Párroco: 'milagrosamente’ Gaza se salvó del Covid-19, pero preocupan los primeros casos internos
Una mujer que llegó de Jerusalén y cuatro familiares son los primeros casos de contagio interno. Una falla en el sistema de contención y cuarentena, que hasta ahora había impedido la circulación del virus. Las autoridades dictaron medidas de confinamiento estrictas, y los ciudadanos deben permanecer en casa; cerraron las playas. Temor por la falta de agua y por un sistema de salud sometido a duras pruebas, a causa del embargo.
Ciudad de Gaza (AsiaNews) - Hasta ahora, la Franja de Gaza “se venía salvando de milagro”, en parte, gracias al “abordaje inteligente” de las autoridades en la lucha contra la pandemia de Covid-19. Ahora se espera un “nuevo milagro”: que “no haya una gran difusión”, porque la “sobrepoblación y el estilo de vida” podrían favorecer “la circulación del virus”. La esperanza y un cauto optimismo se mezclan con cierto temor en las palabras del párroco de Gaza, el padre Gabriel Romanelli, en diálogo con AsiaNews. Él comenta las medidas de confinamiento (lockdown) dictadas por las autoridades en los últimos días, frente a los primeros casos de contagio “interno”. El sacerdote argentino del Verbo Encarnado no oculta que esperan “tiempos difíciles sobre todo para los sectores más vulnerables” de la población.
Aunque deben afrontar un nuevo confinamiento, “por ahora estamos bien”, dice el párroco, y cuenta que el primer caso “no importado” se habría producido por una falla en los dispositivos de seguridad. “Se trataría de una persona que acompañó a un enfermo hasta la frontera, que cruzó el límite por un tiempo muy corto, que bastó para contagiarse. Luego, hace pocos días, se descubrió que estaba infectado”.
Fue inmediata la respuesta de las autoridades de Gaza y de Hamas, que administra la Franja. Desde hace 48 horas rigen medidas de confinamiento obligatorio, y es muy probable, como admite el padre Romanelli, “que estas se prolonguen en los próximos días”. La posible difusión de la pandemia es preocupante, por las condiciones críticas del área, que tantas veces fue definida como una “prisión a cielo abierto”, y por un sistema de salud deficiente, que no cuenta con equipamiento moderno.
Las escuelas permanecen cerradas, al igual que las iglesias, las mezquitas, las oficinas públicas, las actividades comerciales y la playas, que “son una vía de escape muy preciada, en una realidad marcada por el encierro y el aislamiento”. Hasta ahora, el cierre de las fronteras con Israel y Egipto había logrado prevenir los casos de coronavirus. Los contagios esporádicos fueron importados del exterior, y pudieron ser contenidos gracias a las estrictas medidas de cuarentena, con tres semanas de aislamiento en centros especiales, alistados por el gobierno local.
El muro se mantuvo en pie hasta hace pocos días, cuando dieron positivo al Covid una mujer que viajó a Jerusalén por motivos médicos y cuatro familiares, que viven en uno de los centros de refugiados más poblados de la Franja. Un vocero de Hamas confirma que la situación reviste seriedad, por la falta de medicamentos y porque no hay kits suficientes para hacer tests entre la población. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los hospitales del área disponen de 350 camas para pacientes de Covid-19, frente a una población total de 2,2 millones de habitantes.
Hasta ahora “no habíamos tenido un confinamiento estricto”, subraya el sacerdote. Tanto es así, que de marzo a mayo, “no estaba prohibido salir de casa”. “En la parroquia, podíamos visitar a las familias, pero tomando todas las medidas higiénicas y de seguridad del caso, como llevar mascarillas, usar alcohol en gel y desinfectantes, y acatar la distancia mínima para evitar los contagios”. De junio a agosto “pudimos retomar algunas actividades, e incluso las escuelas reabrieron, para brindar cursos de recuperación y lecciones para profundizar en el programa, ya que había quedado atrasado”. No hubo campamento de verano, que todos los años reúne a cerca de 300 jóvenes y niños, pero “igualmente organizamos paseos e iniciativas para grupos de 50 o 60 personas”.
“En las escuelas, no tuvimos casos de contagio - afirma el padre Romanelli - ; es más, los alumnos recibieron favorablemente [la noticia de] la reapertura: el confinamiento tuvo una influencia negativa a nivel humano, psicológico y espiritual. Estar nuevamente en clase, jugar, también fue un modo de entretenerse. Los primeros días, los niños parecían desorientados, y esto es en parte porque se redujo su actividad intelectual, pero luego la situación mejoró”.
Ahora, “llegó la tercera fase, en la cual no se puede ni siquiera salir de casa, y esto representa un grave problema, sobre todo en aquellos lugares y en las familias donde el hacinamiento es evidente”. Las personas ya están preparadas para permanecer adentro, ya han pasado por el aislamiento, y se las arreglan con “cuatro horas de electricidad por día”.
Con el tema del agua es distinto, es un problema “que existe desde hace años y continúa escaseando”, al igual que los medicamentos, que podrían no ser suficientes si el virus comenzase a circular. “Nuestro sistema de salud ya era frágil antes de todo esto - concluye el párroco de Gaza -; las autoridades han trabajado bien y lo han reforzado en estos meses de Covid-19, pero no sé cuánto podrá resistir. Nosotros seguimos continuamente las indicaciones y tomamos todas las precauciones del caso, pero estamos en las manos de Dios, y esperamos que el virus no provoque demasiados daños”.
24/11/2020 13:39
29/12/2020 12:16