Sangre hasta en los mineros: violencia sin fin en Baluchistán

de Shafique Khokhar

Al menos 21 víctimas - en su mayoría pastunes - en un asalto terrorista a las casas de los trabajadores de una de las actividades económicas consideradas símbolo del control de Islamabad sobre los recursos locales. Activistas locales a AsiaNews: «La gente está enfadada, necesitamos iniciativas reales de diálogo con los baluchis. Pero el terrorismo no hace más que agravar los problemas».

Baluchistán (AsiaNews) - Decenas de asaltantes armados con pistolas, cohetes y granadas de mano contra los trabajadores de un grupo de pequeñas minas privadas de carbón. Es el último capítulo de la larga cadena de violencia en la región de Baluchistán, en el suroeste de Pakistán, que tuvo lugar en la mañana del viernes 11 de octubre. Al menos 21 mineros, cuatro de ellos afganos, fueron asesinados mientras dormían o fusilados en ejecuciones reales en la zona de Duki, en un asalto que no fue reivindicado, pero que también se sospecha que es obra del BLA, el Ejército de Liberación de Baluchistán, que hace tan sólo unos días había matado en un ataque a dos ingenieros chinos.

¿A qué se debe esta ola de violencia en Baluchistán? ¿Y cuáles son las salidas? En declaraciones a AsiaNews, Mian Asif (de nombre artístico Wisi Baba), famoso escritor y analista, comenta: «Hay una insurgencia en Baluchistán, el gobierno provincial no cuenta con el apoyo de la población local y es incapaz de tomar decisiones. La gente tiene muchos problemas reales, en primer lugar el desempleo, con jóvenes que no encuentran un trabajo adecuado. Esta región ha sido el patio trasero de los gobiernos paquistaníes, pero ahora la población no está satisfecha con proyectos como el puerto de Gwadar (un centro clave de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Beijing ed) o las minas. Sus problemas han aumentado y sienten que estos proyectos de desarrollo son una especie de opresión contra ellos. La situación geopolítica, el terrorismo en la región y los disturbios han cuadruplicado los problemas. Baluchistán necesitaría realmente un gobierno local y proyectos de desarrollo rápidos. Por otra parte, es necesario un diálogo pacífico entre el Estado y estas personas enfadadas: debe darles un sentimiento de pertenencia, la gente debe saber que estos megaproyectos son para ellos y que se beneficiarán de ellos. La paz en la región no llegará de la noche a la mañana: es un proceso largo y, por desgracia, ni siquiera hemos empezado a avanzar en esta dirección».

Naseem Anthony, activista de derechos humanos, añade: «Los asesinatos selectivos de trabajadores en Baluchistán suponen una grave amenaza para la estabilidad económica de Pakistán, especialmente en un momento en el que este país se prepara para acoger la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Esta creciente agitación envía un claro mensaje de los grupos extremistas, que señalan su intención de desestabilizar la región y obstaculizar el desarrollo del país. Además de poner en peligro la vida de los trabajadores, corren el riesgo de disuadir a los inversores extranjeros en un momento crítico para la frágil economía de Pakistán. Es imperativo que los líderes políticos tomen medidas decisivas, demostrando unidad y garantizando tolerancia cero con la violencia».

Aamir Kakkazai, escritor y analista de Peshawar, declaró a AsiaNews: «Las personas asesinadas eran mineros pobres, todos pertenecían a la zona de habla pastún. Baluchistan se ha convertido en una tierra de terror desde que el general Musharraf mató a Bugti, un líder baluchi. Con el paso del tiempo, ninguno de los funcionarios del Estado paquistaní trató de arreglar las cosas con los jóvenes baluchi enfurecidos, sino que iniciaron una guerra limitada. Es triste que ninguno de los funcionarios del Estado haya intentado curar las heridas. El Estado debería controlar la situación con prudencia y proteger al pueblo de Baluchistán construyendo la paz en la región».

Los baluchis tienen prejuicios -añadió el padre Khalid Rashid Asi- porque piensan que sus recursos están siendo saqueados por otras provincias. Para construir la paz, el Estado debe poner fin a los prejuicios y al odio con medidas sensatas en la región. Los baluchis deben poder disfrutar de sus derechos. Por otro lado, sus organizaciones también deben abandonar el terrorismo; con estas actividades terroristas están demostrando que no aceptan el mandato del Estado. No hay solución en el terrorismo; la paz sólo prevalecerá mediante el diálogo».

Para mí, la solución a estos problemas pasa por unas elecciones justas en la provincia y por dar al pueblo beluchi el derecho a gobernarse a sí mismo», concluye Husnain Jameel, periodista y columnista. »Cuando los recursos de Baluchistan se utilicen para los baluchi, entonces habrá paz. Cuando tengan la certeza de que nadie está saqueando sus recursos, estarán satisfechos y se iniciará el proceso de construcción de la paz. Dejemos que los líderes baluchis participen en las elecciones: dejemos que gobiernen y que prevalezca la paz».