Pascua, Iglesias de Jerusalén: preservar el status ‘multi-religioso y multicultural’ de la ciudad
En el mensaje dirigido a los fieles, los Patriarcas y líderes de la ciudad santa recuerdan que se celebra “la familia humana” “a la luz de la vida”. Un lugar que es, también, “faro de esperanza”. Una invitación a la oración por las “regiones en donde reinan la violencia y la angustia”, y por las mujeres y niños “que sufren por la violencia”.
Jerusalén (AsiaNews) - La Pascua es el tiempo en que se celebra “la familia humana” “a la luz de la vida y de la abundancia divinas”. Y la ciudad santa, lugar de la resurrección, es “el faro de la esperanza”. Es lo que escriben los patriarcas y líderes de las Iglesias de Jerusalén, en el mensaje dirigido a los fieles con ocasión de la Pascua, el cual fue enviado a AsiaNews para su conocimiento. Los líderes religiosos recuerdan el rol de “paz y reconciliación” que ha sido confiado a Jerusalén e invitan a rezar por “las regiones en donde reinan la violencia y la angustia”.
Por último, patriarcas y líderes invitan a rezar por “todas las mujeres y niños que sufren por la violencia y la injusticia, en todo el mundo”.
A continuación, el mensaje completo de los responsables de las Iglesias de Tierra Santa:
Los Patriarcas y Cabezas de las Iglesias de Jerusalén los saludamos, deseándoles una feliz Pascua en nombre de Nuestro Señor Resucitado y Salvador Jesucristo. Desde el corazón de Jerusalén y desde el centro del mundo proclamamos nuevamente: Cristo ha resucitado; Realmente ha resucitado, ¡Aleluya! Este saludo pascual nos ha sido entregado por la fe de nuestros padres y de nuestras madres a través de los siglos. “No está aquí. Ha resucitado...”, este ha sido el anuncio del ángel que se apareció a las mujeres en el sepulcro, y que ha proclamado que no es la muerte la que tiene la última palabra, sino el Dios de la vida.
Jesús dijo: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. (Juan 10, 10). Nosotros, como creyentes, somos llamados a caminar en la vida de Jesús resucitado; vida en abundancia, no en penurias. A través de su vida, muerte y resurrección, Jesús ha suscitado una nueva creación y ha restaurado todas las cosas, incluida la imagen de Dios en los seres humanos. La fiesta de la resurrección nos recuerda que la dignidad humana debe ser respetada y honrada.
Los seres humanos son creados a imagen de Dios y por tanto, son iguales delante de Dios. La Pascua es el tiempo en el que la familia humana es celebrada a la luz de la vida y la abundancia divinas. Jerusalén, la ciudad de la resurrección, es el faro de la esperanza y de la vida. La tumba vacía nos recuerda constantemente los acontecimientos que tuvieron lugar en la ciudad santa y en sus alrededores. Jesús ha venido a ofrecer una vida abundante en la cual el pecado y la muerte son derrotados. La ciudad de la vida es también la ciudad de la paz y de la reconciliación. Por tanto, el estatus multi-religioso y multicultural de Jerusalén debe ser mantenido, de modo que todos los credos abramíticos puedan encontrar en ella solo una ciudad de paz y de tranquilidad. Seguiremos rezando por una paz justa y duradera en Jerusalén y en todo el mundo.
Rogamos firmemente por todas las regiones en donde reina la violencia y la angustia, perpetradas especialmente contra personas inocentes y lugares de culto. En nuestras oraciones recordamos también a todas las mujeres y niños que sufren por la violencia y la injusticia en todo el mundo. Invitamos a todos a respetar la dignidad de cada persona humana y a caminar juntos hacia la integridad y la plenitud de la vida.
Invitamos a todos nuestros seguidores cristianos en el mundo entero, y a nuestro pueblo fiel en Tierra santa y en el Oriente Medio en particular, a extraer fuerzas de las celebraciones pascuales. Que todos podamos ser testigos de la resurrección a través de la promoción de los valores de Nuestro Señor resucitado, que es el Camino, la Verdad y la Vida, a través de una participación activa en la vida de la Iglesia y de la sociedad en general.
Cristo ha resucitado; realmente ha resucitado, ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
La misiva lleva la firma de:
Patriarca Teófilo III, Patriarcado greco-ortodoxo
Patriarca Norhan Manougian, Patriarcado de la Iglesia apostólica armenia ortodoxa
Mons. Pierbattista Pizzaballa, Administrador Apostólico del Patriarcado latino
Padre Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa
Mons. Anba Antonius, Patriarcado copto ortodoxo de Jerusalén
Mons. Gabriel Daho, Patriarcado sirio ortodoxo
Mons. Aba Embakob, Patriarcado etíope ortodoxo
Mons. Yaser AL-Ayash, Patriarcado melquita
Mons. Mosa El-Hage, Exarcado Maronita
Mons. Souheil Dawani, Iglesia Episcopal de Jerusalén y del Oriente Medio
Obispo Ibrahim Sani Azar, Iglesia Evangélica Luterana de Jordania y Tierra Santa
Mons. Pierre Malki, Exarcado sirio católico
Reverendo Krikor-Okosdinos Coussa, Exarcado armenio católico
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