Setenta años de fuga de Pyongyang a Seúl
La ruta del norte que pasa por China y llega a Seúl a través de Mongolia o el sudeste asiático ha sido la única posibilidad para miles de prófugos. Desde fines de la década del 90, 33.000 personas lograron llegar a Corea del Sur, pero la pandemia ha estrechado la red. Decenas de miles de norcoreanos que se encuentran en territorio chino temen que la reapertura de las fronteras con Beijing sea la antesala de la repatriación.
Milán (AsiaNews)- El fenómeno de la migración entre las dos Coreas ha marcado la historia de la península desde la división, que el próximo 27 de julio cumple 70 años. Sin embargo, desde la década de 1990 la migración de Norte a Sur ha tenido un punto de inflexión, adquiriendo la connotación humanitaria que hoy se le atribuye. Corea del Norte sobrevivió al colapso de la Unión Soviética y al colapso del bloque comunista, pero las consecuencias para el país fueron devastadoras. La deforestación masiva, obligada por la necesidad de acelerar el proceso de industrialización y de habilitar nuevas tierras de cultivo, ha dejado al país en un estado de profunda vulnerabilidad. Los norcoreanos que decidieron abandonar su país desde la década de 1990 lo han hecho por razones humanitarias, relacionadas con el hambre, la búsqueda de mejores condiciones de vida y la esperanza de escapar de la persecución política. Según el Ministerio de Reunificación de Corea del Sur, entre 1998 y 2023 más de 33.000 norcoreanos consiguieron llegar a Corea del Sur.
Migrar de Norte a Sur supone innumerables riesgos. Con las estrictas leyes sobre libertad de circulación que rigen en Corea del Norte los viajes no autorizados, tanto nacionales como internacionales, son ilegales, por eso resulta necesario involucrar a "intermediarios", que a menudo cobran tarifas muy altas, incluso de hasta 15 mil dólares, lo que aumenta el riesgo de caer en manos de traficantes de personas. Las víctimas son sobre todo mujeres y niñas que buscan mejorar su situación económica y a menudo se convierten en víctimas de la trata vinculada sobre todo a la industria del sexo.
Algunos de los riesgos para salir del país se agravaron durante la pandemia. Según una investigación reciente de Reuters, la ruta del norte está muy comprometida en este momento. El gobierno de Corea del Norte habría aprovechado la pandemia para reforzar el control de la frontera con China que, ante la imposibilidad de cruzar la zona desmilitarizada en el paralelo 38 y entrar directamente en Corea del Sur, era la vía más segura para escapar. Según datos del Ministerio de la Reunificación, sólo 67 norcoreanos lograron llegar al Sur en 2022, un número pequeño en comparación con más de mil en 2019.
A las nuevas dificultades asociadas con el cruce de las fronteras, el fin de la pandemia suma un temor renovado: las repatriaciones forzadas. Después de tres años de bloqueo, Corea del Norte ha decidido reabrir sus fronteras, lo que ya estaba previsto para junio de 2023. La reapertura juega un papel clave en la seguridad de los refugiados porque volvería la posibilidad de las repatriaciones forzadas desde China. Aunque a los norcoreanos se les concede el estatus de refugiado internacional -lo que facilita el ingreso en Corea del Sur, que reconoce como ciudadanos a todos los coreanos de la península-, los que abandonan el Norte no disfrutan en China de ese mismo estatus.
No obstante, China es la primera etapa necesaria para los que quieren escapar de Pyongyang, porque desde territorio chino es posible llegar tanto a los países del sudeste asiático como a Mongolia, que generalmente envían a Corea del Sur a los refugiados que identifican. Debido a los acuerdos con Corea del Norte, Beijing no permite que la agencia de la ONU para los refugiados ejerza su mandato, y aplica la repatriación forzosa a los que encuentra en su territorio. Y la posibilidad de ser capturado hoy se ha incrementado con el uso de la inteligencia artificial para la identificación facial.
China no revela ninguna información sobre los norcoreanos que hay en su territorio, y los que están refugiados en ese país viven escondidos, sin documentos, sin acceso a la atención médica y expuestos a la trata de personas. La clandestinidad por un lado y la falta de cooperación de las autoridades de Beijing por el otro, hacen que sea extremadamente difícil conocer con exactitud cuántos norcoreanos se encuentran hoy en ese país. Sin embargo, según algunas estimaciones compartidas por Radio Free Asia, en este momento habría cerca de 60.000 norcoreanos no registrados en China, de los cuales al menos 2.000 están detenidos y corren el riesgo de ser repatriados.