Sínodo: diálogo, formación y migrantes, presentes en las relaciones de los Círculos menores
En los informes de los 14 grupos de trabajo se mencionan la necesidad de una Iglesia en diálogo, que evite la auto-referencialidad, los prejuicios, y sobre todo, puntos referidos a la credibilidad del testimonio. La cultura digital y el riesgo de una conducta compulsiva hacia la “cultura de la pantalla”. Formar pastores capaces de afrontar los desafíos pastorales, misioneros y espirituales ligados a la cultura de la globalización, del secularismo y de la tecnología.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Una Iglesia abierta al diálogo con los jóvenes, pero comprometida con su formación y capaz de ofrecer enseñanzas útiles a una generación que está muy lejos de la de sus padres, que está viviendo una “migración tecnológica”, que es herida por fenómenos como las migraciones y los abusos sexuales. Son algunas de las indicaciones surgidas a partir del trabajo desarrollado en los Círculos menores, los grupos de estudio en base al idioma, que hoy presentaron 14 relaciones, escritas en seis idiomas.
Lo que más se resalta es la necesidad de una Iglesia en diálogo, que evite la auto-referencialidad, los prejuicios y más que nada, apuntar a la credibilidad del testimonio. Los jóvenes, ha observado el grupo Italiano A, “ya, desde ahora, son el presente de la Iglesia, no sólo el futuro: la Iglesia, cuando habla de los jóvenes, habla de sí misma. El uso del conector ‘y’ (en expresiones como ‘los jóvenes y la Iglesia) corre el riesgo de avalar una comprensión distorsionada, que separa a los jóvenes de la comunidad”, mientras que ellos deben ser valorizados, y su participación activa en la vida eclesial, debe ser promovida y difundida”.
En los Círculos menores se prestó mucha atención al tema de la cultura digital, algo que ya se ha vuelto invasivo en la vida de los jóvenes, con su riqueza de luces, pero también de sombras, como el aumento del sentimiento de soledad, el riesgo de asumir una actitud compulsiva en relación a la “cultura de la pantalla” La inmersión en el mundo virtual –observa, a este propósito, el círculo Inglés D- ha producido una suerte de ‘migración digital’, es decir, un alejamiento de los valores familiares, culturales y religiosos en un mundo de privacy y auto-referencialidad. Así como muchos inmigrantes se sienten desarraigados de sus hogares espirituales, de la misma manera los jóvenes de Occidente pueden sentir el mismo tipo de desarraigo, aunque permanezcan físicamente en el lugar”. En semejante contexto, observan varios de los Círculos, la presencia de la Iglesia es esencial para acompañar a los jóvenes, enseñándoles que la web debe usarse, pero sin dejarse usar por ella.
Otro tema tratado en los 14 Círculos menores es el de los abusos: siendo un escándalo que socava la credibilidad de la Iglesia, el mismo debe afrontarse de manera exhaustiva, reconquistando la confianza de los fieles. A propósito de ello, el círculo Inglés A afirma: “La confianza hecha añicos, el trauma y el sufrimiento que marcarán toda la vida de los sobrevivientes; los fracasos catastróficos en la gestión de casos; el continuo silencio y la negación de algunos de estos terribles crímenes y pecados –estos temas piden a gritos ser nombrados, abiertamente, por el Sínodo”.
El compromiso frente a las migraciones está muy presente en los Círculos. Éstas, observa el círculo Italiano D, constituyen un fenómeno antiguo, no ya de emergencia, que se revela como un auténtico signo de los tiempos, que la Iglesia, en todos los niveles y unida al Santo Padre, no puede dejar de captar, ayudando a la culturas a abrirse a una dimensión resuelta e históricamente inevitable”. Y, subraya el Círculo Italiano B, “una particular situación de fragilidad es la de los jóvenes migrantes (nn. 45-47), que muchas veces se ven forzados a buscar un futuro mejor huyendo de situaciones de guerra, hambre, corrupción y vacíos de democracia, seducidos por el espejismo de una bienestar ilusorio”.
Para esto, se necesita una pastoral adecuada al sector y una implicación conjunta de las Conferencias episcopales, tocadas directamente por tal fenómeno. Es necesario defender la causa de los migrantes a nivel internacional, creando canales de legalidad y seguridad; es importante promover oportunidades en los países de proveniencia, así como en aquellos que brindan su acogida.
Amplio espacio halló el tema de la formación y de la educación, que debe ser sólida, interdisciplinaria, integral. Recordando la importancia de las escuelas y de las Universidades católicas –que deben ser valorizadas, y no instrumentalizadas, dado que pueden formar a los jóvenes en la fe y en la vida cristiana– se reafirma que la enseñanza es una de las tareas primarias de la Iglesia y que a menudo, frente a fenómenos como el fundamentalismo y la intolerancia, la mejor respuesta está, justamente, en la promoción de una educación en el respeto y en el diálogo, tanto inter-religioso como ecuménico.
La formación también concierne a los pastores. “Se trata –observa el círculo Francés B- de formar pastores capaces de afrontar los retos pastorales, misioneros y espirituales ligados a la cultura de la globalización, el secularismo y la tecnología digital. Basados en estas exigencias, resulta urgente y necesario repensar el contenido de la formación en los seminarios y en los noviciados, proponer un nuevo estilo de vida sacerdotal y una nueva forma de ministerio ordenado”.
´Por último, son numerosos los círculos que proponen que desde el Sínodo surja un mensaje dirigido a los jóvenes, y que el mismo tenga un estilo narrativo adecuado, para brindarles la esperanza cristiana con palabras proféticas que hablen de la mirada de Dios sobre la juventud.