11/10/2024, 17.44
JAPÓN
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Premio Nobel de la Paz para los hibakusha: 'Mensaje sobre las guerras actuales'

de Giorgio Bernardelli

El P. Alberto Berra - misionero del PIME en la ciudad donde cayó la primera bomba atómica en 1945 - comenta la decisión de  conceder el reconocimiento a la asociación que da voz a las víctimas que todavía llevan las marcas de la explosión de casi ochenta años atrás. "Sienten que han recibido una misión: ser una voz para el mundo. Porque, como dijo aquí el Papa Francisco en 2019, "no sólo el uso sino también la posesión de armas nucleares es inmoral".

 

Hiroshima (AsiaNews) – “No es un reconocimiento por el pasado, sino una decisión que mira a la situación internacional actual. Dar el Premio Nobel de la Paz a los hibakusha es un llamamiento al mundo que ha vuelto a hablar del uso de estos terribles dispositivos." El P. Alberto Berra, misionero italiano del PIME, comenta desde Hiroshima la noticia de que se ha concedido el Premio Nobel de la Paz 2024 a la asociación Nihon Hidankyo, que reúne a las víctimas de la terrible explosión de los artefactos nucleares que lanzó Estados Unidos en agosto de 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki. Radicado en Japón en 1990, el padre Berra ejerce desde hace muchos años su ministerio en la ciudad marcada por la primera de las dos explosiones atómicas que hace 79 años dejaron más de 148.000 muertos, aproximadamente el 62% de la población, y una pesadísima herencia de enfermedades provocadas por la radiación que fueron apareciendo incluso después de muchos años. Otras 74.000 personas murieron tres días después por la segunda bomba lanzada sobre Nagasaki.

El misionero del PIME ha visto muchas veces a los hibakusha contar sus historias en el Parque de la Paz, el parque en el corazón de Hiroshima donde se encuentra el museo que recuerda aquella gran tragedia y la Genbaku Dome, la cúpula del edificio que se derritió por el calor de la explosión atómica y se ha convertido en el símbolo de la misma. Todas las escuelas japonesas visitan el Parque de la Paz y se detienen en el monumento que conmemora los miles de niños que murieron el 6 de agosto de 1945.

“En los testimonios de los hibakusha se encuentra todo el horror de la guerra y sus consecuencias - explica -. Sin duda todas las guerras dejan muerte y destrucción a su paso. Pero nunca antes había sucedido de forma tan desgarradora y con consecuencias en el cuerpo que perduran en el tiempo, para algunos incluso hasta hoy, después de casi ochenta años. Ellos sienten que han recibido una misión: ser una voz para el mundo".

La asociación que los nuclea, Nihon Hidankyo - a la que el Comité de Oslo concedió hoy el Premio Nobel - nació en 1956, once años después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Habían permanecido en silencio durante años afrontando sus propios sufrimientos, pero los experimentos con la bomba de hidrógeno que llevó a cabo Estados Unidos en el atolón Bikini, en las Islas Marshall, exponiendo una vez más a la población local y a los pescadores a los peligros de la radiación, los convencieron de que tenían un mensaje que comunicar a todos.

Según las últimas estadísticas del gobierno japonés que se publicaron el pasado mes de marzo, alrededor de 107.000 supervivientes de las dos explosiones siguen vivos, con una edad promedio de 85,6 años. Ya son pocas docenas en Hiroshima los que todavía están en condiciones de trabajar como voluntarios en el Parque de la Paz. “Por favor, deben abolir las armas nucleares mientras todavía estemos vivos”, dijo hoy tras el anuncio Toshiyuki Mimaki, jefe de la Confederación de organizaciones hibakusha de la prefectura de Hiroshima.

“Es una misión que les sigue apasionando - continúa el p. Berra-. Hace unos meses, por ejemplo, uno de ellos, de más de ochenta años, empezó a estudiar inglés para poder hablar con un mayor número de personas que pasan por Hiroshima. Es verdaderamente una misión dirigida a toda la humanidad".

Y es un mensaje que Hiroshima quiere seguir transmitiendo. “Para nuestra Iglesia - recuerda el misionero del PIME - también fueron muy importantes las palabras del Papa Francisco en el Parque de la Paz durante su viaje de 2019, cuando dijo claramente que no se trata sólo del uso de armas atómicas, sino también de su posesión. Y este Nobel, de alguna manera, es una oportunidad para que nosotros lo repitamos".

Precisamente en esta dirección se orienta una iniciativa organizada por el obispo de Hiroshima que hoy reúne a las comunidades católicas locales y a algunas diócesis de Estados Unidos. “Se llama Asociación para un mundo sin armas nucleares - dice el p. Berra–. Se trata de un llamamiento lanzado conjuntamente por las diócesis de Hiroshima y Nagasaki, las de Santa Fe en Nuevo México y Seattle en el Estado de Washington, lugares donde se llevan a cabo los ensayos nucleares del ejército estadounidense. Una forma de aceptar la triple invitación de Francisco de recordar a las víctimas de hace casi 80 años, caminar juntos hacia un mundo sin armas nucleares y proteger a las generaciones del mañana".

 

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