Samkuru Vani: de esposa-niña a mujer libre gracias a los salesianos: ‘ángeles de misericordia’
La muchacha india estudia Tecnología en Vijayawada, en Andhra Pradesh. La familia había decidido su destino: esposa niña, mujer y madre. Pero, ella se rebeló y fue torturada casi hasta matarla. La salvación llegó a través del estudio y las atenciones amorosas de los salesianos.
Vijayawada (AsiaNews) – “Mi familia quería matarme; me maldecía como si fuese un mal presagio; para habría sido mejor ser un perro de la calle, porque hasta los perros tienen más valor que las mujeres en India. Rcé. Lloré. Pensé suicidarme”. Es la historia de Samkuru Vani, joven india, destinada por la familia a ser una esposa niña y castigada porque-como mujer- se rebeló osadamente y elegir un futuro mejor para sí a través de la educación. Su historia la narró a AsiaNews, por el p. M C George Menamparampil, responsable de las Oficinas misioneros de la Congregación de don Bosco y coordinador de las acciones de los salesianos en situación de crisis y desastres naturales en todo el mundo.
Por años el salesiano fue director nacional de las escuelas de don Bosco en India. En nuestras páginas habló de las esposas-niñas y mujeres convertidas en esclavas para el mercado del sexo en India y salvadas por los institutos de don Bosco. El testimonio pone en luz la esclavitud femenina ligada con los matrimonios forzados, recientemente salidas a luz con la publicación de un informe sobre los “nuevos esclavos”.
En ese documento se evidencia que en 2016 al menos 15,4 millones de mujeres en todo el mundo fueron obligadas a contraer matrimonio contra su propia voluntad. No es menos en India, que está entre los primeros lugares entre los países que admiten los “delitos de honor” y matrimonios precoces. Es el caso de la historia que narramos aquí, que es también- y sobre todo- una historia de rescate. Un rescate que se hizo posible, gracias a algunos “ángeles de misericordia”, o sea las hermanas y los sacerdotes de don Bosco, que en India recuperan niños de la calle y les ofrecen una educación de nivel en 400 Institutos diseminados en 87 ciudades. A continuación la narración (Traducción a cargo de Asianews).
Nací como Samkuru Vani y por fortuna sigo siendo Samkuru Vani. En los primeros años de mi vida mi familia me quería cambiar mi nombre. Lo que entiendo decir es que mis parientes querían darme como esposa cuando todavía era un menor de edad.
Puedo entender sus problemas. Soy la más pequeña de 8 hijos. Mi padre nos abandonó cuando era muy joven. Mi madre trabajaba como una coollie (trabajadora jornalera) en los campos. Las hermanas salesianas de don Bosco se convirtieron en mi fuente de misericordia. Ellas me ofrecieron comida gratis, alojamiento y educación. Cuando volví a casa después de la 10° clase (16 años), la familia no quería gastar dinero para darme comida ni educación. Ellos temían que si estuviese mejor instruida, hubiese querido un marido mejor y esto habría significado darme una dote más elevada.
Me presentaron a un hombre y a su familia, que vinieron a ver so podían tomarme como esposa. Yo rechacé casarme con él. Supliqué a mi madre, lloré por horas. Mis parientes me amenazaron con no ocuparse más de ella, si mi madre se pusiese de mi parte.
Para hacerme entender la lección, me dieron una cantidad de garrotazos.
Un día me escapé al Navajeevan Bala Bhavan di Vijayawada, que se puede traducir como la “Casa de don Bosco para dar una nueva vida a los niños”- El p. Koshy Thomas, el director, fue para mí como un segundo agente de misericordia. Me llevó al Comité gubernamental del distrito para el bienestar de los niños. Este convocó a mi madre, a mis hermanos y hasta a mi padre. Esta fue la primera vez que mis padres se volvieron a ver después que mi padre nos abandonó. No intercambiaron ni una palabra.
Mi familia prometió que habría podido continuar los estudios. Pero, una vez que volví a casa, toda la familia inició a pegarme. Mi hermana me preguntó: ¿cuál es tu problema? Todas tus hermanas se casaron jóvenes. También tu hermana mayor lo hizo”. Todo esto es muy triste porque una de mis hermanas, que todavía no tiene 30 años, tenía ya un niño y era viuda. ¡En India es tan difícil a las viudas poder volverse a casar! A nadie le importa cuánto tú seas joven o cómo harás para sobrevivir.
Mis familiares me pegaban; me golpearon la cabeza contra la pared, hasta cuando no empecé a sangrar. Me maldecían como si fuese un mal presagio y una vergüenza para la familia. Hasta querían matarme. En nuestro país se llama “homicidio de honor”. Mi madre era impotente en cuanto a mí, porque también ella no es otra cosa que ser mujer, abandonada por el propio marido.
Cuando me presentaron a otro hombre como pretendiente marido, me escapé de nuevo a los del p. Koshy. Él es realmente un ángel de misericordia. Me inscribió en un curso de ingeniería electrónico. “En aquel período) ninguno de mis parientes vino a visitarme ni preguntaron por mí. Ellos me consideraban muerta. No obstante todo lo que me han hecho, yo deseaba verlos, en particular a mi madre.
Estudiaba mucho. Puedo afirmar con orgullo haber sido la primera de la clase.
Un día mi padre vino a buscarme para llevarme a casa. Había prometido dejarme estudiar, pero apenas llegué a casa empezó a pegarme y amenazándome con matarme si hubiese vuelto a la casa de don Bosco. Creí realmente en aquella amenaza porque tenía delante de mis ojos la imagen de mi madre sangrante en la cabeza que mi padre le habría provocado con un hacha. A ese punto volví a los de mi madre y de mis hermanos.
Y allí reinició el antiguo ritual: una continua ráfaga de hombres que venían para mirarme. Me sentía como una vaca en venta en la plaza del mercado. Es triste que la mujer en India no tenga un status individual. Ella puede ser hija, mujer o madre de un varón. Fui torturada, golpeada, puesta en arresto dentro de mi casa. Deseaba ser un perro de la calle. Un perro sería más libre que yo. Maldije mi desafortunada condición de ser mujer. Recé. Lloré. Medité y pensé en el suicidio.
Al final mi abuela me ayudó a volver una vez más al Navajeevan de don Bosco. El P. Koshy, el hombre más misericordioso que yo haya jamás encontrado, nuevamente me recibió. Me inscribió en la Universidad. Hoy estoy en el segundo año del curso de la carrera en Tecnología Navajeevan di don Bosco (B. Tech., Bachelor of Technology). Trabajo part-time y me ocupo de mis necesidades.
Tenía diversos motivos para rechazar el matrimonio. Quería estudiar. Era demasiado joven para ser esposa y madre. La instrucción me dio una vida mejor. Me dará la oportunidad de transmitir a otras jóvenes la misericordia que recibí de las hermanas y de los sacerdotes salesianos. Estudiaré, encontraré y ganaré bien. Y estaré en grado de ayudar a otras muchachas como yo. No quiero que otras jóvenes sufran como yo sufrí.
05/10/2017 13:51
11/10/2016 13:22