenido por Teherán, además del apoyo [armado] brindado a movimientos chiitas en el Oriente Medio. Entre éstos se cita a Hezbollah en el Líbano, al gobierno de Damasco en Siria y a los Houthi” rebeldes” en Yemen.