Seúl y Washington a favor de un escudo espacial que no agrada a Beijing ni a Moscú y tampoco a la Iglesia coreana
Mattis y el presidente interino coreano han ratificado la necesidad del sistema anti-misilístico THAAD. Para los chinos, Trump está potenciando la presencia de los EEUU en el Nordeste de Asia. Iglesia católica: No a la península coreana como centro de una nueva guerra fría.
Seúl (AsiaNews) – El nuevo Secretario de defensa de los EEUU, James Mattis, y el presidente coreano ad interim Hwang Kyo-ahn, han reafirmado la urgencia y la necesidad de desplegar en la península el sistema de defensa anti-misilístico THAAD, para contrarrestar el programa nuclear de Corea del Norte.
Mattis se encuentra en su segundo y último día de visita a Seúl, y esta noche volará rumbo a Tokio. En su próximo viaje oficial él quiere empujar a los dos aliados a sostener más los gastos para la defensa del área.
El sistema THAAD (Terminal High Altitude Area Defence) -que cuesta 800 millones de dólares estadounidenses por unidad- permitiría el monitoreo a través de radares de alto alcance y una “respuesta automática” contra las amenazas. Pero éste ha encontrado la inmediata oposición de China, Rusia y de la Iglesia católica coreana.
Beijing y Moscú temen que el monitoreo sobre la península también vaya dirigido a ellos. Es más, Rusia teme que haya una escalada de tensión entre las dos Coreas, con resultados imprevisibles en lo que se refiere a Pyongyang.
Cui Zhiying, director del Centro de investigaciones sobre la península coreana en la Tongji University, hace notar que “mientras que el programa de Trump, ‘America first’ (América en primer lugar), podría empujar a los EEUU a retirarse de muchos asuntos internacionales, en los hechos, [los EEUU] están potenciando su presencia en el Nordeste de Asia”.
La Iglesia católica coreana hace tiempo que se opone al THAAD, puesto que podría transformar la península en el “centro de una nueva guerra fría”. El 15 de julio pasado, en un documento oficial, los obispos reiteraron que “la paz jamás se realiza con el poder de las armas, sino a través de la confianza”. Por eso, piden a Seúl que frene el proyecto THAAD, y a Pyongyang que detenga los proyectos de enriquecimiento nuclear. Además, los obispos solicitan que se incrementen las ocasiones de un desarrollo económico común entre las dos Coreas. El camino –escriben ellos- no es el de la “presión militar”, sino el del “diálogo”, el de la “reconciliación y de la cooperación”.
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