Patriarca di Moscú: La Revolución rusa, la acusación a la inteligencia

de Vladimir Rozanskij

El patriarca Kiril atribuye a los intelectuales ateo “la responsabilidad de los tremendos acontecimientos de hace 100 años”. Buscar la religión porque “demasiada sangre fue derramada”. Las profecías de Bulgakov, Berdjaev y Frank. El pedido sobre el pluralismo.

Moscú (AsiaNews)- El Patriarca de Moscú Kirill (Gundajev) agregó su voz llena de autoridad al siempre más inflamado debate nacional sobre las acusaciones y consecuencias de la Revolución rusa de hace un siglo. Revocando las conocidas críticas de los filósofos ortodoxos religiosos rusos de inicios del siglo, como Nikolaj Berdjaev y Sergej Bulgakov, el jefe de los ortodoxos rusos dirigió una dura acusación a la Inteligencia, la clase intelectual que se dedicó a la preparación de la Revolución rusa ya desde fines del Setecientos.

La máquina de cortar la carne del S. XX

Según Kiril, interviniendo el 29 de marzo en la reunión del Consejo de Patronato del Premio Literario Patriarcal de Moscú, “todo lo que sucedió en el S. XX fue una máquina de triturar la carne (expresión típica del disidente antisoviético Aleksander Solzenicyn, Ndr) realizado por toda la Inteligencia. Se trató de una consecuencia de los terribles crímenes que la Inteligencia realizó contra la fe, contra Dios, contra el propio país”. Él considera que la “Inteligencia lleva más que ninguno la responsabilidad por los tremendos acontecimientos de hace 100 años”.

También expresó el Patriarca su tristeza por el hecho que aún continúe la “guerra de las argumentaciones históricas”. “Hasta hoy, la sociedad no se reconcilió totalmente con tos los se refiere a la evaluación de los acontecimientos del siglo pasado. Las interpretaciones permanecen diferentes, pero es indispensable hacer de modo que esta diversidad no provoque ulteriores conflictos sociales", subrayó. “Demasiada sangre fue derramada, un precio demasiado alto y fue pagado para que nosotros pudiésemos en las actuales condiciones superar los antiguos rencores e impedir influenciar todavía sobre nuestras vidas” agregó su Beatitud.

La profecía de la nave de los filósofos

Las palabras del patriarca Kiril se relacionan con la voz profética de aquel grupo de pensadores cristianos y liberales que interviene en los años de la tempestad revolucionaria, para ser luego expulsados todos juntos de Rusia en 1922, cuando fueron embarcados en aquella que queda en la memoria como la “nave de los filósofos”. Ya en 1908ellos habían puesto en guardia sobre los peligros hacia dónde estaba yendo Rusia, publicando la colección Vekhi (La piedra fundamental”), en la cual el más carismático del grupo, el filósofo Berdijaev, había comparado la “verdad cristiana” con la “falsa verdad de la Inteligencia”. Inmediatamente después de la revolución ellos trataron de intervenir difundiendo un nuevo ensayo colectivo que tenía por título “Desde los Profundo”, como en el inicio del Salmo 130 que se canta en los funerales.

En aquel famoso texto las críticas más fuertes provenían de Bulgakov, Berdjiae y Frank. Semeon Frank desnudó el moralismo nihilista, con tendencia anticultural, que estaba en la base de la concepción del mundo de la Inteligencia. “Si el mundo es un caos y es regido sólo por ciegas fuerzas materiales, ¿cómo se puede esperar que el desarrollo lleve inevitablemente al reino de la región y a la instauración del paraíso terrestre?” Si la Inteligencia falta la humildad, palabra extremamente impopular entre los intelectuales de todas las latitudes está en la persona de Cristo que Bulgakov encuentra el ejemplo insuperable de humildad y autocontrol, así que, mientras el héroe de la Inteligencia está impaciente a tal punto de evocar un milagro histórico, el cristiano “obedece”, esperando pacientemente-no pasivamente-el desarrollo de la historia. Si Dostoevsky compara en los Demonios a la inteligencia con el endemoniado del Evangelio, sólo Cristo puede exorcizar a la inteligencia la legión de los demonios que se apropió.

Pluralismo y reconciliación

Las palabras del patriarca, releídas a la luz de las críticas antiguas y de las discusiones actuales, sobre todo después de las clamorosas manifestaciones de los jóvenes contra la corrupción de los días pasados, son una clara invitación a la reconciliación nacional. La gran cuestión es si tal proceso estará en grado de permitir a todos la libre expresión del propio pensamiento, en función del crecimiento común de las varias componentes de la sociedad rusa o si se quiere entender una ulterior condena del “pluralismo” cultural, político y religioso, que desde hace años es indicado por el mismo Patriarca como la principal enfermedad de Rusia. Quizás justamente el gran debate sobre la revolución será una ocasión favorable para encontrar la ruta de la nave del pensamiento y hacerla volver al puerto de la gran alma rusa.