Rakhine: decenas de niños víctimas de la violencia entre el ejército y los rebeldes Arakan
En menos de dos años, murieron no menos de 42 menores, algunos de ellos niños, y otros 135 resultaron heridos en el conflicto. Hay 200.000 civiles que huyen de la violencia, a lo que se suma la emergencia por coronavirus. ONU: Para el ejército birmano es una "costumbre" atacar aldeas habitadas por civiles. Situación de inseguridad y estrés físico y mental.
Yangon (AsiaNews) - El agravamiento del conflicto en el estado occidental de Rakhine entre el ejército del gobierno birmano y soldados del grupo rebelde budista Arakan Army (Aa), que a menudo se desarrolla en áreas habitadas, ha provocado un número creciente de víctimas entre los menores, incluyendo niños. Las ONG birmanas e internacionales presentes en la zona lanzaron la alarma afirmando que se ha producido un enorme incremento de muertos y heridos en la zona norte de la región, debido a los ataques aéreos y de artillería del ejército regular.
Desde diciembre de 2018 han muerto al menos 42 menores de 18 años y 135 resultaron gravemente heridos por artillería, armas de fuego o la explosión de minas ocultas en el terreno. Según informes de Radio Free Asia (RFA), las jóvenes víctimas figuran entre los aproximadamente 300 civiles muertos y más de 640 heridos en el estado de Rakhine y en Paletwa, en el vecino estado de Chin.
La emergencia del coronavirus se ha sumado a la devastación provocada por el conflicto, obligando al menos a 200.000 civiles a huir de sus hogares para protegerse de los enfrentamientos. Fuentes del Congreso de Etnias de Rakhine informan que los desplazados viven en campos de refugiados o en casa de sus familiares.
Un informe que presentó en los últimos días la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, basado en entrevistas a más de 80 víctimas y testigos presenciales, confirma la costumbre de los militares de atacar pueblos habitados por civiles desarmados, sin ninguna provocación por parte de los rebeldes de Arakan. El documento también habla de un aumento exponencial de los ataques aéreos de cazas, helicópteros y artillería pesada en zonas densamente pobladas.
El 11 de septiembre, un niño de seis años fue trasladado de urgencia al hospital principal de Sittwe tras sufrir heridas graves en un ataque de artillería. Su madre explicó que el niño resultó herido cuando la familia se estaba ocultando en un refugio para escapar de la incursión de una patrulla del ejército. Los militares buscaban grupos rebeldes cerca del río Mayu. El 8 de septiembre, soldados del gobierno atacaron la aldea de Nyaung Khat Kan y mataron a cuatro civiles, entre ellos dos niños de cinco años.
Oo Khin Thein, de la Youth New Generation Network, señala que "los niños del Estado de Rakhine viven en un clima de inseguridad física y mental". Los menores se encuentran en "condiciones terribles" tanto en los campos de refugiados como en los pueblos y aldeas de origen. Un trauma que les hace vivir aterrorizados”. Ningún lugar de la zona norte del estado de Rakhine, advierte Oo Tun Win, parlamentario de Kyauktaw, "se puede decir que sea seguro".
También se acusa a los militares de secuestrar a menores para obtener confesiones, incluso mediante el uso de torturas, y de atacar escuelas, lugares de culto y viviendas de civiles.
Desde que estalló el conflicto, el Papa Francisco también ha expresado su compasión por el sufrimiento de la población de Rakhine, ya sean budistas o musulmanes rohingya. En 2017, durante el viaje del pontífice a Myanmar, la Santa Sede hizo una donación en efectivo como contribución de la Iglesia.
Francisco dijo a los birmanos que el futuro del país debe ser "la paz, una paz fundada en el respeto de la dignidad y los derechos de todos los miembros de la sociedad, en el respeto de cada grupo étnico y su identidad". A través de Cáritas Myanmar, la Iglesia también participa en proyectos de desarrollo que involucran a 10 aldeas de diferentes etnias y religiones.
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