29/01/2018, 13.41
PAKISTAN
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Punjab, liberaron al asesino de un estudiante cristiano. El dolor de la familia

de Kamran Chaudhry

Católicos se quejan de que las “pruebas fueron alteradas por las agencias de seguridad”. Las pericias médicas realizadas sobre el cuerpo del cristiano no revelaron signos de tortura. Sharoon Masih, de 17 años, fue apaleado a muerte por racismo religioso. Las atrocidades de este tipo arruinan la imagen del islam a los ojos del resto del mundo.

Lahore (AsiaNews) – La Alta corte de Multan (en Pakistán) dispuso la liberación bajo caución de Ahmed Raza, el estudiante musulmán que fuera arrestado por haber asesinado a Sharoon Masih, de 17 años, su compañero de clase de fe cristiana. Este último fue apaleado a muerte tras hallarlo “culpable” de haber bebido del mismo distribuidor de agua del cual bebían sus compañeros musulmanes. Según los jueces, no se han recogido pruebas evidentes que den cuenta de la culpabilidad del arrestado. Al dialogar con AsiaNews, la familia de la víctima se queja de la superficialidad con la cual la policía ha llevado adelante la investigación. Fuentes católicas que piden mantenerse en el anonimato, refieren que los agentes se habrían demorado en registrar la denuncia, y que habrían alterado las pruebas (FIR, First information report), comprometiendo el resultado de la investigaciones. Además, los resultados de la autopsia presentados al tribunal han excluido la existencia de huellas de tortura y hablan, en cambio, de una muerte provocada por un ataque cardíaco. “Era claro –dice la fuente – que con todas estas lagunas, y a falta de pruebas condenatorias, el asesino sería liberado. Es lamentable, porque el estudiante cristiano fue asesinado de manera brutal”.

Sharoon fue asesinado el 30 de agosto. Originario de la localidad de Chak 461, en el Punjab pakistaní, había sido admitido en la escuela pública de Burewala pocos días antes de los hechos. Era el único estudiante cristiano en una clase de 70 alumnos. Razia Bibi, la madre, lamenta que su fuera inmediatamente tomado de blanco por sus compañeros musulmanes. Pero Sharoon desobedeció la prohibición de beber del distribuidor de agua, y por eso lo apalearon a muerte.  

El veredicto de la Alta corte ha sumido en el desánimo a la familia de la víctima y a toda la comunidad cristiana, que denuncia un clima de discriminación religiosa.  Alysaab Masih, padre del estudiante, dice indignado: “Mientras el país se une para reclamar justicia para Zainab [la niña de siete años violada y estrangulada en Kasur, cerca de Lahore –ndr], nadie alza la voz por nosotros. El asesino es un adulto, tiene aproximadamente 20 años, mientras que los reportes médicos sostienen que él tenía sólo 17 años y medio. En la primera audiencia, enseguida entendí que la corte lo liberaría”.  

La diócesis de Multan ha ofrecido apoyo legal a la familia cristiana, y quiere apelar la liberación. Shaukat Channan, coordinador diocesana para la Comisión Nacional Justicia y Paz, denuncia que los padres “han recibido presiones para retirar la denuncia, a cambio de dinero”. “La policía se ha negado a recuperar el arma del sospechoso –agrega-. Todos los demás estudiantes han referido a los investigadores que Sharoon y Raza tuvieron una riña por un celular roto”.

Aamir Kakkazai, escritor e investigador islámico, cuenta que “según un sondeo llevado adelante por World Justice Project sobre el sistema de justicia civil, Pakistán ocupa el puesto número 106 en un ranking de 113 países. Las minorías son víctimas del abuso de la ley sobre blasfemia, sus monumentos religiosos son atacados, quitan sus vidas y queman sus pueblos.  El homicidio de  Sharoon demuestra cuán intolerante es nuestra sociedad. Debemos educar a nuestra población, [enseñándole] que el islam es una religión de paz. Atrocidades de este tipo arruinan la imagen del islam a los ojos del resto del mundo”. “Debemos darnos cuenta de que el mundo ha cambiado- continúa-. Los países occidentales prestan una atención particular a las minorías; nosotros, por el contrario, ignoramos sus problemas y aprobamos leyes que afligen su existencia”.

Para Naseem Anthony, cristiano, director de los programas de la organización AWAM (Association of Women for Awareness and Motivation, Asociación de Mujeres en favor de la  concientización y la motivación -ndt), “en Pakistán, la práctica de alterar las pruebas por parte de las agencias de seguridad, no es ninguna novedad. Los culpables se envalentonan a la vista de las pruebas falsas y quedan impunes de crímenes aborrecibles, cometidos contra las minorías.  En tales circunstancias, los políticos deben prever mecanismos de resarcimiento. El caso debiera ser reabierto y debiera investigarse de nuevo, según parámetros de justicia. Debiera formarse un comité de investigación especial, que incluya activistas y abogados neutrales”.

 

(Ha colaborado en esta nota Shafique Khokhar)

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