Teherán arma de nuevo al verdugo, siete kurdos ejecutados
Entre los ahorcados se encuentra el "preso político" Mohayyedin Ebrahimi. Las ejecuciones se llevaron a cabo en la prisión de Umria. Activistas y ONG hablan de un juicio ficticio y de ejecuciones forzosas tras la condena del hombre de 43 años por presuntos vínculos con el Partido Democrático del Kurdistán de Irán. Desde principios de año fueron asesinados 144 presos.
Teherán (AsiaNews) - Teherán vuelve a armar al verdugo. Durante el pasado fin de semana, en medio del silencio de la comunidad internacional, Irán ahorcó a siete hombres pertenecientes a la minoría kurda, entre ellos un "preso político". Las ejecuciones fueron denunciadas por los grupos activistas Iran Human Rights (IRH) y Hengaw en sendos comunicados, confirmando el uso cada vez más extendido de la pena capital por parte de la República Islámica, sobre todo desde el inicio de las protestas por la muerte de Mahsa Amini (también kurda), de 22 años.
Mohayyedin Ebrahimi (en la foto), de 43 años, fue ahorcado al amanecer del 17 de marzo en la prisión de Urmia, en el noroeste del país. El mismo día, otras cinco personas, todos hombres, fueron ejecutadas por delitos de tráfico de drogas en la misma institución.
Ebrahimi había sido detenido en 2017 durante unos enfrentamientos en los que recibió un disparo en la pierna. Al año siguiente, los jueces lo condenaron a muerte por (presuntos) vínculos con el Partido Democrático del Kurdistán de Irán, grupo proscrito que lideró una lucha armada por la autodeterminación kurda en la región. En su sentencia, el tribunal lo declaró culpable de "rebelión armada", cargos que él siempre rechazó proclamándose inocente. Por su parte, los grupos activistas explican que trabajaba como transportista en la ruta con Irak.
Para el IHR y el Hengaw era un "preso político", obligado por la fuerza a confesar un delito que nunca cometió mientras estuvo en prisión. Las ONG internacionales pro derechos humanos condenan el uso de la ejecución al finalizar un "juicio burdo e injusto" basado en "confesiones arrancadas" mediante "tortura".
La familia de Ebrahimi, que había percibido una aceleración en el cronograma de la ejecución, dijo haber recibido noticias de las autoridades sobre un "traslado" de su familiar a otra prisión, tras la "suspensión" de su condena. Sin embargo, al poco tiempo, llegó una segunda llamada -precedida por la detención de su hijo- en la que se invitaba a la familia a recoger el cadáver para enterrarlo.
Grupos de activistas afirman que están aumentando las ejecuciones por diversos tipos de delitos. Un intento, según muchos, de intimidar a los manifestantes y a la sociedad civil para que suspendan sus protestas. Según datos del IHR, al menos 144 personas fueron ejecutadas desde principios de año, pero las cifras podrían ser aún mayores. El director de la ONG Mahmood Amiry Moghaddam califica a los ejecutados de "víctimas de la maquinaria de ejecución del gobierno, cuyo único propósito es intimidar a la gente e impedir las protestas". Amnistía Internacional acusó a Irán de una "escalada escalofriante en el uso de la pena de muerte", especialmente contra kurdos y baluchíes.
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