Patriarca Sako: Amoris Laetitia, fuente de misericordia y formación para el pueblo iraquí
La exhortación apostólica reúne elementos “esenciales” para las familias cristianas y estimula “reflejos muy positivos”, también, para los musulmanes. Para el patriarca caldeo, también el isla, espera “un discurso diverso” sobre la familia y sobre la relación entre cónyuges. A pesar de la guerra, son pocos los casos de familias destruidas, que aumentan, en cambio, entre cuantos emigran al exterior. Sacerdotes casados, un modelo para toda la Iglesia.
Bagdad (AsiaNews) – La Amoris Laetitia reúne dos “elementos esenciales” para las familias cristianas iraquíes: el valor de la “misericordia”, orientado “a formar” a las personas “en la verdad”, unido a la “conversión, que nos enseña que la verdad es amor”. La misma podrá tener “reflejos muy positivos” sobre los musulmanes, siendo que “están aguardando un discurso diverso” sobre la familia, sobre el amor, sobre la unión entre cónyuges y sobre la formación de los niños. Es cuanto narra a AsiaNews Mar Louis Raphaël I Sako, patriarca caldeo, quien se contó entre los participantes en el reciente Sínodo sobre la familia, comentando la exhortación apostólica del Papa Francisco. Su Beatitud cuenta que, en medio de las guerras y de la violencia de índole confesional, hoy, en Irak, “formar una familia es algo muy duro, un desafío”. Sin embargo, las dificultades ayudan a fortalecer los vínculos de tal manera que “hay pocos casos de familias destruidas”, y tanto los divorcios como las separaciones son más frecuentes entre “quienes van al exterior, a Occidente”.
Entre los elementos que son fortalezas, Mar Sako identifica la relación estrecha entre el sacerdote, el obispo y sus fieles, porque la autoridad “no es para dominar, sino para servir, amar, ayudar, formar y orientar a la gente”. Por otro lado, el patriarca caldeo abre el sacerdocio de los esposados –una tradición secular en Oriente- a toda la Iglesia universal, “porque no hay contradicciones” , y con el tiempo, “se irá en esta dirección”. Porque “el Evangelio no es una tradición, sino una palabra viva para el hombre de hoy, y, por esto, es necesario confrontarse con la actualidad”.
A continuación, la entrevista del patriarca Sako con AsiaNews:
Su Beatitud, ¿qué valor tiene la exhortación apostólica para las familias cristianas iraquíes?
En este texto hay dos elementos esenciales: en primer lugar, la misericordia, que en este año jubilar asume aún mayor valor. Jesús nos habla siempre de misericordia, una de las bienaventuranzas que ha der ser comprendida a fondo, porque debe servir para formar –y no para destruir- a la gente. No basta con perdonar, sino que es necesario ayudar a los demás a entender el valor de la misericordia que debe conducir a la verdad. La Iglesia no debe tener miedo, es más, debe encontrar el coraje de actualizarse, renovarse, porque si nosotros nos quedamos sólo en un contexto tradicional y conservador, terminaremos perdiendo a nuestros fieles. Nuestra misión no es juzgar a la gente, sino ayudarla a vivir en la alegría y en el perdón. Y luego, el elemento de la conversión, que nos enseña que la verdad es amor.
¿Y en qué medida la Amoris Laetitia tiene que ver, también, con el mundo musulmán?
Pienso que este texto –del cual se requeriría una síntesis- tendrá reflejos muy positivos incluso para los musulmanes, y no sólo aquí, en Irak. También ellos están esperando un mensaje, un discurso diverso. Tomemos en consideración el elemento de la poligamia: ¿cómo es posible, hoy, hablar de poligamia y amor? El matrimonio no es una fábrica de niños, lo importante es la formación y la educación en la paternidad, y ante todo, primero, a la relación de pareja, en la unión entre los cónyuges. Será importante difundir esta exhortación en un lenguaje apropiado, en árabe; esto tendrá un amplio eco, incluso en el mundo musulmán, que se interesará por nosotros, en nuestra visión. El elemento de la unidad del matrimonio, del amor y de la falta de poligamia…justamente, son todos elementos que abrazan el islam.
En efecto, el Papa Francisco invita a abrazar a todos y a no olvidarse de nadie…
Sí, son palabras que tienen un gran valor para nosotros, que conocemos el drama de la guerra, del sufrimiento, del abandono. Días atrás, son muchos los que me han preguntado por qué el Papa ha acogido a los musulmanes en el Vaticano, a su regreso de Lesbos. Yo respondí que el Evangelio no hace diferencias entre las personas de acuerdo a su fe o a su etnia, quien tiene necesidad, ha de ser ayudado. El Papa ha tenido un gesto simbólico muy rico, la consideré una apertura muy grande, que fue apreciada por los musulmanes de aquí. Es un mensaje evangélico muy fuerte.
Beatitud, ¿qué significa ser familia en Irak, en medio de la guerra, la violencia confesional, la crisis económica?
