Papa: que continúe la tregua en Gaza, todos pierden con la guerra

Nuevo llamamiento de Francisco a israelíes y palestinos: "Sólo los fabricantes de armas se benefician con la muerte de otros". El texto de la catequesis fue leído por un colaborador de la secretaría de Estado debido a la dificultad del pontífice para hablar por la inflamación pulmonar que padece. "El anuncio cristiano es para hoy. Miremos nuestra época y nuestra cultura como un don, sin juzgarlas de lejos".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Que continúe la tregua en Gaza, para que todos los rehenes sean liberados y se permita el acceso a la ayuda humanitaria necesaria”, volvió a pedir el Papa Francisco esta mañana a israelíes y palestinos al final de la audiencia general que se celebró en el Aula Pablo VI del Vaticano. Estas palabras fueron las únicas que pronunció personalmente el pontífice quien - debido a las consecuencias de una inflamación pulmonar que le obligó a renunciar a su viaje a Dubái para la COP 28 - delegó hoy también la lectura del texto de la catequesis en Monseñor Filippo Ciampanelli, funcionario de la Secretaría de Estado.

“Sigamos rezando por la grave situación en Israel y Palestina – dijo el Papa Francisco -. Paz, por favor, Paz. Hablé por teléfono con la parroquia de allí: no hay agua, no hay pan y la gente está sufriendo. Es la gente sencilla, la gente del pueblo la que sufre. No sufren los que hacen la guerra. Pidamos la paz. Y no olvidemos, cuando hablamos de paz, al querido pueblo ucraniano, que tanto sufre y todavía está en guerra. Hermanos y hermanas - siguió diciendo el Papa - la guerra es siempre una derrota. Todos pierden. No todos: hay un grupo que gana mucho: los fabricantes de armas; estos ganan mucho con la muerte de otros."

La catequesis, continuando el ciclo de reflexiones sobre el celo apostólico en la evangelización, se centró en otro aspecto del anuncio cristiano: es para hoy. “Casi siempre se oye hablar mal del hoy – observó el pontífice -. Sin duda, entre guerras, cambio climático, injusticias planetarias y migraciones, crisis de la familia y de la esperanza, no faltan motivos de preocupación. Incluso podríamos decir que nos encontramos en la primera civilización de la historia que intenta organizar globalmente una sociedad humana sin la presencia de Dios, concentrándose en ciudades enormes que se mantienen horizontales aunque tengan rascacielos vertiginosos".

Se refirió entonces a la historia bíblica de la ciudad de Babel y su torre (ver Gén 11,1-9). “Parece realmente actual este pasaje: hoy también la cohesión, más que la fraternidad y la paz, se basa a menudo en la ambición, en los nacionalismos, en la homologación, en estructuras técnico-económicas que inculcan la convicción de que Dios es insignificante e inútil: no tanto porque se busca algo más para saber, sino sobre todo más poder. Es una tentación que impregna los grandes desafíos de la cultura actual.

Ya en la Evangelii gaudium Francisco exhortaba a "una evangelización que ilumine los nuevos modos de relación con Dios, con los otros y con el espacio, y que suscite los valores fundamentales". Porque - señaló hoy en la audiencia - no tiene sentido "contraponer al hoy visiones alternativas procedentes del pasado. Tampoco basta con simplemente reiterar convicciones religiosas adquiridas que, por verdaderas que sean, se vuelven abstractas con el paso del tiempo. Una verdad no se vuelve más creíble porque se levante la voz al decirla, sino porque se testimonia con la vida".

Esta actitud también nos enseña a mirar “nuestra época y nuestra cultura como un don. Estas son nuestras, y evangelizarlas no significa juzgarlas de lejos, ni tampoco estar en un balcón gritando el nombre de Jesús, sino bajar a la calle, ir a los lugares donde se vive, frecuentar los espacios donde se sufre, se trabaja, se estudia y se reflexiona, habitar los cruces de los caminos donde los seres humanos comparten lo que tiene sentido para sus vidas”. “Hagamos nuestro el deseo de Jesús - concluyó -: ayudar a nuestros compañeros de viaje a no perder el deseo de Dios, para abrirle el corazón y encontrar al único que, hoy y siempre, dona paz y alegría al hombre”.