Papa: que América Latina defienda la diversidad de sus pueblos

En la misa por la fiesta litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, Francisco exhorta a resistir a la “homogeneización que termina por imponer –bajo eslóganes atrayentes- un modo único de pensar, de ser, de sentir, de vivir”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – América Latina es llamada “no sólo a crecer, sino sobre todo a defender valientemente” la riqueza de la diversidad de sus pueblos, de todos aquellos tentativos de “homogeneizar, que terminan por imponer –bajo eslóganes atrayentes- un modo único de pensar, de ser, de sentir, de vivir”. El Papa Francisco se dirigió de esta manera a América Latina, en la celebración que llevó a cabo en la basílica de San Pedro, en la fiesta litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe.

Francisco parte del canto de María, el “Magníficat”, y el “Benedictus” de Zacarías: “Quisiera subrayar estos dos aspectos. Isabel, la mujer bajo el signo de la esterilidad y bajo el signo de la fecundidad”. “Isabel la mujer estéril, con todo lo que esto implicaba para la mentalidad religiosa de su época, que consideraba la esterilidad como un castigo divino fruto del propio pecado o del esposo. Un signo de vergüenza llevado en la propia carne, ya sea por considerarse culpable de un pecado que no cometió, o por sentirse poca cosa al no estar a la altura de lo que se esperaba de ella”. Una esterilidad “que se vuelve profunda y que termina paralizándote para toda la vida”, y que la persona puede sentir, por la vergüenza de sentirse pequeña.

Una sensación que los obispos latinoamericanos ven “en nuestras comunidades indígenas y afroamericanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad y en paridad de condiciones; o en muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; en los jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; en muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; en los niños que son víctimas de la prostitución infantil”.

Pero junto a Isabel, la estéril, también “contemplamos a Isabel la mujer fecunda-asombrada. Es ella la primera en reconocer y bendecir a María. Es ella la que en la vejez experimentó en su propia vida, en su carne, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. La que no podía tener hijos llevó en su seno al precursor de la salvación. En ella, entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición”.

“En medio de esta dialéctica de fecundidad–esterilidad miremos la riqueza y la diversidad cultural de nuestros pueblos de América Latina y del Caribe, ella es signo de la gran riqueza que somos invitados no sólo a cultivar sino, especialmente en nuestro tiempo, a defender valientemente de todo intento de homogeneizar”. “En definitiva, nuestra fecundidad nos exige defender a nuestros pueblos de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos”.