Riad, los sauditas prohiben las iglesias pero festejan Halloween

En la capital se celebró el “Fin de semana del miedo”, con personas vestidas con disfraces terroríficos o ropa elegante. Se publicaron fotos y videos en las redes sociales y artículos en los principales diarios del país. Algunos consideran que es una "oportunidad de entretenimiento inofensivo". Los críticos recuerdan las raíces "paganas" (o peor, cristianas) de la fiesta.

Riad (AsiaNews) - Después del Día de San Valentín, los cines, los conciertos y las rave party con cientos de miles de personas en la época del Covid, ahora llegan a Arabia Saudita las primeras celebraciones de Halloween, que en una época estaban prohibidas como una muestra de la decadencia occidental. Lo único que falta es la apertura de una iglesia y la libertad de culto (para los cristianos y para otras religiones), pero en el tema de las fiestas y el entretenimiento -en clave económica- el reino wahabita parece haber superado los confinamientos y proscripciones absolutas del pasado. Bajo el nombre de "Scary Weekend", el evento se llevó a cabo los días 27 y 28 de octubre en las calles de la capital, con personas vestidas con disfraces terroríficos y otras con ropa elegante, así como fotos y videos publicados y compartidos en las redes sociales.

La fiesta forma parte de la "Temporada de Riad" que se está desarrollando en la capital saudita y el diario conservador Arab News ublicó un artículo al respecto, señalando que, "si en el pasado Halloween fue objeto de mucha oposición en el Golfo", las personas que participaron lo consideran una "oportunidad de entretenimiento inofensivo". Un ciudadano, que asistía por primera vez a un evento dedicado al entretenimiento y la diversión, lo describió como una "gran celebración, honestamente basada en un espíritu de alegría [...] En cuanto a haram o halal (prohibido o lícito), no sé qué decir. Participamos solo por diversión y nada más. No creemos en nada de eso”, concluye el hombre, mostrando la distancia cada vez más evidente entre la sociedad, especialmente los jóvenes, y los líderes religiosos en el país donde, sin embargo, se encuentran las dos principales mezquitas y es el corazón del islam sunita. “Las acciones -dijo otra persona que prefirió mantener el anonimato- dependen de las intenciones. Y yo solo estoy aquí para divertirme”.

El "Fin de Semana de Terror" es el segundo evento temático de disfraces y máscaras que se ha organizado en la capital saudita. A principios de este año (17 y 18 de marzo) tuvo lugar una fiesta de disfraces similar cuyo centro fue el Boulevard Riyadh City, a la que los asistentes y organizadores describieron como "la fiesta de disfraces más imponente de la historia de Arabia Saudita". Analizando las celebraciones de los últimos días, el New York Times señala que el evento patrocinado por el gobierno se llevó a cabo "estratégicamente" justo antes de Halloween (31 de octubre) para que no se lo pudiera considerar "la conmemoración oficial de una fiesta que tiene raíces paganas" (o, peor aún, cristianas).

Por otra parte no faltaron voces críticas en el otrora reino “ultraconservador”, con feroces ataques de la facción más radical y fundamentalista del pueblo musulmán. La luz verde para fiestas y celebraciones no relacionadas con el Islam, que antes estaban prohibidas como fuente de pecado, corrupción y decadencia, resulta inconcebible. Otros acusaron al establishment religioso saudita de tener un doble discurso, porque no permiten las celebraciones por el cumpleaños del profeta Mahoma, más conocido como al-Mawlid.

El 22 de febrero Riad celebró con una fiesta "laica" la fundación de Arabia Saudita en clave "moderna", desvinculada de la herencia islámico-wahabita. El evento se llevó a cabo en la línea de las reformas económicas y sociales de Mohammad bin Salman (MBS) que permitieron la celebración de san Valentín (aunque sin nombrarlo). Estas fiestas forman parte del plan "Visión 2030" y ponen de manifesto una "liberalización" de las costumbres contrarrestada por un enfoque más rígido en el ámbito político e institucional. Bin Salman ha limitado el poder de la policía religiosa, abrió conciertos y cines, levantó la prohibición de conducir y puso en marcha una industria del entretenimiento en toda regla.