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BANGLADES
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Superior Pime: el desafío misionero entre los jóvenes y los trabajadores de Bangladés

de Anna Chiara Filice

El p. Michele Brambilla llegó al país asiático en el año 2007. Las dos obras más importantes para la Iglesia local son “la cuestión de los trabajadores y la obra pastoral en las parroquias”. Los jóvenes, cerca de 70 millones, son “un potencial inmenso”.

Roma (AsiaNews)- En Bangladés los jóvenes “son un potencial inmenso” y los trabajadores la fuerza motriz del país, representan “el desafío más grande para la Iglesia local”. Lo dice el p. Michele Brambilla, superior regional del PIME (Pontificio Instituto Misiones Extranjeras) en estos días participó en un curso de formación dirigida a los superiores del Instituto. A AsiaNews, el sacerdote habla de los desafíos puestos a la Iglesia católica en Bangladés y las respuestas por parte de los misioneros. En particular individua dos categorías clave: los jóvenes y los trabajadores. Entre ellos, afirma, “lo misioneros obran inmersos en la realidad, siguiendo los principios del Evangelio”.

El p. Brambilla tiene 47 años y está en Bangladés desde 2007. Trabajó en los pueblos tribales del norte del país y hoy se ocupa de la gestión del nosocomio diocesano de Dinajpur, el St. Vincent Hospital. “Estoy aquí-refiere- porque el Señor así lo quiso. Era esto lo que Él eligió para mí. Yo no hago otra cosa que decir ‘sí’ cada día.

Las aspiraciones de los trabajadores, el cuidado pastoral en las fábricas

El superior regional dl PIME explica: “El trabajo es la principal preocupación de cada familia. Por esto es de fundamental importancia la obra desarrollada por el centro de Girani, en la periferia de Daca. La capital ya se convirtió en el mayor polo industrial del país. En el hostal dirigido por el p. Gian Paolo Gualzetti se hospedan jóvenes trabajadores, en mayoría católicos tribales, que acompañamos también desde el punto de vista espiritual. Por ejemplo la misa se celebra cada día”.

Además de la hospitalidad, continúa, “nos ocupamos de las exigencias sanitarias de los empleados, como la curación de las enfermedades ligadas a las condiciones del trabajo. Hemos iniciado una colaboración con Caritas a través de un servicio de casa cuna a disposición de todas las madres de la zona. Aquí trabajan dos educadoras que hacen jugar y animan a los niños en el horario de trabajo de las fábricas. También damos cursos pre-matrimoniales para aquellas parejas que no logran volver a las parroquias de sus pueblos tribales”. Los misioneros aman mucho el bienestar de la persona en todos sus aspectos. “Tomamos informaciones sobre las fábricas-agrega-, nos aseguramos que éstas respeten los estándares de seguridad, que garanticen las justas horas de descanso y paguen en modo adecuado por el trabajo hecho”. 

Los jóvenes, un potencial que hay que explotar

Un discurso aparte está reservado a los jóvenes, a los cuales será dedicado el próximo Sínodo de los obispos. “La cosa que más llama la atención de ellos, prescindiendo de las condiciones económicas es su alegría. Esta brilla a través de la mirada y forma parte de la índole de este pueblo. Los jóvenes representan un potencial enorme para este país: son cerca de 70 millones, casi el 45% de la población (el total de los habitantes es de cerca 170 millones, Ndr). La gran esperanza de ellos es encontrar un buen trabajo: para alcanzar este objetivo estudian mucho y están dispuestos a transferirse al extranjero, porque no hay trabajo para todos. Luego quizás retornan después de algunos años y llevan consigo experiencias de vida que enriquecen a todos".

Más allá del aspecto del empleo, “está emergiendo siempre más un movimiento de jóvenes “comprometidos” que se reúnen, organizan eventos, quieren compartir juntos el tiempo y la vida. Considero que sea una tendencia positiva, que hay que alentar”. “A parte de estos ejemplos positivos-prosigue- los peligros en los cuales pueden incurrir son la droga, el alcoholismo y el fundamentalismo”. Por esto la tarea de los sacerdotes, concluye, es “estar junto a ellos, acompañarlos en las elecciones, hacer que ellos no se consideren como ‘superiores’, sino en su mismo nivel y guiarlos en la vida. Debemos estar allí junto a ellos, como punto de referencia, prontos a recibirlos con sus dificultades e inseguridades. El cura, en calidad de pastor debe tener claro los principios de la doctrina cristiana, pero también debe adaptarse a las necesidades de la persona”.

 

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