17/12/2014, 00.00
MEDIO ORIENTE - ISLAM
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Secularismo, divisiones entre sunitas y chiítas, el Estado islámico borra los cristianos de Oriente Medio

de Fady Noun
El islam no puede contribuir a la paz, si no se resuelven antes los conflictos internos y las divisiones entre suníes y chiíes. La barbarie del Estado islámico impuso la paz "de los cementerios". Se hace cada vez más concreto el riesgo del fin de los cristianos en Medio Oriente. A la amenaza externa del extremismo islámico se suman el secularismo y las divisiones políticas que corroen a las comunidades desde el interior.

Beirut (AsiaNews)- Cómo parecen lejanos los tiempos en los cuales se alzaba la indignación contra las palabras de Benedicto XVI, el cual parecía haber dado el propio apoyo a los apologetas que asociaban el islam a la violencia, mientras que el pontífice no hacía otra cosa que retomar un citación de Manuel II Peleólogo. Reprimida por la verdad oficial, esta violencia aparece hoy en toda su dimensión en You Tube, bajo formas de personas torturadas mediante la crucifixión, de enteras poblaciones privadas de sus propios bienes y expulsados de sus tierras, de mujeres violentadas y vendidas, de prisioneros primero torturados y luego decapitados. Es ya tarea de los musulmanes, alarmados por el crecimiento de la islamofobia, moverse y confutar lo que todos- en particular el Occidente condicionado por las noticias reportadas en los medios- afirman cómo es el "verdadero rostro del islam".

Los 4 militares y policías asesinados por las milicias del frente Jahbat Al-Nusra y el grupo del Estado islámico ya en posición, a dos pasos de nuestras fronteras orientales, son un signo evidente de esta cuestión fundamental para el futuro de la región, no nos ahorrará en el presente próximo. 

En realidad no lo es ya desde hoy. El Muftí de la República, el jeque Abdel Latif Deriane, participó en estos días en un encuentro en Riad, en Arabia saudita sobre el tema: "Los criterios de los conflictos al interior del islam y su aplicación contemporánea", un tema que encierra alianzas con la más estrecha actualidad. Él por otro lado, había participado en una "Conferencia contra el extremismo y el terrorismo", organizada por la universidad egipcia de Al-Azhar, en el Cairo, a pocos días de distancia del pedido lanzado por el Papa francisco a su vuelta de Turquía, que pedía a gran voz que "se condenara esta violencia que daña al islam mismo".

El p. Fadi Saou, fundador de la asociación Adyan, y Mohmmad Sammak. Co-presidente del Comité nacional para el diálogo islamo-crsitiano, hace poco regresaron de una viaje a Abu Dhabi, donde han participado a un Forum para la promoción de la paz al interior de las sociedades musulmanas. Una de las máximas autoridades del  mundo musulmán, el jeque Abdallah el-Bayyah, en el curso de su intervención lanzó un desafío a los propios correligionarios, usando estas palabras. "El islam no puede contribuir a la construcción de la paz fuera del mundo musulmán, si no estará en grado de realizarla al interior de sí mismo". La admonición, es en especial modo, por las divisiones entre suníes y chiíes.

No se podría presentar la cuestión en modo más claro. Todo esto emerge con claridad en los territorios de Siria e Irak controlados por las milicias del "Estado islámico". Basándose en una legislación perteneciente a otra época, este grupo ha querido restablecer la fe islámica en toda "su pureza". Sin embargo, este no logró hacer otra cosa que instaurar una nueva barbarie, una galaxia en la cual los chiíes son equiparados con los cristianos, a los Yazidíes y a otras minorías, y terminan por pagar el mismo precio. La única paz que el grupo logró imponer es la de los cementerios. Olvidadas la clemencia, la misericordia, la magnanimidad, estas virtudes asociadas en algunos casos por el Occidente a la civilización árabe. Lo que queda es sólo el terror, que se vuelve instrumento de una justicia suprema. Todo lo contrario de la "humanización del  mundo".

Algunos han querido poner este tipo de tiranía en la lista de la "naturaleza" de los árabes, los cuales sería por otro lado "refractarios a la democracia". Según un principio de puro racismo. Hablar de este modo, quiere decir ignorar totalmente la historia, la cual cuenta no sólo de progresos, pero también de grandes momentos de regresiones. Por el contrario, pensar en la historia en modo distinto, significa acunarse en el positivismo más beato.

Por el resto, los árabes están bien lejos de ser la sola parte en causa. Un atento observador podría encontrar muchos puntos en común entre las políticas promovidas o adoptadas por el grupo "Estado islámico", por Irán, Israel, Al-Qaeda y por los Hermanos Musulmanes: la misma búsqueda de la homogeneidad ideológica y cultural, los mismos jueguitos en tema de derechos humanos y libertad, el mismo racismo de retorno, la misma búsqueda de un dominio absoluto sobre la persona, la misma voluntad de concentración del poder estatal, la misma intolerancia y el mismo imperialismo. Los ejemplos provenientes de los otros continentes abundan en igual modo.

