Teherán: ejecuciones, abusos y detenciones. Décadas de persecución contra los bahá'ís

En la ONU, el presidente Pezeshkian habló sobre unidad e igualdad de derechos para las minorías. Los informes de las ONG revelan un cuadro de intimidación y marginación de la comunidad religiosa. La propaganda de Estado los retrata como "impuros" y "agentes de potencias extranjeras" al servicio de Israel y Occidente. Ex relator de la ONU para Irán: intentos "genocidas y persecutorios".

Teherán (AsiaNews) - En su primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, hace poco menos de dos meses, el presidente Masoud Pezeshkian hizo un llamado a la unidad nacional y a la igualdad de derechos para todos los componentes del país, incluso y sobre todo frente a las amenazas externas (léase Israel). Sin embargo, dentro de las fronteras de la República Islámica ha continuado una política sistemática de persecución contra las minorías religiosas que desmiente la imagen - al menos en las palabras - de un país inclusivo. “Irán pertenece a todos los iraníes”, afirmó en su discurso en la ONU, pero en la práctica las violaciones no terminaron, sobre todo contra la comunidad bahá'í.

Testimonio del clima de abuso, intimidación y marginación que enfrenta la minoría étnico-religiosa es un informe que se presentó hace pocos en Nueva York, titulado "Outsiders: Multifaceted Violence Against Baha’is in the Islamic Republic of Iran". El estudio fue publicado por la ONG Abdorrahman Boroumand Center for Human Rights in Iran, con sede en Estados Unidos, y por Elos Justice de la Monash University de Melbourne, Australia, y muestra tres formas diferentes de persecución: violencia directa, estructural y cultural.

En los últimos meses decenas de bahá'ís han sido condenados a prisión en Teherán, Isfahán, Shiraz, Kerman, Yazd, Karaj, Rasht y Babol. En particular, 10 mujeres bahá'ís deberán cumplir una pena total de 90 años de prisión y una multa por "actividades educativas desviantes y anti islámicas" porque habían organizado cursos de inglés, pintura, música y yoga, así como campamentos de verano para niños iraníes y afganos. En otro caso, el músico bahá'í Behrad Azargan fue condenado a 11 años de cárcel por cargos de "propaganda contra la República Islámica" por sus cursos de música.

Los bahá'ís son considerados "infieles apóstatas y son objeto de una persecución continua e intensa, que incluye episodios de violencia extrema y una sistemática negación a la existencia", explica Roya Boroumand, director ejecutivo del Abdorrahman Boroumand Center. La lista de violaciones enumera ejecuciones extrajudiciales, torturas y detenciones arbitrarias. El informe destaca que la violencia estructural deriva de las leyes y políticas de la República Islámica, que excluyen sistemáticamente a sus seguidores de la igualdad de derechos; la violencia cultural se ve reforzada por la propaganda estatal, que retrata a los bahá'ís como "impuros" y "agentes de potencias extranjeras" para justificar la discriminación.

"Esta comunidad ha sido privada de sus libertades sólo por haber ejercido el derecho a practicar su religión", señala el embajador alemán ante la ONU, Thomas Peter Zahneisen, con motivo de la presentación del informe en Nueva York. "A pesar de las torturas, las confesiones forzadas y otras formas de abuso, la historia de los bahá'ís en Irán no es sólo una historia de cancelación, sino de humanidad, perseverancia y coraje", añadió el diplomático. Mai Sato, relatora especial de la ONU sobre Irán, confirma que los bahá'ís están excluidos de la Constitución iraní, lo que justifica una política oficial de marginación. Sin embargo, la "violencia estructural que inflige el Estado - explica - es rechazada y no bien recibida por la comunidad iraní".

El informe vincula la base ideológica de esta persecución con la doctrina central iraní del Velayat-e Faqih o gobierno clerical, que deja poco espacio para el pluralismo religioso. Además, los bahá'ís son considerados una amenaza desde el punto de vista teológico y político, además de ser acusados de lealtad a Israel y a las potencias occidentales, lo que agrava su ostracismo. Las conclusiones del informe están en consonancia con conclusiones independientes recientes de organizaciones pro derechos humanos. En julio de 2024 Human Rights Watch (HRW) calificó el trato como un "crimen contra la humanidad". Una declaración conjunta de 18 relatores especiales de la ONU condenó "un fuerte aumento de los ataques" contra las mujeres bahá'ís. El ex relator especial de las Naciones Unidas sobre Irán, Javaid Rehman, declaró: “Los bahá’ís han sido objeto de intentos genocidas y persecutorios”.

Los ataques contra la minoría religiosa, un crimen contra la humanidad según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, también se describen en otro informe que publicó recientemente HRW. Titulado "The Boot on My Neck", el estudio describe 45 años de persecución de parte de Teherán y la opresión sistemática de la comunidad, y plantea interrogantes sobre la sinceridad del gobierno de Pezeshki, que promete defender a todos los ciudadanos. En estos pocos meses de presidencia, en efecto, ya se han producido numerosos casos de despidos de bahá'ís, cierres forzosos de empresas, registros domiciliarios y citaciones de personas para un interrogatorio. Un balance que demuestra que no se han dado pasos positivos para aflojar la presión sobre los bahá'ís. Por el contrario, en algunos casos el acoso y la opresión incluso se han intensificado.