Ta Om, la 'iglesia redescubierta' del padre Legnani
Abandonada en medio de los arrozales durante los años de la guerra y vaciada de sus cristianos, hoy ha vuelto a ser una frontera misionera en la prefectura apostólica de Battambang. Misionero del PIME: “Hemos querido conservar los agujeros de las ráfagas de ametralladora en una pared, símbolo del sufrimiento de nuestra gente”.
Siem Reap (AsiaNews) - Una iglesia que quedó oculta durante décadas, cuando la guerra la vació completamente de sus cristianos. Una iglesia que fue literalmente “redescubierta” entre los campos de arroz hace unos años y hoy se encuentra de nuevo en camino. Así podemos resumir la historia de la iglesia de Ta Om, en el norte de Camboya, que la revista del PIME "Mundo y Misión" muestra como uno de los signos más emblemáticos con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones 2021.
El padre Franco Legnani, uno de los primeros misioneros en llegar a Camboya en los años noventa, después de la época trágica de Pol Pot, desde 2019 se encuentra al servicio de la prefectura apostólica de Battambang, en el norte del país. "Mi base es Siem Reap - cuenta - pero me encomendaron la atención de las comunidades que viven en la zona de Ta Om, a 75 kilómetros de la ciudad, en medio de los arrozales. Es un lugar donde realmente no hay nada más ... ". Allí está la iglesia redescubierta: “La encontraron hace unos veinte años - explica el misionero del PIME -. Sabían que existía, pero no había camino para llegar hasta ella porque se accedía desde el río. Así que caminaron a través de los arrozales y al final la vieron: se había convertido en un establo”.
La iglesia de Ta Om se construyó alrededor de 1910. “Debe haber sido la sede de una comunidad cristiana muy grande - comenta Legnani -. Eso se puede deducir por el tamaño del edificio, pero también por las estadísticas que enviaban los sacerdotes de las Missions Etrangères de Paris y en 1938 estas hablaban de 700 cristianos. Después, durante la guerra de los años ‘70, fue bombardeada por milicias pro estadounidenses porque era una comunidad de vietnamitas. Los consideraban indiscriminadamente partidarios de las milicias de Hanoi que atravesaban Camboya. Precisamente por eso, cuando restauramos la iglesia decidimos que una pared conservara los agujeros producidos por las ráfagas de ametralladora. Queríamos que fuera un signo: esta es la madre de las iglesias, pero también el símbolo del sufrimiento de nuestra gente”.
¿Y la comunidad cristiana que vivía en Ta Om en aquellos años? “Algunos pudieron escapar - responde el misionero -. Regresaron a Vietnam navegando por el río y remontando el Mekong, en un viaje que debe haber sido épico. Sin duda a otros los mataron. De hecho, hoy ya no queda nadie de esa comunidad cristiana. Hay cuatro pueblos en la zona, pero todos están habitados por camboyanos”.
Con ellos se reanudó el camino. “Ya antes de que yo llegara - explica Legnani - la misión de Siem Reap había comenzado a animar a Ta Om. Empecé a venir en moto con regularidad, todas las semanas desde la ciudad: estoy con los niños y los ancianos que tienen muchas necesidades, porque los jóvenes se van a buscar trabajo a Tailandia. Hemos abierto una guardería para los más pequeños, la única de la zona; para los niños mayores ofrecemos iniciativas de educación informal. Pero en los últimos dos años el covid-19 nos ha obligado a reducir mucho todas todas las actividades".
Volver a empezar desde la fachada acribillada de una iglesia. En realidad es la misma historia que el padre Legnani ha vivido desde el principio en Camboya. “Cuando llegué a Phnom Penh en 1994 - recuerda - era muy urgente reconstruir el país, incluso materialmente: canales, desarrollo agrícola, ayuda para reiniciar las universidades. Sin embargo, después comencé a escuchar un grito cada vez más claro: los jirones de las comunidades cristianas dispersas durante los años de los jemer rojos necesitaban que alguien estuviera con ellos”.
Antes de ocuparse de la actual iglesia de Ta Om, el padre Legnani sirvió a muchas otras comunidades Primero en las aldeas de Kampong Thom y Chnok Tru; luego en la comunidad de Kampong Chhnang, formada principalmente por vietnamitas que viven una vida precaria en barcos, porque en Camboya no pueden tener títulos de propiedad sobre la tierra. Hoy lleva en su corazón dos sueños: “El más inmediato - dice - es poder establecerme permanentemente en Ta Om, porque hace falta una presencia estable con esa gente. Pero también tengo otro sueño - confiesa -: se llama Oddar Meanchey, la provincia más al norte de Camboya, en la frontera con Tailandia. Es una región muy hermosa, la he visitado varias veces; también es donde todavía hay más minas ... Nunca hubo allí una presencia de la Iglesia camboyana y significaría empezar de cero”.