China ha identificado desde hace tiempo la región para llevar a cabo proyectos hidroeléctricos que le permitan hacer frente a sus necesidades de energía. Las protestas no han logrado impedir la puesta en marcha de los planes, a pesar de un estudio que advierte sobre los riesgos de deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas. Mientras tanto, el número de muertos por el terremoto ha aumentado a 126, mientras que las gélidas temperaturas dificultan las operaciones de rescate.

 

Beijing (AsiaNews/Agencias) – A pesar de los frecuentes terremotos, China ha identificado el Tíbet como una región para la construcción de represas, mientras el número de muertos por el fuerte terremoto que sacudió ayer el Tíbet ha aumentado a 126, según informaron los medios chinos. Las autoridades han enviado más de 14.000 rescatistas al lugar y afirman que hasta ahora han rescatado más de 400 personas. Miles de casas quedaron destruidas y las operaciones se vieron obstaculizadas por las difíciles condiciones climáticas, con temperaturas que bajaron a -16 grados centígrados durante la noche.

Los terremotos ocurren con frecuencia en el Tíbet, que se encuentra sobre una falla geológica, pero el terremoto de magnitud 7,1 de ayer también se sintió en Nepal y partes de la India, y en las horas posteriores hubo más de 40 réplicas. A pesar de ello, China planea construir en esa región una serie de grandes represas, lo que genera preocupación por el potencial daño ambiental que los proyectos de infraestructura podrían causar en una zona sísmica.

En el Tíbet se encuentran algunos de los principales ríos de Asia y, según un investigador citado por Radio Free Asia, podría generar hasta 110 gigavatios de energía hidroeléctrica. Un estudio de International Campaign for Tibet (ICT) señala que, si bien hasta 2013 se habían construido o propuesto construir 114 represas, hoy la cifra ha ascendido a 193. Según la ICT, “el gobierno chino ha ocultado estratégicamente los detalles de la expansión hidroeléctrica en todo el Tíbet, porque los planes despiertan justificadas preocupaciones y controles de los expertos ambientales, las comunidades locales y los países río abajo”.

De las 193 represas consideradas, el 80% son grandes o mega presas y deberían ser capaces de generar 270 gigavatios de energía hidroeléctrica, equivalente a la producción energética de Alemania en 2022. Aunque alrededor del 60% de las presas todavía no se han ejecutado, su construcción podría llevar a un aumento de deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas, sigue diciendo el informe. También se ha criticado la propuesta de desviar algunos ríos, porque podría echar más leña al fuego en las ya tensas relaciones con la vecina India.

Algunos expertos han cuestionado el estudio del ICT, que no distingue entre represas construidas para energía hidroeléctrica y otros fines, como el suministro de agua o el control de inundaciones.

En los últimos años se han construido varias barreras en provincias adyacentes, como Sichuan y Yunnan, por lo que los expertos dicen que es natural que ahora Beijing apunte al Tíbet. Pero el año pasado la población local protestó contra la construcción de una presa en Sichuan que sumergiría seis templos budistas tibetanos y, a pesar de los reclamos, el proyecto siguió adelante.

Los planes de infraestructura de Beijing son coherentes con su decisión de aumentar la producción de energía al tiempo que reduce las emisiones fósiles. El mes pasado, la agencia estatal de noticias Xinhua anunció que el gobierno había aprobado la construcción de la presa más grande del mundo en el río Yarlung Tsangpo, precisamente en el Tíbet, que debería generar tres veces la energía de la controvertida presa de las Tres Gargantas. Todavía no está claro cuándo comenzarán las obras, pero los analistas creen que es poco probable que Beijing dé marcha atrás.

 

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