Papa: recuperar el sagrado respeto por la tierra, que también es casa de Dios

En la 50ma Jornada Mundial de la Tierra, Francisco exhorta a la comunidad internacional a velar por la casa común y por los más débiles. “Será necesario que nuestros hijos sigan saliendo a las calles para enseñarnos lo que es obvio, es decir, que no hay futuro para nosotros si destruimos el medio ambiente que nos sostiene”. “Tal como nos lo demuestra la trágica pandemia de coronavirus, solo podemos vencer los desafíos globales estando unidos y haciéndonos cargo de los más frágiles”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La comunidad internacional debe recuperar el sentimiento de sagrado respeto por la tierra, nuestra casa común, y por todos los miembros de la familia humana, especialmente por los más débiles. En la 50ma Jornada Mundial de la Tierra, el Papa Francisco dedicó la audiencia general de hoy a preoconizar el amor y el respeto por la tierra, destacando la relevancia de los “importantísimos” encuentros del COP15, sobre Biodiversidad, en Kunming (China) y del COP26, sobre Cambio climático, en Glasgow (Reino Unido).

La 50ma Jornada Mundial de la Tierra, dijo Francisco, “es una oportunidad para renovar nuestro compromiso y amar nuestra casa común, velando por ella y por los miembros más débiles de nuestra familia. Tal como nos lo demuestra la trágica pandemia de coronavirus, solo podemos vencer los desafíos globales estando unidos y haciéndonos cargo de los más frágiles. La Encíclica Laudato si’ tiene precisamente este subtítulo: ‘sobre el cuidado de nuestra casa común’”.

“Estamos hechos de materia terrestre”, pero “también llevamos en nosotros el soplo vital que viene de Dios (cfr Gen 2,4-7). Por tanto, vivimos en la casa común como una sola familia humana, y en la biodiversidad, con las demás creaturas de Dios. Como imago Dei, imagen de Dios, se nos llama a velar por todas las creaturas, a respetarlas, y a alimentar el amor y la compasión por nuestros hermanos y hermanas, especialmente por los más débiles, imitando el amor que Dios tiene por nosotros, manifestado en su Hijo Jesús. Él se hizo hombre para compartir con nosotros esta situación, y salvarnos”.

“A causa del egoísmo, hemos decaído en nuestra responsabilidad de ser custodios y administradores de la tierra”. “La hemos contaminado y depredado, poniendo en peligro nuestra vida. Debido a ello, se han formado varios movimientos internacionales y locales para despertar las conciencias. Aprecio sinceramente estas iniciativas, y será necesario que nuestros hijos sigan saliendo a las calles para enseñarnos lo que es obvio, es decir, que no hay futuro para nosotros si destruimos el medio ambiente que nos sostiene. Hemos fallado en lo que hace a custodiar la tierra, nuestro huerto, y a nuestros hermanos. Hemos pecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y en definitiva, contra el Creador, el Padre bueno que provee a cada uno y quiere que vivamos unidos en comunión y en prosperidad. Cómo reacciona la tierra, hay un refrán español que dice: Dios perdona siempre; el hombre, a veces; la Tierra, jamás”.

“¿Cómo podemos recuperar una relación armoniosa con la tierra y con el resto de la humanidad? Necesitamos adquirir una mirada nueva sobre nuestra casa común. Tenemos que entenderlo: ella no es un depósito de recursos para ser explotados. Para nosotros, los creyentes, el mundo natural es el “Evangelio de la Creación”, que expresa el poder creador de Dios al plasmar la vida humana y hacer que exista el mundo, y todo lo que contiene, para sostener la humanidad. El relato bíblico de la creación termina así: «Dios vio todo lo que había hecho y vio que era muy bueno» (Gen 1,31)”. Cuando vemos estas tragedias naturales, son las respuestas de la tierra”.

“Al celebrar hoy la Jornada Mundial de la Tierra, se nos llama a recuperar el sentimiento de sagrado respeto por la tierra, ya que ella no es solamente nuestra casa, sino también casa de Dios. ¡A partir de ello, brota en nosotros la conciencia de estar sobre un suelo sagrado!”

“Queridos hermanos y hermanas, «despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios ha puesto en nosotros» (Exhort. ap. postsin. Querida Amazonia, 56). La profecía de la contemplación es algo que aprendemos, sobre todo, de los pueblos originarios, que nos enseñan que no podemos cuidar de la tierra si no la amamos y respetamos. Ellos tienen esa sabiduría del buen vivir, no en el sentido de pasarla bien, sino de estar en armonía con la Tierra. Al mismo tiempo, dado que somos una sola familia, interdependiente, necesitamos un plan común para evitar las amenazas contra nuestra casa común. «La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común» (LS, 164)”.

“Somos conscientes de la importancia de colaborar como comunidad internacional, para la protección de nuestra casa común. Exhorto a cuantos tienen autoridad, a guiar el proceso que conducirá a dos importantes Conferencias internacionales: la COP15 sobre Biodiversidad, en Kunming (China), y la COP26 sobre Cambios climáticos, en Glasgow (Reino Unido). Estos dos encuentros son importantísimos. Quisiera alentar a organizar iniciativas concertadas a nivel nacional y local. Es bueno converger juntos desde todas las condiciones sociales, y también dar vida a un movimiento popular ‘desde abajo’. La misma Jornada Mundia de la Tierra, que celebramos hoy, nació precisamente así. Cada uno de nosotros puede dar su pequeña contribución: «No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente» (LS, 212)”.