Teherán, Pezeshkian dialoga con las "minorías". Pero forma parte del sistema que las reprime
Una investigadora arrestada y la condena de tres bahá'ís son el último ejemplo de persecución confesional. El presidente electo tiene raíces azerbaiyanas y kurdas. Una de sus primeras medidas fue una reunión con representantes de las religiones y Erdogan considera que favorecerá las relaciones porque "habla turco". Pero algunos consideran que el tema de la "dignidad" es sólo propaganda. La atención mundial está centrada en el nombramiento del ministro de Relaciones Exteriores.
Milán (AsiaNews)- Una investigadora bahá'í arrestada y otros tres miembros de la misma minoría religiosa condenados a varios años de prisión debido a la religión que profesan. Pocos días después de la elección del candidato reformista Masoud Pezeshkian como presidente siguen verificándose casos de ataques o persecuciones por motivos confesionales contra grupos minoritarios en la República Islámica. En el primero de ellos las fuerzas de seguridad detuvieron a Mojgan Salmanzadeh, investigadora y académica residente en Teherán, cuando realizaba un viaje de dos semanas a Mako, en el noroeste del país. Hasta el momento se desconocen las razones de su estadía, las circunstancias que condujeron al arresto y los cargos que se le imputan; la mujer sólo pudo comunicar a su familia que había sido trasladada al penal de la ciudad.
Un hecho misterioso que se suma a la lista de arrestos y persecuciones contra los bahá'íes en Irán, cuya religión no es reconocida y cuyos miembros son víctimas desde hace décadas de una política de "discriminación y persecución". Prueba de ello es la confirmación en segunda instancia del Tribunal de la provincia de Fars de la condena a más de seis años de prisión - más una multa y 15 años de restricciones sociales - contra tres miembros: Hassan Salehi, Vahid Dana y Saeed Abedi por su afiliación religiosa a una "secta ilegal y contraria al régimen" con el propósito de "atentar contra la seguridad nacional" y difundir "propaganda sectaria contra la ley islámica". También en este caso la acusación de ser "espías o disidentes" se convierte en un pretexto para atacar a una minoría, como ya ha ocurrido en reiteradas oportunidades contra los cristianos, sobre todo los protestantes.
Iraní, turco, kurdo
La relación entre las minorías y la República Islámica será, por tanto, otro de los aspectos que habrá que observar con atención en los primeros meses de la presidencia de Pezeshkian, que además de reformista cuenta con profundos y antiguos vínculos con diversos grupos étnicos. Nacido el 29 de septiembre de 1954 en Mahabad, provincia de Azerbaiyán Occidental, de mayoría kurda, es de etnia azerí - como el líder supremo Ali Jamenei - hijo de padre iraní azerí y madre kurda. Una pertenencia identitaria que, en el pasado, lo llevó a apoyar los derechos de grupos minoritarios como azeríes, kurdos y baluchis y a luchar por la plena aplicación del artículo 15 de la Constitución a todos los grupos étnicos.
Esta disposición establece que "el idioma oficial" del país es el "persa", que se debe utilizar en documentos oficiales y libros de texto, pero "el uso de las lenguas locales y étnicas en la prensa y los medios de comunicación, y la enseñanza de la literatura en las escuelas, es libre y coexiste con el idioma persa". Junto con el persa y el inglés, que domina perfectamente, el nuevo presidente iraní habla o comprende varios idiomas, como el kurdo, el azerbaiyano y el árabe. Por eso también es un firme partidario del uso de diferentes lenguas y considera que la aplicación de este principio serviría para contener las instancias separatistas y la lucha disidente interna.
El vínculo con las minorías es uno de los elementos que facilitarán un "desarrollo positivo" de las relaciones entre Teherán y Ankara, como señaló el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien considera el "origen étnico" de su homólogo iraní como un "potencial puente diplomático". “Masoud Pezeshkian en realidad es turco”, declaró Erdogan. “Habla turco en Tabriz, sabe hablar kurdo en las regiones kurdas y también es un experto en persa”, prosiguió. Señaló además que su origen étnico tiene raíces en la comunidad azerí, una etnia importante en Irán, sobre todo en la provincia de Azerbaiyán, donde se habla turco habitualmente. Todos estos factores, concluyó el líder turco, permiten esperar un "rápido desarrollo" de las relaciones, aunque la realidad sobre el terreno sigue llena de desafíos.
República Islámica y minorías
Confirmando la importancia de este aspecto, una de las primeras medidas adoptadas por el presidente electo (el 14º de la República Islámica) tras su victoria en las urnas fue precisamente reunirse el 13 de julio en el Parlamento con representantes de las minorías religiosas. El encuentro entre Masoud Pezeshkian - que tomará posesión de su cargo el próximo 30 de julio con la investidura oficial del líder supremo - y los delegados se celebró en el Shahid Beheshti Hall de la capital y permitió plantear una serie de temas que van desde una mayor inclusión en el gobierno hasta el diálogo entre las partes. Este enfoque basado en la confrontación - no en el enfrentamiento, al menos de palabra - deriva principalmente de sus orígenes, de la pertenencia a la tierra de Azerbaiyán occidental, famosa por la presencia de minorías, desde los azeríes hasta los kurdos. Además, él mismo refleja profundamente su propia herencia azerí, aunque Mahabad es una ciudad predominantemente kurda, al tiempo que mantiene como central la visión de Irán como un "Estado unitario" capaz de proteger los "derechos de las minorías".