Tener o formar una familia hoy, es muy duro. Es un desafío, si pensamos en la situación política y en la situación religiosa. Muchas veces la gente ni siquiera logra venir a la iglesia. Los problemas de índole económica, la falta de seguridad, generan un gran miedo, y la gente, los cristianos, encuentran completamente en la fe, en el Evangelio, su misma fuerza para vivir.
¿El conflicto ha agudizado las crisis familiares? ¿Hay más separaciones y divorcios?
No, al contrario. Tenemos pocos casos de familias destrozadas. Son más bien quienes van al exterior, a Occidente, los que sufren crisis profundas que los llevan incluso a la separación. Ellos también aprenden el modelo de sociedad que los recibe. En cambio aquí, en Irak, entre los que se quedan, los casos de divorcio son muy limitados, y lo mismo vale para los casos de nulidad.
Permanecer juntos, unidos, trabajar y vivir en común, protegerse, darse fuerzas…¡ésta es la base! Para nosotros no hay otra cosa que la familia, que aún se reconstruye siguiendo el modelo patriarcal, con relaciones muy estrechas y fuertes. Y esto vale todavía más, si pensamos en la relación cotidiana con los musulmanes y el modelo tribal; es por eso que para los cristianos se vuelve esencial mantener un vínculo fuerte.
Patriarca Sako, ¿la Iglesia iraquí tiene iniciativas particulares en apoyo de la familia?
Ciertamente, tenemos programadas diversas iniciativas y actividades. Ante todo, un curso para preparar y formar a las parejas para el matrimonio; antes de bendecir a la pareja hay un recorrido profundizado de formación, que hay que seguir. Y para quien ya está casado, hay grupos de oración, para discutir y enfrentar los problemas. Hay también cursos de teología abiertos a las parejas y a los laicos, además de encuentros que se llevan a cabo al finalizar la misa y en las principales funciones del calendario litúrgico; los fieles se reúnen en un salón o al aire libre para intercambiar algunas palabras, para confrontarse y ayudarse recíprocamente, con el objetivo de fortalecer la vida comunitaria.
En la parroquia la gente se conoce y se frecuenta, las personas no se sienten extrañas, sino que tratan de crear vínculos entre sí, se saludan y se hablan. El ambiente es muy sereno y familiar. Nuestra tarea es la de promover la unidad, formar, ayudar, dar un poco de esperanza, cumplir esta tarea de promover la pastoral. Entre nosotros la expresión para indicar a un pastor es “abouna”, un término que en árabe significa padre; esto quiere decir que yo no me siento un funcionario, en la Iglesia Jesús quiere pastores y no funcionarios o administradores.
También por esto, estoy pensando en abrir un centro de escucha para la familia, en Bagdad.
Este vínculo entre el obispo, el sacerdote y la comunidad, ¿es un valor que la Iglesia de Occidente debería redescubrir a partir de las iglesias orientales?
Pienso que sí, porque esta relación, para nosotros, ¡es un elemento esencial! Los fieles que vienen a la misa para nosotros no son números, son personas; si uno no viene, pregunto por qué no está, me intereso. Siempre lo he hecho, primero como párroco y luego como obispo en Kirkuk. Y luego, la visita a las familias necesitadas, a las cuales ahora se han sumado las familias de desplazados [que huyeron de Mosul o de la Llanura de Nínive con la llegada del Estado islámico, ndr] y yo siempre me pregunto qué se puede hacer para ayudarlos, para estar cerca de ellos. A los sacerdotes les digo que sean gentiles, humildes y que los sirvan en sus necesidades. En cuanto al resto, si tenemos autoridad, no es para dominar, sino para servir, amar, ayudar, formar y orientar a la gente. Debemos hacer sacrificios por ellos, de la misma manera que un padre hace sacrificios para mantener a su familia. Esta es una de las mayores preocupaciones mías a nivel pastoral.
En Oriente hay sacerdotes casados. ¿Una práctica que puede extenderse a toda la Iglesia?
¿Por qué no? Hoy hay una carencia de sacerdotes, y por qué no puede ser posible abrir el sacerdocio a las personas casadas… La cultura, la mentalidad ha cambiado, y estoy convencido de que tener pastores casados como ocurre entre nosotros, ha de ser una fortaleza, un modelo para los demás. Se trata de una elección, se puede ser sacerdotes siendo célibes o bien siendo casados, y pienso que con el correr del tiempo, se irá en esta dirección. Ciertamente que es importante la formación, pero un padre de familia sabrá garantizar una pastoral óptima, cercana a la gente. No hay contradicciones en esto. ¡Es una disciplina! Y los sacerdotes que no están casados pueden vivir en comunidad; para mí, vivir con otros, tanto como sacerdote o como obispo, ha sido una fortaleza. La vida comunitaria es fuente de enriquecimiento, y lo mismo hago hoy como patriarca de Bagdad. Estas dos tipologías diversas, sacerdotes casados y no casados, se complementan entre sí, no están en contradicción. El Evangelio no es una tradición, sino una palabra viva para el hombre de hoy, y por esto, es necesario confrontarse con la actualidad, con fe y con valentía.