Teherán ejecuta a un segundo manifestante pro-Mahsa Amini y ‘discute’ con China

En la horca, fue ajusticiado Majidreza Rahnavard, de 23 años, oriundo de Mashhad, acusado de "enemistad contra Dios". El joven fue condenado en un juicio relámpago y sepultado a toda prisa para ocultar las torturas. El Ministerio de Asuntos Exteriores iraní "invita" al embajador chino para cuestionar la declaración final de la visita de Xi Jinping al Golfo. En el centro de la disputa, la alusión a tres islas que son reclamadas por Emiratos.

Teherán (AsiaNews) - El verdugo iraní ha vuelto a golpear por segunda vez, ejecutando a un manifestante prodemocrático acusado de "enemistad contra Dios" (Moharebeh, en farsi), confirmando el uso instrumental de la religión para castigar a los que protestan. Un incesante reguero de sangre que corre desde el 16 de septiembre, día en que Mahsa Amini fue asesinada a manos de la policía de la moral. Según Iran Human Rights, ya se contabilizan al menos 488 víctimas del régimen y más de 18.000 detenciones. Mientras tanto, crece el enfrentamiento entre el gobierno y China por un grupo de islas disputadas en el estrecho de Ormuz. No obstante, la cúpula iraní intenta minimizar las tensiones.

El segundo joven ahorcado en sólo cuatro días, y al término de juicios sumarios que duraron pocas semanas -entre la primera instancia y las apelaciones- se llamaba Majidreza Rahnavard y era originario de Mashhad. Sólo tenía 23 años -la misma edad que Mohsen Shekari, la primera víctima ahorcada por los ayatolás acusada de "moharebeh"- y, durante los enfrentamientos del 23 de noviembre, presuntamente apuñaló hasta la muerte a dos miembros de las fuerzas de seguridad.

Según fuentes locales citadas por grupos activistas, las autoridades llamaron por teléfono a la familia del joven para informarles de que Majidreza Rahnavard había sido ejecutado en la horca. La dirección de la prisión se habría ocupado de enterrar el cadáver -una forma, según los expertos, de ocultar los signos de violencia y tortura en el cuerpo, infligidos durante los interrogatorios para obtener una confesión. La ejecución de Rahnavard tuvo lugar sólo 23 días después de su detención, lo que confirma una vioación de las normas del derecho respecto a los imputados. Con ello, el régimen envía una nueva señal a los manifestantes y a la comunidad internacional: la represión continúa y, de hecho, se intensifica.

Mientras tanto, se abre un frente de tensión - inesperado- entre Teherán y Beijing, no obstante la República Islámica intenta mantener un perfil bajo. El 10 de diciembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní convocó al embajador chino tras el comunicado conjunto entre China y los países del Golfo al término de la visita del presidente Xi Jinping a Arabia Saudita. Lo que desató el descontento de los ayatolás fue la referencia a tres islas disputadas con Emiratos Árabes Unidos (EAU) -Tumb Mayor, Tumb Menor y Abu Musa- en el estrecho de Ormuz. Cabe señalar que, en el comunicado, Teherán no utilizó el término "citación" en referencia al embajador de Beijing, sino la expresión "realizar una visita". Con ello se intenta no fastidiar demasiado al dragón, un aliado clave y fundamental para la supervivencia de la República Islámica, castigada por las sanciones occidentales.

Irán explica que expresó su "fuerte insatisfacción" ante la postura china en la cumbre árabe, un evento que fue seguido de cerca por Teherán (chií), que no quiere perder su canal preferencial en materia de petróleo y comercio, lo que beneficiaría a su rival árabe suní. La discordia se produjo porque en el texto sino-árabe se mencionan las tres islas que Emiratos reclama y son controladas por Teherán desde 1971, tras la retirada británica.

Teherán lleva 50 años rechazando las pretensiones de sus rivales sobre un territorio cuyos habitantes son árabes de habla persa que utilizan el dialecto bandari -similar al persa pero con palabras y sintaxis árabes. Xi y el Consejo de Cooperación del Golfo piden "conversaciones bilaterales urgentes" para resolver el conflicto conforme al derecho internacional. Para Teherán, esto es cruzar una línea roja, porque considera que las islas son "parte integrante del territorio nacional". Tras la visita, en medio de la "sorpresa" y el "descontento" de Irán -expresados sólo en farsi, y no con su traducción al inglés- el paso de Xi Jinping por la región empieza a producir los primeros cimbronazos.