La cuestión de la "dignidad" del pueblo iraní, en particular de las mujeres y los grupos étnicos minoritarios, ha sido objeto de campaña ya antes de las elecciones presidenciales, pero en la práctica carece de "sustancia", según el análisis de expertos y voces críticas. Pezeshkian, de 69 años, ha abordado el tema varias veces durante la campaña electoral, recordando la presencia y el papel, sobre todo de la minoría musulmana sunita entre los turcomanos, kurdos y baluchis, que habrían sido "privados de su estatus y su dignidad de iraníes debido a diferencias religiosas". Al igual que otros candidatos que han tenido una presencia destacada en las estructuras de poder de la República Islámica durante décadas, el presidente parece expresarse sobre la situación de las minorías (así como de las mujeres o la economía) como si fuera una figura de la oposición y no parte del establishment.
En realidad, el uso que hace de la palabra "ellos" es funcional porque todos los candidatos a suceder a Ebrahim Raisi, quien murió en mayo en un accidente de helicóptero, forman parte del "sistema" iraní desde hace décadas. El mismo Jamenei, con quien Pezeshkian dice estar "en deuda", ha afirmado en varias ocasiones que las iglesias domésticas son "una de las herramientas de los enemigos de la República Islámica... para debilitar la religión en la sociedad", sólo para recordar uno de los muchos ataques contra los cristianos. Al igual que uno de los partidarios más destacados de Pezeshkian, el ex ministro de Relaciones Exteriores Mohammad Javad Zarif, un "moderado" afirmó (mintiendo) que "en Irán nadie va a prisión por sus creencias" y que las historias de los baha'íes y otros condenados por su religión son "mentiras". Por eso el sitio web activista cristiano Article18, especializado en documentar las represiones que se llevan a cabo en la República Islámica, explica en un editorial que, independientemente de las palabras que se digan, hasta que no se garantice a todos los iraníes los derechos humanos básicos, los eslóganes como "Irán para todos los iraníes" o palabras como “nación y pueblo iraní”, “mujeres”, “minorías” y “etnias” sólo son “herramientas de propaganda” en las que ya no creen “ni el orador ni el público”.
Lo que está en juego en las relaciones con el exterior
Además de la cuestión interna en relación con las minorías, una de los temas fundamentales que el nuevo presidente estará llamado a resolver es el que se refiere a la figura del ministro de Relaciones Exteriores, uno de los (pocos) roles claves en el futuro Ejecutivo, que resulta estratégico para plantear las relaciones de Teherán con el resto del mundo. Aunque se sabe que seguirá "mirando hacia el Este", hacia Beijing, y mantendrá fuerte el vínculo con Moscú, está por ver si el elegido será capaz de devolverle relevancia internacional al país, como hizo en el pasado Zarif, artífice del acuerdo nuclear (y que algunos quisieran que volviera a ocupar el cargo). Teniendo siempre presente que el nombramiento para Relaciones Exteriores - junto con Inteligencia, Cultura, Interior y Defensa - se hacen con la aprobación del líder supremo, Ali Jamenei, porque el ministerio se considera "crucial" dentro del aparato del Estado.
El Middle East Eye (MEE), citando fuentes internas del gobierno de Teherán, informa que en este momento se están considerando cuatro nombres para el puesto y, entre ellos no figura el de Zarif, no grato a una gran parte del establishment ultraconservador del Parlamento. Uno de los posibles candidatos - probablemente el más acreditado - para Relaciones Exteriores es Ali Akbar Salehi, graduado del MIT y que ya ejerció el cargo durante la presidencia de Mahmoud Ahmadinejad entre 2011 y 2013, además de haber representado al país en organismos internacionales como la agencia nuclear de la ONU (OIEA). En su momento tuvo luz verde de Jamenei para negociar el acuerdo nuclear (JCPOA) con Washington. Es decidido, lleno de recursos y con contactos globales y tiene un perfil transversal que le permite obtener consensos incluso entre los conservadores, además de hablar con fluidez el árabe.
El segundo nombre es el de Majid Takht-Ravanchi, ex embajador ante la ONU y en Suiza, que también formó parte del equipo de negociadores sobre el tema nuclear. Tiene tres cualidades reconocidas: alta especialización combinada con un perfil bajo; formó parte del equipo que negoció en secreto con EE.UU. en 2013 y trató con el actual jefe de la CIA, Jake Sullivan; y es una personalidad no controvertida, con buenas posibilidades de recibir luz verde del Parlamento en caso de nombramiento. El tercero es Abbas Araghchi, que ya trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores como director político y negociador nuclear. Conocido en las cancillerías occidentales, donde goza de gran estima, el problema - en este caso - se plantea en el frente interno, ya que tiene la oposición de gran parte del Majles, donde se sientan muchos de sus "enemigos". Por último, el profesor universitario y ex parlamentario Mehdi Sanaei, ex embajador de Irán en Rusia e intermediario en las relaciones con Siria. A partir de esta elección, aunque no es decisiva, será posible anticipar en qué dirección se orientará la política exterior de la República Islámica, sobre todo en lo que respecta a las negociaciones sobre el tema nuclear y las sanciones que pesan sobre la economía del país y ponen de rodillas a la población.
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