Papa: rezar con valentía e ‘invasión’, porque se está llamando a la puerta de un amigo

“Se ruega con valentía, porque cuando rezamos tenemos normalmente una necesidad, algo que pedir. Un amigo es Dios: es un amigo rico que tiene pan, tiene aquello que necesitamos. Como si Jesús dijese: ‘En la oración sean invasores. No se cansen’. Pero, ¿no se cansen de qué? De pedir. ‘Pidan y les será dado’”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Rezar con valentía y con “invasión”, sin vergüenza, porque “yo estoy llamando a la puerta de mi amigo”. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa S. Marta, partiendo del pasaje del Evangelio (Lc 11,5-13) en el cual Jesús narra sobre un hombre que, a medianoche, llama a la puerta de su amigo para pedirle algo para comer. Y el amigo le responde que no es el momento oportuno, que ya está acostado, pero luego se levanta y le da lo que le pide.

Francisco subrayó tres elementos en esta parábola: un hombre en la necesidad, un amigo, un poco de pan. Es una visita sorpresiva la del amigo que necesita y el suyo es un pedido insistente porque tiene confianza en el amigo que tiene lo que él necesita. Reza con “invasión” y de este modo, evidenció Francisco, el Señor nos quiere enseñar cómo se reza. “Se reza con valentía, porque cuando rezamos algo normalmente necesitamos, algo que pedir. Dios es un amigo: es un amigo rico que tiene pan, tiene aquello que nosotros necesitamos. Es como si Jesús dijese: ‘En la plegaria sean invasores. Nunca se cansen’. Pero, ¿no se cansen de qué? De pedir. ‘Pidan y les será dado’”.

Pero “la oración no es como la barita mágica”, no es que apenas pedimos, obtenemos. No se trata de decir dos “Padre Nuestro” y luego irse. “La oración es un trabajo: un trabajo que exige voluntad, nos pide constancia, ser invasor. Pensemos en santa Mónica por ejemplo, cuántos años rezó así, aún con las lágrimas, por la conversión de su hijo. El Señor al final abrió la puerta”.

Y Francisco trajo otro ejemplo, narrando un hecho del cual él está seguro, sucedido en Buenos Aires: un hombre, un obrero, tenía una hija que se estaba muriendo, los médicos no le habían dado ninguna esperanza y él recorrió 70 Km para ir hasta el Santuario de la Virgen de Luján. Llegó que era noche y el santuario estaba cerrado, pero él rezó afuera toda la noche, implorando a la Virgen: “¡Yo quiero a mi hija!, ¡Yo quiero a mi hija!. ¡Tú puedes dármela!”. Y cuando a la mañana volvió al hospital encontró a su esposa que le dijo: “sabes, los médicos la llevaron a hacer otro examen, no se explican por qué se despertó y pidió algo para comer y no tiene nada, está fuera de peligro”. Aquel hombre, concluyó Francisco, sabía cómo se reza.

A tal propósito, el Papa trajo el ejemplo de los niños caprichosos cuando quieren algo y gritan y lloran diciendo: “Yo quiero!, ¡Yo quiero!”. Y al final los padres ceden. Alguien se puede preguntar: ¿Pero, Dios no se enfadará si lo hago así? Es Jesús mismo, la respuesta de Francisco, que previendo esto nos dijo: “Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más vuestro padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que lo pidan”. “Es un amigo. nos da siempre lo bueno. Da de más. yo te pido que resuelvas este problema y Él ,lo resuelve y además te da el Espíritu Santo. Más aún. Pensemos un ´poco: ¿cómo rezo? ¿Cómo un loro? ¿Rezo realmente con la necesidad en el corazón? ¿Lucho con Dios en la oración para que me dé aquello que necesito, si es justo? Aprendamos de este pasaje del Evangelio cómo rezar”.