28/01/2017, 14.33
VATICANO
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Papa: que la vida consagrada no caiga en la mundanidad, y ofrezca la “frescura” del Evangelio

“Preocupan mucho” las estadísticas, que muestran una “hemorragia” de consagrados. En un mundo dominado por la cultura de lo provisorio y por el dinero, se olvida “la belleza de la vida simple y austera”. Evangelizar la cultura del éxito a cualquier costo. Rehuir de la mundanidad y mantener la “fuerza de la misión”.  

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En un mundo dominado por la cultura de los provisorio y por el dinero, los consagrados deben rehuir de la “lógica de la mundanidad” y conservar “la frescura y la novedad de la centralidad de Jesús”, que ha de proponerse también a los jóvenes. Fue lo que evidenció hoy el Papa Francisco, en la audiencia que concedió a los participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica.

Francisco subrayó que los consagrados deben mantener “la fidelidad puesta a prueba”. El papa evidenció que las estadísticas muestran una “hemorragia” que “debilita la vida consagrada y la vida misma de la Iglesia”. Estos abandonos “nos preocupan mucho” y se nos pregunta qué ha ocurrido. Ante todo, sostuvo, hay factores que “condicionan la fidelidad” en lo que precisamente conforma un “cambio de época”. “Vivimos inmersos en la llamada cultura del fragmento, de lo provisorio, que puede conducir a vivir 'à la carte' y a ser esclavos de las modas. Esta cultura induce la necesidad de tener siempre abiertas 'puertas laterales' tendientes a otras posibilidades, alienta el consumismo y olvida la belleza de la vida simple y austera, muchas veces provocando un gran vacío existencial. Se ha difundido también un fuerte relativismo práctico, según el cual todo es juzgado en función de una auto-realización, que muchas veces resulta ajena a los valores del Evangelio”.

“Vivimos en una sociedad donde las reglas económicas sustituyen a las morales –siguió diciendo- dictan leyes e imponen sus propios sistemas de referencia en detrimento de los valores de la vida”. Una sociedad “donde la dictadura del dinero y del beneficio propugna una visión de la existencia por la cual quien no rinde, es descartado”. En esta situación, “queda claro que uno primero debe dejarse evangelizar, para luego comprometerse en la evangelización”.

Francisco entonces dirigió su pensamiento “al mundo juvenil, un mundo complejo, y al mismo tiempo rico y desafiante”. “Hay jóvenes maravillosos, y ellos no son pocos. Pero también entre los jóvenes hay muchas víctimas de la lógica de la mundanidad, que se puede sintetizar de esta manera: búsqueda del éxito a cualquier precio, del dinero fácil y del placer fácil. Esta lógica también seduce a muchos jóvenes. Nuestro compromiso no puede ser otro que estar junto a ellos, para contagiarlos de la alegría del Evangelio y de la pertenencia a Cristo. Esta cultura ha de ser evangelizada, si queremos que los jóvenes no sucumban”.

El Papa luego señaló un tercer factor negativo que, sin embargo, proviene “de adentro de la vida consagrada, donde junto a tanta santidad” no faltan, sin embargo, “situaciones de contra-testimonio que tornan difícil la fidelidad”. Entre ellas, “la rutina, el cansancio, la peso de la gestión de las estructuras, las divisiones internas, la búsqueda de poder”, “los trepadores”, “una manera mundana de gobernar los institutos, un servicio de la autoridad que a veces se convierte en autoritarismo y otras veces en un laissez faire”.

Pero “si la vida consagrada quiere mantener su misión profética y su fascinación, y seguir siendo una escuela de fidelidad para quienes están cerca y para quienes están lejos (cfr Ef 2,17), debe mantener la frescura y la novedad de la centralidad de Jesús, el atractivo de la espiritualidad y la fuerza de la misión, mostrar la belleza del seguimiento de Cristo e irradiar esperanza y alegría”. “Cuando la esperanza languidece, no hay alegría, las cosa se vuelve fea”. Francisco entonces evidenció que es necesario “cuidar de manera particular” la “vida fraterna en comunidad”. Ésta “es alimentada por la oración comunitaria”, por la “participación activa en los sacramentos”, “por la misericordia hacia el hermano o la hermana que peca, por el hecho de compartir responsabilidades”. Todo esto debe ser “acompañado por un elocuente y alegre testimonio de vida simple junto a los pobres, y por una misión que privilegie a las periferias existenciales”. Además, se necesita defenderse “de las modas y de la cultura de lo efímero”, prosiguiendo a “caminar firmes en la fe”. “Esto conlleva, a su vez, que nosotros tengamos la mirada fija en el Señor, prestando atención, de modo de caminar siempre según la lógica del Evangelio, y no creer en los criterios de la mundanidad. Tantas veces las grandes infidelidades parten de pequeñas desviaciones o distracciones. También en este caso, es importante hacer nuestra la exhortación de San Pablo: “Ya es hora de despertarnos del sueño’ (Rm 13,11)”.

Por último, el Papa puso el acento en la importancia del acompañamiento. Es necesario, advirtió, que “la vida consagrada invierta en preparar a acompañantes calificados para este ministerio”. Un acompañamiento que “no genere dependencias”, sino que ayude al “discernimiento”. Esto último, concluyó, no se resuelve solamente en “elegir entre el bien y el mal, sino entre el bien y lo que es mejor; entre lo que es bueno, y aquello que conduce a la identificación con Cristo”. 

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