Papa: superar las herencias del pasado para aproximarse a la unidad de los cristianos
Al concluirse la 53ra Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, Francisco invita a “no dedicarse exclusivamente a nuestras comunidades, sino a abrirnos al bien de todos, a la mirada universal de Dios, que se ha encarnado para abrazar a todo el género humano, y ha muerto y resucitado por la salvación de todos”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Superar “las herencias del pasado”, para acoger los dones que brindan todas las confesiones, nos acercará al objetivo de esa unidad plena de los cristianos que tan “ardientemente desea Dios”, y también lo hará el hecho de promover la hospitalidad entre los hermanos en la fe y hacia aquellos que pasan necesidades. La hospitalidad brindada a San Pablo por los habitantes de Malta cuando él se salvó del naufragio en su viaje hacia Roma es el texto preparado precisamente por los cristianos de Malta y Gozo para esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Y también fue el texto que dio pie al Papa Francisco para su reflexión en la celebración de las Segundas Visperas de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, que dieron por concluida esta 53ra Semana .
Un rito que tradicionalmente se celebra en la Basílica de San Pablo Extramuros, y en el cual también participan exponentes de otras confesiones cristianas. Así, hoy estuvieron presentes, entre otros, el metropolitano Gennadios, representante del Patriarcado ecuménico, y Ian Ernest, representante personal en Roma del Arzobispo de Canterbury, a quien Francisco dio las gracias.
El episodio del naufragio en Malta y de la hospitalidad brindada a los náufragos, en palabras de Francisco, “también habla de nuestro viaje ecuménico, que se encamina hacia aquella unidad que Dios desea ardientemente. En primer lugar, nos dice que los que son débiles y vulnerables, los que tienen poco que ofrecer materialmente pero fundan en Dios su riqueza, puede brindar mensajes preciosos, para el bien de todos. Pensemos en las comunidades cristianas: incluso en aquellas más pequeñas y menos relevantes a los ojos del mundo, si experimentan [la presencia] del Espíritu Santo, si viven el amor a Dios y al prójimo, tienen un mensaje que ofrecer a toda la familia cristiana.
Pensemos en las comunidades cristianas marginadas y perseguidas. Al igual que en el relato del naufragio de Pablo, muchas veces son los más débiles los que traen el mensaje de salvación más importante. Porque a Dios le agrada que sea así: salvarnos, no con la fuerza del mundo, sino con la debilidad de la cruz (cfr 1 Cor 1,20-25). Como discípulos de Jesús, por tanto, debemos estar atentos a no dejarnos atraer por las lógicas mundanas, sino disponernos a la escucha de los pequeños y de los pobres, ya que Dios ama enviar sus mensajes por medio de ellos, que son los que más se parecen a su Hijo hecho hombre”.
“El relato de los Hechos nos recuerda un segundo aspecto: la prioridad de Dios es la salvación de todos. Como dice el ángel a San Pablo: ‘Dios ha querido conservarte todos los compañeros de navegación’. Es el punto sobre el cual insiste Pablo. Nosotros también necesitamos repetírnoslo: es nuestro deber cumplir el deseo prioritario de Dios, quien, como escribe el mismo Pablo, «quiere que todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4). Es una invitación a no dedicarnos exclusivamente a nuestras comunidades, sino a abrirnos al bien de todos, a la mirada universal de Dios, que se ha encarnado para abrazar a todo el género humano, y ha muerto y resucitado por la salvación de todos. Si, con su gracia, asimilamos su visión, podremos superar nuestras divisiones”. “En la medida en que miremos más allá de los intereses de parte y superemos las herencias del pasado en el deseo de avanzar hacia un puerto común, se volverá más espontáneo reconocer, acoger y compartir estos dones”.
“Y eso nos lleva a un tercer aspecto, que ha sido el centro de esta Semana de oración: la hospitalidad. San Lucas, en el último capítulo de los Hechos de los Apóstoles, dice refiriéndose a los habitantes de Malta: «Nos trataron con gentileza», o bien: «con una rara humanidad» (v. 2)”.
“De esta Semana de oración, queremos aprender a ser más hospitalarios, ante todo entre nosotros, los cristianos, y también con los hermanos de distintas confesiones. La hospitalidad pertenece a la tradición de las comunidades y de las familias cristianas. Nuestros abuelos nos han enseñado, con el ejemplo, que en la mesa de un hogar cristiano siempre hay un plato de comida para el amigo que está de paso o para el necesitado que toca a la puerta. Y en los monasterios, el huésped es tratado con el mayor respeto. ¡No perdamos, sino más bien revivamos estas costumbres, que tienen el sabor del Evangelio!”. (FP)
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