Riad, se llevó a cabo una nueva decapitación. Ascienden a 70 las ejecuciones en 2016.
Alaa al-Zahrani fue decapitado por haber matado a una persona arrojándole piedras a la cabeza. La mayor parte de las condenas a muerte son conminadas por homicidio o por tráfico de drogas. Activistas y organizaciones internacionales luchan a fin de obtener procesos más rectos y menos crueles.
Riad (AsiaNews/Agencias) – Arabia Saudita ajustició ayer a un ciudadano suyo acusado de homicidio, llevando a 70 el número de condenas a muerte llevadas a cabo en lo que va del 2016. Según lo que refiere el Ministerio del Interior saudita, Alaa al-Zahrani habría asesinado a Abdullah al-Sumairi arrojándole piedras a la cabeza.
Debido a eso, el tribunal de la ciudad de Jeddah, sobre el Mar Rojo, decidió, como condena, la muerte
El año pasado, Arabia Saudita ejecutó 153 condenas a muerte, la mayor parte de las cuales fueron aplicadas por tráfico de drogas y por homicidio. Se trató del número más alto de los últimos 20 años.
A principios de 2016, Riad ajustició a 47 personas acusadas de “terrorismo”; entre ellas estaba un dignatario chií, el Jeque Nimr al-Nimr, figura importante en la oposición contra el régimen saudita. Su muerte generó un enfrentamiento —no sólo diplomático- entre Arabia Saudita (sunita) e Irán (chií), que arriesga complicar aún más el complejo escenario en Medio Oriente.
La mayor parte de las condenas a muerte en el país árabe son ejecutadas por medio de la decapitación.
Desde hace años que las principales asociaciones que luchan por los derechos humanos, así como muchos gobiernos occidentales se baten por imponer al gobierno saudita (sunita wahabita) procesos más rectos y ejecuciones menos crueles. Arabia Saudita – donde rige una estricta observancia de la sharia, la ley islámica- es el único país del mundo donde la condena a muerte puede ejecutada con la decapitación en plaza pública.
La pena capital en dicho reino se prevé para quienes son hallados culpables de homicidio, secuestro a mano armada, violación o estupro y tráfico de drogas, pero también para los culpables de brujería y sodomía. No menos crueles son las condenas por crímenes menores, como el hurto o el delito de opinión, que, además de la cárcel, prevén la amputación de la mano o del pie, y la fustigación en plaza pública.
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