Sri Lanka, un proyecto hídrico deja sin agua a miles de personas
El mega-proyecto “Uma Oya”, aprobado durante el gobierno de Mahinda Rajapaksa. La construcción de la cisterna secó los terrenos y creo grietas en las habitaciones. Estimaciones no oficiales hablan de 600 toneladas de cosecha perdidas. Al menos 42 aldeas afligidas y afectados por la sequía.
Colombo (AsiaNews)- Al menos 600 toneladas de cosecha fueron destruidos; enteras aldeas se quedaron sin agua ni recursos hídricos; la población local obligada a recorrer cada día decenas de quilómetros para poder lavar y juntar agua para beber. Son resultados de la “Uma Oya Multipurpose Project”, un proyecto de desarrollo hídrico que devastó parte del territorio de Sri Lanka. Por esto los habitantes de 42 aldeas interesados, al menos 20 mil personas, salieron a la calle para protestar contra el proyecto que arruinó sus vidas y sus medios de subsistencia.
La manifestación fue organizada por los activistas del “People’s Movement against the destructive Umaa Oya Project”. AsiaNews recibió los testimonios de diversos habitantes de Medaperuwa, una aldea habitada por singaleses y musulmanes, situada a 28 Km de Ella– Bandarawela, en el distrito de Badulla (provincia de Uva), donde surge el proyecto. Todos denuncian las extremas condiciones de vida en las cuales se encuentran en el arco de 2 años, o sea desde cuando entró en pleno régimen el proyecto hídrico y la cisterna aprobado bajo el precedente régimen de Mahinda Rajapaksa. Entre estos está el P. B. Sanjeewa, un agricultor, que narra: “Gracias a la cosecha, vivíamos una existencia digna. De hace 2 años no tenemos más agua. Los ríos, los arroyos y los canales están secos. Ahora logramos lavarnos al máximo 2 veces por semana, pero debemos ir muy lejos a buscar el agua”. Además “miles de acres de terreno cultivados fueron destruidos”.
Según estimaciones no oficiales, en los primeros meses de 2017 los campesinos han perdido unas 600 toneladas de cosecha. Además la construcción de la cisterna provocó deslizamientos en el terreno, que provocaron grietas en las paredes de las habitaciones y a los largo de los campos. Lasantha de Silva, de la oficina de prensa del servicio radio de la comunidad de Uva, refiere que en el pasado Bandarawela “era una conocida meta turística que atraía a tantísimos turistas extranjeros y locales. El espléndido paisaje, el clima agradable y ventilado habían hecho de este lugar un verdadero paraíso. Pero ahora todo se transformó en un infierno”. “Las bellísimas comunidades de las aldeas-agrega- que un tiempo estaban nutridas y bendecidas por el magnífico ambiente natural, por ironía de la suerte hoy piden agua”.
Entre las aldeas involucradas están las de Medaperuwa, Udaperuwa, Egodagama, Palleperuwa, Heel Oya e Weragala. La señora Musameel, madre de 4 hijos en edad escolar, cuenta afligida que el gobierno concede una indemnización de 500 rupias por semana (unos 4 euros, Ndr) para poder comprar agua, “pero n unca son suficientes. Estamos obligados a ir a otra aldea para poder bañarnos”. Niaas Musamel, el hijo de 16 años, confirma: “Sufrimos mucho. La gente debe viajar o recorrer a pie al menos 7 km para encontrar agua potable y poder lavarnos”.
Manatungage Maalasri, un conductor de rickshaw, lamenta: “Con mi triciclo, yo puedo transportar a mis familia a lugares lejanos”. “Pero, ¿qué se puede decir de aquellos que no tienen este privilegio? ¿Cómo hacen los ancianos y los enfermos?, concluye con rabia.
Se agradece a la Organización Catamaran por su colaboración
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