Papa: vencer la cultura de la indiferencia y construir una verdadera cultura del encuentro
“No solamente ver: mirar. No solamente oír: escuchar. No sólo cruzarse con alguien: detenerse. No sólo decir ‘qué pena, pobre gente’, sino dejarse inundar por la compasión. Y luego acercarse, tocar y decir, en el lenguaje que a cada uno le surge en ese momento, en el lenguaje del corazón: ‘No llores’, y “dar al menos una gota de vida”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Vencer la cultura de la indiferencia y construir una verdadera cultura del encuentro “fecundo”, “que restituya a cada persona su dignidad de hijo de Dios”. Es la invitación que hace el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, al comentar el pasaje del Evangelio (Lucas 7,11-17) que “nos anuncia: un encuentro; un encuentro entre un hombre y una mujer, entre un hijo único vivo y un hijo único muerto; entre una multitud feliz, porque había encontrado a Jesús y lo seguía, y un grupo de gente, que, llorando, acompañaba a aquella mujer, que salía de una puerta de la ciudad; un encuentro entre esta puerta de salida y la puerta de entrada. El redil. Un encuentro que nos hace reflexionar sobre el modo que tenemos de encontrarnos”.
La Palabra de Dios, evidenció el Papa, hoy nos hace reflexionar sobre un encuentro. A menudo las personas “se cruzan, pero no se encuentran”. Cada uno “piensa en sí mismo, ve, pero no mira, oye, pero no escucha”. En el Evangelio, en cambio, leemos que el Señor “fue inundado por una gran compasión”. Esta compasión no es lo mismo que hacemos nosotros cuando vamos por la calle, por ejemplo, y vemos una cosa triste: ‘¡Qué pena!’” Jesús no sigue adelante y se va a otro parte, sino que es tomado por la compasión. Se acerca a la mujer, va realmente a su encuentro, y luego hace el milagro. Allí vemos no solamente la ternura, sino incluso “la fecundidad de un encuentro”. “Todo encuentro –subrayó- es fecundo. Todo encuentro restituye a las personas y a las cosas a su lugar”.
“Nosotros estaos acostumbrados a una cultura de la indiferencia y tenemos que trabajar y pedir la gracia de generar una cultura del encuentro, de este encuentro fecundo, de este encuentro que restituya a cada persona su dignidad de hijo de Dios, la dignidad de viviente. Nosotros estamos habituados a esta indiferencia, cuando vemos las calamidades de este mundo o las pequeñas cosas: ‘Pero, qué pena, pobre gente, cómo sufren’, y a seguir adelante. El encuentro. Y si yo no miro –no es suficiente con ver, no: mirar –si yo no me detengo, si yo no miro, si yo no toco, si yo no hablo, no puedo tener un encuentro y no puedo ayudar a generar una cultura del encuentro”.
En el pasaje del Evangelio, la gente “es presa del temor y glorificaba a Dios, porque habían tenido un encuentro entre Dios y su pueblo”. “A mí –dijo el Papa- me gusta ver, también aquí, el encuentro que Jesús tiene con su esposa todos los días”, con la Iglesia, que aguarda su venida. “Éste es el mensaje de hoy; el encuentro de Jesús con su pueblo”, todos estamos “necesitados de la Palabra de Jesús”. “En la mesa familiar, cuántas veces se come, se mira la TV o se escriben mensajes en el celular. Cada uno está indiferente ante ese encuentro. Incluso en el núcleo de la sociedad, que es la familia, no hay encuentro. Que esto nos ayude a trabajar por esta cultura del encuentro, de una manera tan simple como hizo Jesús. No sólo ver: mirar. No sólo oír: escuchar. No sólo cruzarse: detenerse. No sólo decir ‘qué pena, pobre gente’, sino dejarse inundar por la compasión. Y luego acercarse, tocar, y decir en el lenguaje que a cada uno le viene en ese momento, en el lenguaje del corazón: ‘No llores’, y dar al menos una gota de vida”.
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