Sacerdote sintoísta: Con el Papa en Japón, aunar nuestras fuerzas al servicio de la paz
Nabeshima Tomohisa tiene 52 años y es el kannushi (sacerdote responsable) del santuario de Yutoku Inari en Kashima (prefectura de Saga, isla del Kyushu). Él habla de sus expectativas ante la visita del Papa Francisco a Japón (23-26 noviembre). “Si bien profesamos religiones distintas, tenemos el mismo corazón y los mismos deseos que expresar: sobre todo, el don de la paz en el mundo”. “El cristianismo es una religión de los extranjeros; sin embargo, Cristo y María son como unos tíos nuestros, que viven cerca de casa”.
Kashima (AsiaNews) – “Quisiera que al venir a Japón, el Papa nos dé un mensaje para poner nuestras fuerzas al servicio de la paz: es el deseo de Nabeshima Tomohisa, el kannushi (sacerdote-responsable) del santuario de Yutoku Inari, en Kashima (prefectura de Saga, isla de Kyushu), a unos 60 km de Fukuoka.
En una entrevista con el Pbro. Alberto Berra, un sacerdote del PIME que vive en Japón desde hace casi 30 años, el Rev. Nabeshima, 52 años, explica su visión del sintoísmo, profundamente ligado a la naturaleza, que es obra de Dios, y empeñado en el diálogo con las otras religiones: “Dios es como un padre y una madre. El Cristo y el Buda con como los hermanos de nuestro padre y de nuestra madre… Cristo y María son como unos tíos que viven cerca nuestro”. El Rev. Nabeshima cultiva una amistad con los misioneros del PIME (Instituto Pontificio de Misiones en el Extranjero) desde hace algunas décadas: sus tres hijos asistieron al jardín de infantes de la Iglesia católica en Kashima, cuyo director es el Pbro. Lorenzo Manerba. Su hija menor, que está concluyendo el ciclo inicial, ha expresado el deseo de interpretar el rol de la Virgen María en la representación de la Navidad.
Papa Francisco estará en Japón del 23 al 26 de noviembre. El tema de la visita es “Proteger todas las vidas”. El Rev. Nabeshima se detiene en el valor de la defensa de la vida y de la naturaleza, y revela que incluso en una sociedad secularizada como es la japonesa, el deseo religioso no se apaga, sino que vuelve a florecer continuamente, también entre los jóvenes.
El templo sintoísta “Yutoku Inari” fue construido hace 330 años y cada año es visitado por más de 3 millones de personas. En los 3 primeros días del año nuevo, más de 800.000 personas llegan de visita al lugar.
Nabeshima Tomohisa está en este templo desde 1993 y desde este año es el sacerdote en jefe (Guji), sucesor de su padre. Mientras nos guía en la visita por el interior del templo, nos brinda algunos datos: en Japón, hay cerca de 80.000 templos sintoístas, grandes y pequeños, y los kannushi suman casi 25.000. Para establecer un parangón, los templos budistas son casi 70.000, y los bonzos cerca de 130.000: en varios templos budistas hay formas de vida común, mientras que el sintoísmo carece de este aspecto.
Rev. Nabeshima, ¿cómo es la vida cotidiana de un sacerdote sintoísta?
La actividad de los kannushi es estar al servicio de Dios. En lo particular, en lo cotidiano, esto es rezar por la paz, por una vida serena y próspera; no solo yo, sino todas las personas que trabajan en el templo. Cada mañana, nos reunimos para orar y para el rito de purificación; necesitamos purificar nuestro cuerpo, pero también el corazón.
Otras ‘actividades’ de los kannushi son: la ceremonia de purificación de un terreno antes de comenzar una obra de construcción (Jichinsai); la bendición de los matrimonios (como también hacen ustedes, según tengo entendido, en la Iglesia católica) y todo lo referente a las fiestas y festivales (Matsuri).
Además de esto, trabajamos en la gestión del templo con todo lo que conlleva: economía, contabilidad, la dirección del mantenimiento y la limpieza del ambiente, la instalación de tecnologías modernas como wi-fi, etc. Este es un servicio orientado a muchos visitantes, que también vienen del exterior, y que posibilita la conexión de los ancianos con el Kannushi.
Este templo es visitado por personas de todo el mundo, de religiones distintas. Mi tarea también consiste en dialogar con ellos.
En la sociedad japonesa es importante trabajar para mantener la paz, por más que digamos que somos una nación que en este momento vive en una situación de paz. El otro día fui invitado al palacio imperial, para acompañar al emperador en la ceremonia de entronización.
(Sokuirei Seiden no Ghi). Vi a la emperatriz enjugarse las lágrimas al escuchar las palabras del emperador referidas a la inauguración de la era “Reiwa”, cuyo nombre subraya la paz. Muchas personas entrevistadas expresaban este deseo de paz.
El templo sintoísta es un ambiente que desea la paz, favorece la alegría y ayuda a recomponer los vínculos entre las personas. Pienso que ustedes, los cristianos, también trabajan con esta finalidad en las iglesias. A través de nuestra labor y con la oración, contribuimos a construir la paz en el mundo.
