San Petersburgo: una clínica móvil ayuda a los pobres y migrantes

de Vladimir Rozanskij

El creador de la obra benéfica es el Dr. Ievkov. Ayuda a los que huyen del conflicto en Ucrania. La asociación juvenil ortodoxa "Kinonia" colabora con la iniciativa. Los migrantes reciben asistencia para tramitar sus documentos, encontrar alojamiento e incluso para regresar a sus hogares en Ucrania, Bielorrusia o Kazajistán.

Moscú (AsiaNews) - En San Petersburgo existe un ente de beneficencia que funciona desde hace algunos años y fue creado por el joven médico Sergei Ievkov (ver foto), hoy treintañero. Cuando comenzó a trabajar en el hospital se dio cuenta de que no le interesaba hacer carrera, al ver lo inaccesible que era la salud pública para tanta gente.

Alrededor de Ievkov se formó un pequeño grupo de personas con ideas afines que empezó a dar vida a la clínica móvil. Ahora, los médicos buscan una sede más estable y con mayor capacidad.

En estos momentos, la clínica, que atiende a un paciente por vez, está atendiendo a una mujer ucraniana de 40 años que llegó a San Petersburgo sin documentos. Svetlana está enferma de SIDA y tiene un tumor, pero sus problemas de salud se manifestaron después de su llegada a Rusia, hace un mes, cuando huía de un pequeño pueblo de la república separatista de Donetsk. Están intentando ingresarla en algún hospital, según cuenta Ievkov a Sever.Realii, y esperan poder atender su emergencia, gracias a la colaboración de los compañeros de otra asociación, "Acción Humanitaria".

La clínica móvil brinda a los pacientes pruebas de detección de infecciones de importancia social, vacunas contra el Covid-19 y la gripe, e incluso un servicio de oftalmología. Ievkov estudió durante ocho meses en una escuela moscovita de filantropía profesional, se convirtió oficialmente en directivo de una organización sin fines de lucro y siguió muchos proyectos, tanto individuales como grupales.

Parcialmente heredera del pasado soviético, la Constitución rusa garantiza la asistencia sanitaria a todos los ciudadanos, pero la realidad es muy distinta. Ievkov se sintió impelido a actuar al ver las necesidades de los trabajadores migrantes, incluso antes de la pandemia y la guerra. Su mayor desvelo son los niños, y procura prevenir enfermedades que podrían afectarlos por el resto de su vida.

Como cuenta el médico, "tuve que informarme sobre los derechos de los más débiles y aprender a ser un médico de la calle”. Nuestro proyecto se mantiene también gracias a la colaboración de la Asociación de Jóvenes Ortodoxos "Kinonia", que ha organizado varias unidades de la clínica móvil, utilizando furgonetas "Gazel" adaptadas a las necesidades sanitarias. "Nuestros pacientes se sienten seguros, acompañados por personas que les entienden, aunque todo lo que hagamos sea organizar los servicios normales de un pequeño consultorio médico".

Los dichos de Ievkov los corrobora Vitalij Kurdeko, un colaborador laico de las iglesias de la Anunciación y la Natividad de Cristo en Piskarevo, una gran calle céntrica de San Petersburgo. Kurdeko se encarga de las iniciativas sociales y caritativas de la iglesia y colabora con Kinonia desde 2015. Gracias a estas iniciativas, entendió lo que dice la Escritura, que 'la fe sin obras está muerta'.

Kurdeko explica que "antes de convertirme en un creyente activo era como todo el mundo, juzgaba a la gente y despreciaba a los vagabundos, a los sin techo. Pero luego me di cuenta de que son los leprosos del siglo XXI, a los que la sociedad ha dado la espalda". Con los jóvenes de la parroquia también organizaron una cantina en Tukhacevskaya, que es muy popular, especialmente los domingos.

Los jóvenes ayudan a los migrantes a tramitar sus documentos, a encontrar alojamiento y a regresar a sus hogares en Ucrania, Bielorrusia o Kazajistán, actuando de enlace con los consulados correspondientes. Hasta el 24 de febrero, la relación con la embajada ucraniana era excelente, los mismos diplomáticos enviaban a los pobres y enfermos que necesitaban ayuda. Hoy en día, la caridad también se ve frenada por la guerra, pero no se detiene.