Pionyang vuelve a los Juegos Olímpicos, pero en un clima distinto al de 2018
La no participación en los Juegos de Tokio 2020 llevó a la exclusión también de la cita invernal de Beijing 2022. En PyeongChang, los atletas de Corea del Norte y Corea del Sur desfilaron y jugaron juntos hasta el punto de que se especuló con la firma de un tratado de paz. Hoy, las relaciones con Seúl vuelven a ser hostiles.
París (AsiaNews) - También estará Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de París que comienzan hoy, después de años de ausencia debido a la pandemia de covid-19 y a la posterior suspensión por parte del Comité Olímpico Internacional (que obliga a todos los comités olímpicos nacionales a participar en los Juegos) que se mantuvo en vigor hasta finales de 2022, excluyendo así a los atletas del régimen norcoreano de participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing.
Este año Pionyang ha enviado a 12 atletas femeninas y cuatro masculinos que competirán en ocho disciplinas (gimnasia artística, atletismo, boxeo, natación, saltos de trampolín, judo, tenis de mesa y lucha), y estarán acompañados por el ministro de Deportes, Kim Il Guk.
Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en PyeongChang parecen un recuerdo lejano: en aquella ocasión, los atletas de las dos Coreas no solo compitieron juntos: los jugadores de hockey sobre hielo compitieron como un solo equipo, a pesar de que no se conocían y nunca antes habían jugado juntos.
La participación de Corea del Norte no se confirmó hasta el último momento. Incluso la elección del lugar, en el norte de Corea del Sur, cerca de la línea de demarcación que divide la península en dos, había adquirido un fuerte significado simbólico. En general, el acontecimiento había alimentado una cierta esperanza de paz entre los dos países, técnicamente aún en guerra por no haber firmado nunca un tratado, sino sólo un armisticio al final del conflicto en 1953. En aquella ocasión, la hermana del dictador Kim Jong Un, Kim Yo Jong, viajó a Corea del Sur para asistir al acto. Los dos países habían intentado incluso presentar una candidatura conjunta para los Juegos de 2032.
Era un ambiente muy distinto al de 1988, cuando el Norte boicoteó las Olimpiadas celebradas en Seúl, pero también muy distinto al que prevalece hoy, cuando los llamamientos a la suspensión de los conflictos internacionales durante el periodo de competición no fueron escuchados.
Según analistas empresariales coreanos, una vez cerrada la ventana de diálogo que se había abierto en 2018-19, Pionyang volvió a su aislamiento internacional. La participación en París 2024 podría significar una tímida apertura al exterior. O, como sostienen otros, una oportunidad para que Rusia y Corea del Norte incrementen los ciberataques en un intento de recaudar fondos para el régimen.
La presencia de una delegación norcoreana también había causado polémica en los Juegos Asiáticos entre septiembre y octubre del año pasado, cuando Wada, la agencia mundial antidopaje, pidió al Comité Olímpico Asiático que pagara 500.000 dólares por permitir a Corea del Norte utilizar su bandera. La prohibición se había impuesto porque, con el cierre de sus fronteras durante la pandemia de covid-19, Pionyang había impedido todos los procedimientos de control antidopaje (una situación que aún genera cierto descontento entre los atletas de otras naciones extranjeras).
Pero a diferencia de Rusia, cuyos atletas llevan años compitiendo bajo la bandera de la asociación olímpica nacional, Corea del Norte concede una enorme importancia a la bandera, que según la narrativa nacional fue diseñada por el abuelo de Kim Jong Un, Kim Il Sung. "Es, por tanto, un símbolo directamente vinculado al fundador del país y a toda la mitología del Estado", explica Fyodor Tertiskiy, investigador de la Universidad Kookmin de Seúl.
17/12/2016 13:14