Papa Francisco viene a hablar de la paz y de la dignidad de la vida. ¿Cómo ve estos temas?
La vida y la naturaleza son muy importantes. A este respecto, en el sintoísmo hay tres fiestas vinculadas al cultivo del arroz. La primera, en primavera, se relaciona con la plantación del arroz y en ella se invoca la bendición de Dios para obtener el alimento. En otoño, está la fiesta de la siega, para agradecer a Dios por la cosecha. Por último, hay una fiesta de la fundación del templo (al igual que sucede con las personas, se celebra la fiesta de cumpleaños del templo).
Dependiendo de cuál sea el templo, cambian las fechas. Aquí, en el templo Yutoku Inari de Kashima, la celebramos en marzo.
En el sintoísmo, el tema principal es la naturaleza. La vida proviene de la naturaleza. ¿Qué es la naturaleza? La existencia de la naturaleza está ligada a Dios. Nosotros vivimos gracias a la naturaleza; por lo tanto, debemos protegerla y conservarla para las generaciones futuras. Si en los alrededores del templo hubiera industrias, el agua que los visitantes usan para la purificación no estarían tan límpida como ven. Por tradición, el templo es un lugar donde refugiarse en caso de desastres naturales. Por eso es considerado un lugar para proteger la vida.
¿Cuáles son sus expectativas y las de la sociedad japonesa ante la visita del Papa?
Siento una simpatía por el cristianismo, y gracias a la amistad con el Padre Manerba pienso que Cristo también me protege a mí. Cuando entro en la iglesia católica de Kashima, siento alegría.
Lo que espero [de la visita] es que, aún siendo de religiones diversas, tengamos el mismo corazón y los mismos deseos que expresar: sobre todo, el don de la paz en el mundo.
Cuando conversamos con los “Miko” [jóvenes vírgenes que asisten al sacerdote sintoísta] antes de su ingreso, les decimos: “De ahora en más, servirán a Dios. Dios es como un padre y una madre. El Cristo y el Buda son como los hermanos de nuestro padre y de nuestra madre; son como nuestros tíos, y les debemos respeto”. El Cristianismo es una religión de los extranjeros, pero Cristo y María son como unos tíos que viven cerca nuestro. Si no se tiene este sentimiento de respeto, no se puede trabajar en un templo sintoísta, y tampoco ser un Miko.
Lo mismo pasa con la educación de los hijos. A ellos no los educan solamente los padres, sino también los abuelos, los tíos, los parientes, y muchas otras personas que colaboran en la buena educación de los hijos.
De la misma manera, ahora que el Papa viene a Japón, espero que los japoneses puedan sentir esta simpatía al escuchar sus enseñanzas. No verlo meramente como alguien de otra religión, sino como alguien que tiene una enseñanza muy válida. Esta enseñanza, cuya finalidad es la paz, la alegría y la serenidad. Por eso, quisiera que nos diese un mensaje para aunar nuestras fuerzas al servicio de la paz.
Entonces, hay un diálogo entre sintoísmo y católicos… Y los jóvenes, ¿creen en el sintoísmo?
He conocido a los fieles de la iglesia de Notre-Dame en París, a varios bonzos, y a través del Padre Manerba, a varios católicos. Para el sintoísmo, somo todos iguales. Por eso mi deseo sería que también aquí, en mi templo, los sintoístas, budistas y cristianos puedan ofrecer plegarias por la paz. Vivimos en una sociedad secularizada, pero aún en esta sociedad dominada por la tecnología, hay gente que busca la espiritualidad sintoísta. En el tren, todos tienen el smartphone en la mano, pero muchos tienen sufrimientos en el alma.
Ciertamente, hay un alejamiento de los jóvenes en relación con la religión. Si bien existe esta alejamiento, cuando ellos vienen al templo se sienten a gusto. Cuando vienen los jóvenes, dicen: ¡Al fin he encontrado un lugar así!”.
Siempre me pregunto cómo atraer a los jóvenes pero sin forzarlos, hallando formas para generar un interés en ellos. Por ejemplo, hace poco se realizó la ceremonia de entronización del emperador, que despertó interés y entusiasmo en muchos jóvenes japoneses y extranjeros.
Luego, no olvidemos los festivales (Matsuri), donde hay muchos elementos atractivos. Crear estas ocasiones es parte de nuestra tarea.
En el último tiempo, las escuelas primarias, secundarias y los institutos superiores de Kashima me han invitado a dar charlas. Yo no voy a las escuelas, pero los chicos vienen la templo. Para hacer que la lección sea más interesante, les detallo las actividades del templo, sobre todo, durante las fiestas. Ellos quieren saber, por ejemplo, cómo es que hacemos estas fiestas en lugares tan elevados, de cara al oriente, etc. No hablo de temas difíciles, sino que trato de presentar y contar cómo son los eventos y fiestas vinculados al templo y los chicos vuelven a casa contentos e interesados.
Durante los grandes eventos del templo, sobre todo a principio de año, los jóvenes vienen y colaboran part-time durante una semana: esto también contribuye a su educación religiosa.
17/12/2016 13:14
05/12/2016 17:00