01/11/2014, 00.00
VATICANO
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Papa: sólo el camino de las Bienaventuranzas nos salvará de la devastación de lo Creado, de la moral, de la historia, de la familia, de todo.

Durante la misa celebrada en el cementerio del Verano, Francisco comenta tres "imágenes" de un pasaje del Apocalipsis: "La primera la devastación, la segunda las víctimas; la tercera, Dios". "Que el Señor nos ayude y nos dé la gracia de esta esperanza, peor también el coraje de salir de todo aquello que es destrucción, devastación, relativismo de vida, exclusión de los otros, exclusión de los valores, exclusión de todo aquello que el señor nos dio: exclusión de paz".

Roma (AsiaNews)- Sólo el camino  de las Bienaventuranzas, "nos salvará de las devastaciones de la tierra, de lo Creado, de la moral, de la historia, de la familia, de todo". Porque nos hará abandonar la actitud por la cual el hombre cree en Dios y lo ha llevado a descartarlo" no sólo a las personas, sino también a los pueblos. Cementerio monumental del Verano, en Roma, donde el Papa celebra la misa por los difuntos y  en la homilía comenta hablando libremente, la primera lectura del Apocalipsis, en la cual el ángel ordena destruir.

"A mí- dice el Papa- me vino a la mente esta frase que "está en el corazón de todos nosotros: "los hombres somos capaces de hacerlo, mejor que ustedes". Somos capaces de devastar la tierra mejor que los ángeles. Y esto lo estamos haciendo, hacemos lo que queremos: devastar lo creado, devastar la vida, devastar las culturas, devastar los valores, devastar la esperanza. Y cuánta necesidad tenemos de la fuerza del Señor para que nos selle con su amor y con su fuerza para frenar esta loca destrucción". "Destrucción de aquello que Él nos ha dado, de las cosas más bellas que Él nos ha dado para nosotros, para que nosotros lo llevásemos adelante, los hiciéramos crecer, darlo a todos... Cuando en la sacristía miraba las fotografías de hace 71 años atrás, durante el bombardeo del barrio de S. Lorenzo, (ndr), pensé: "esto fue tan grave, tan doloroso". Eso es nada en comparación con aquello que sucede hoy". El hombre se apropia de todo, se cree Dios, se cree el Rey. Y las guerras, las guerras que continúan, no precisamente para sembrar semillas de vida. Para destruir. Es la industria de la destrucción. Es un sistema, también que cuando las cosas no se pueden arreglar, se descartan: se descartan a los niños, se descartan a los ancianos, se descartan a los jóvenes sin trabajo... Esta devastación que hizo y creo la cultura del descarte. Se descartan a los pueblos".

El Papa comenta luego una segunda imagen, de la misma primera lectura del Apocalipsis: "esta multitud inmensa, que ninguno podía contar, de cada nación, tribu, pueblo y lengua... Los pueblos, la gente... Ahora comienza el frío: estos pobres, que deben huir para salvar sus vidas, de sus casas, de sus pueblos, de sus villorrios, en el desierto... y viven en carpas, sin medicamentos, con frío, hambrientos ... Porque el dios hombre se posesionó de lo Creado, de todo lo bello que Dios hizo para nosotros. Pero, ¿quién paga la fiesta? ¡Ellos! Lo pequeños, los pobres, que de personas pasaron a ser descarto. Y esto no es una historia vieja: sucede hoy. Pero, Padre, está  lejos...  ¡No, está aquí! Sucede en todos lados. Diré más, parece que esta gente, estos niños hambreados, enfermos, parece que no cuenten, que sean de otra especie, ¡que no sean humanos! Y esta multitud está delante de Dios y pide: Por favor, ¡Sálvennos! ¡Por favor que haya paz! ¡Por favor que haya pan! ¡Por favor que haya trabajo! ¡Por favor, hijos y abuelos! ¡Por favor, jóvenes con dignidad de poder trabajar!".

Entre ellos están también los "vestidos de blanco". "Son aquellos que vienen de la gran tribulación y que tienen sus ropas que se hicieron cándidas por la sangre del Cordero".

Y hoy, sin exagerar, hoy en el día de todos los Santos, querría que nosotros pensásemos en todos éstos, los santos desconocidos. Pecadores como nosotros, peor que nosotros, pero destruidos. A toda esta gente que viene de la gran tribulación: la mayor parte del mundo está en la tribulación. Y el Señor santifica a este pueblo, pecador como nosotros, pero lo santifica con la tribulación".

La tercera imagen es "Dios". La primera es la devastación, la segunda: las víctimas; la tercera, Dios. Dios: "Nosotros desde ahora somos hijos de Dios", hemos escuchado en la segunda Lectura. "Pero lo que seremos no ha sido aún revelado. Sabemos que cuando Él se haya manifestado nosotros seremos similares a Él, porque lo veremos tal cuál es", o sea: la esperanza. Y esta es la bendición del Señor que aún tenemos. La esperanza. La esperanza de que tenga piedad de su pueblo, que tenga piedad de éstos que están en la gran tribulación. También que tenga piedad de los destructores y que se conviertan. Es así, la santidad de la Iglesia va adelante: con esta gente, con nosotros que veremos a Dios así como Él es. ¿Y cuál debería ser nuestra actitud', lo escuchamos en el Evangelio: es la actitud de las Bienaventuranzas. Sólo este camino nos llevará al encuentro con Dios. Solamente aquel camino nos salvará de la destrucción, de la devastación de la tierra, de lo creado, de la moral, de la historia, de la familia, de todo. Sólo aquel camino: pero nos hará pasar cosas feas, ¿Eh? Nos traerá problemas. Persecuciones. Pero sólo este camino nos salvará y nos llevará adelante. Y así, este pueblo que tanto sufre hoy por el egoísmo de los devastadores, de nuestros hermanos devastadores, este pueblo va adelante con las Bienaventuranzas, con la esperanza de encontrar a Dios, de encontrarse cara a cara con el Señor, con la esperanza de convertirse en santos, en aquel momento definitivo del encuentro definitivo con Él".

El Señor- concluye el Papa- nos ayude y nos dé la gracia de esta esperanza, pero también la gracia del coraje de salir de todo aquello que es destrucción, devastación, relativismo de la vida, exclusión de los otros, exclusión de los valores, exclusión de todo aquello que el Señor nos dio: exclusión de la paz. Nos libre se esto, y nos dé la gracia de caminar con la esperanza de encontrarnos un día a cuatro ojos con Él. Y esta esperanza, hermanos y hermanas, no desilusiona".

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