Considerando el espiral de violencia que parece imperar- de hacho el rey de Jordania no tuvo la menor duda de hablar de una "Tercera guerra mundial"- se multiplican las voces de tonos obscuros que anuncian el fin de los cristianos en Medio Oriente. Mientras tanto en el Cairo, como también en Riad, y en todos los Areópagos del mundo musulmán moderado, se pide insistentemente a los cristianos del mundo árabe que permanezcan en sus propias tierras y de no huir.

"Expulsar a los cristianos de sus casas es un crimen gravísimo", se lee en el interior de la declaración final de la Conferencia de Al-Azhar. "Nosotros dirigimos un pedido- continúa el documento- para que se queden en sus patrias, para expulsar juntos a este extremismo. Rechazamos al mismo tiempo la solución de la emigración, la cual lleva a cumplimiento final los objetivos del agresor y esparce lágrimas en nuestra sociedad civil".

Aún, no queriendo dudar de la buena fe que hay dentro de este pedido, ni al mismo tiempo la firmeza de la condena del extremismo hacha por el imán del Al-Azhar, el jeque Ahamd el-Tayeb, el mejor consejo que sentimos tener que decir a los todavía defensores de esta posición, es que se apuren antes que no se vacíen en otras regiones del  mundo árabe de los cristianos, como ya se vaciaron recientemente la planicie de Nínive, Mosul y Qaraqosh. O como terminaría vaciándose el Líbano, si algunos elementos que promueven las divisiones confesionales continuarán prohibiendo a los  voluntarios socorredores- como ya sucedió no hace mucho- de poder entrar al interior de una mezquita, con el pretexto que sus uniformes lleva las insignias de la Cruz Roja.

Además, es conocido que los Siro-católicos han realizado hace muy poco su Sínodo anual en Roma, no pudiendo reunirse en sus territorio patriarcal, entre las cuales Bagdad y Damasco, ahora consideradas, a todo efecto capitales e guerra, y hasta al interior del Líbano ismo, donde algunos obispos de la diáspora están cada vez más convencidos en no retornar. Durante su encuentro en el Vaticano con el patriarca Ignace Joseph III Younan, el Papa Francisco alentó a los vértices siro-católicos "a adaptarse a la evolución de su Iglesia". Y, ¿habría podido usar palabras diversas? Él además los exhortó a alentar a los cristianos que no han cedido a la prospectiva de la fuga, de mantenerse firmes y continuar resistiendo, Vemos que ha llegado el tiempo del heroísmo.

Sin embargo, las persecuciones no son ciertamente el solo factor de "desaparición" de los cristianos de Oriente. La Iglesia de nuestro tiempo debe enfrentar dos grandes enemigos, afirma Juan Pablo II en su libro "Atravesar el límite de la esperanza". Al oeste, el secularismo; al este, la persecución. En Oriente parece que estos dos elementos se conjugan. Las persecuciones, los ataques a los cristianos del exterior, mientras que el secularismo progresivo los carcome por dentro. Por eso, los cristianos podrían desaparecer. Entonces, los cristianos podrían así "desaparecer" del mundo oriental justamente por esta disolución, sin tener que abandonar necesariamente el suelo natío. Para continuar a resistir, hoy parece imprescindible ser dos veces héroes.

Hace algún tiempo, un sacerdote maronita, amargado por esta situación, si bien era un activista colmo de celo y ser un ardiente patriota, hablando de la propia Iglesia, me confiaba que "el fin de los cristianos de Oriente encontrará su propio origen entre los cristianos mismos, a causa de sus resignación, mucho antes que su aplastamiento llegue de manos del Estado islámico". "No estamos a la altura de nuestra presencia, de nuestra misión", precisó deplorando "la total ausencia de una estrategia, la debilitación extrema del sentido de la misión, la timidez, el apego al dinero y a la carrera" que según él, "minan en los profundo de las Iglesias orientales".

El amargo obstáculo de las divisiones políticas de los cristianos y el recuerdo de la guerra civil que a menudo los ha encontrado los unos en contra de los otros, es un elemento ulterior que confirma esta diagnosis marcada de pesimismo. He aquí entonces, que de hace más de 7 meses el Líbano está sin presidente, por culpa de una falta de acuerdo político que, antes que nada, emerge al interior del frente cristiano ismo; el todo en un país, el Líbano, único país en todo el Medio Oriente y en el  mundo árabe, en el cual el jefe de Estado es, por praxis constitucional, un cristiano.

Las pasiones que hieren a la Iglesias y a las comunidades de las cuales ellas representan las emanaciones socio-culturales y políticas representan, por así decir, "enemigos internos" igualmente despiadados, como lo son los que mutilan sus almas decapitando a prisioneros delante de una filmadora. Y de esto será necesario volver a hablar, en un día no demasiado lejano.

 

 

 

 

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