Papa: no se puede ser cristiano sin “el estupor de la alegría”

“Cuando en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, en nuestras instituciones encontramos gente que se dice cristiana y quiere ser cristiana pero es triste, allí sucede algo que no va. Y debemos ayudarlos a encontrar a Jesús, a quitarles esa tristeza, para que pueda alegrarse del Evangelio, pueda tener la alegría que es propia del Evangelio”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “El carnet de identidad del cristiano es la alegría, la alegría del Evangelio, la alegría de haber sido elegidos por Jesús, salvados por Jesús, regenerados por Jesús. Lo dijo el Papa Francisco en la misa matutina celebrada en la casa santa Marta, partiendo de la Primer carta de S. Pedro, subrayando también que si estamos afligidos por las pruebas, no se nos quitará nunca la alegría “de lo que Dios ha hecho por nosotros”, “no ha regenerado en Cristo y nos ha dado la esperanza”.

Nosotros, afirmó, “podemos ir” hacia “aquella esperanza”, que “los primeros cristianos pintaban como un ancla en el cielo”. Nosotros, dijo aún, “tomamos la cuerda y vamos hacia allí”, hacia “aquella esperanza” que nos dona la alegría. “Un cristiano es un hombre y una mujer de alegría en el corazón. ¡No existe un cristiano sin alegría! “Pero, padre, ¡yo vi tantos!- “¡No son cristianos!” Dicen serlo, ¡Pero no los son! Les falta algo”. El carnet de identidad del cristiano es la alegría, la alegría del Evangelio, la alegría de haber sido elegidos por Jesús, salvados por Jesús, regenerados por Jesús; la alegría de aquella esperanza que Jesús nos espera, la alegría que-también en las cruces y en los sufrimientos de esta vida-se expresa en otro modo, que es la paz en la seguridad que Jesús nos acompaña, está con nosotros”. “El cristiano hace crecer esta alegría con la confianza en Dios. Dios se recuerda siempre de su alianza”. Y a su vez, “el cristiano sabe que Dios lo recuerda, que Dios lo ama, que Dios lo acompaña, que Dios los espera. Y esta es la alegría”.

En el Evangelio de hoy, que narra el encuentro entre Jesús y el joven rico, se ve a un hombre que no fue capaz de abrir el corazón y eligió la tristeza”, “porque poseía muchos bienes”. “¡Estaba apegado a sus bienes!”. Jesús nos había dicho que no se puede servir a dos patrones: o sirves al Señor o sirves a las riquezas. Las riquezas no son malas en sí mismas: pero servir a las riquezas es aquella mala. El pobrecito se fue muy triste… “Él se puso obscuro en rostro y se fue entristecido”. Cuando en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, en nuestras instituciones encontramos gente que se dice cristiana y quiere ser cristiana pero es triste, allí sucede algo que no va. Y tenemos que ayudarla a encontrar a Jesús, a quitarse esa tristeza, para que pueda gozar del Evangelio, pueda tener esta alegría que es propia del Evangelio”.

El Papa luego se detuvo en la “alegría y el estupor”. “El estupor bueno-dijo-delante de la revelación, delante del amor de Dios, delante de la emoción del Espíritu Santo”. El cristiano “es un hombre y una mujer del estupor”. Una palabra que vuelve hoy al final: “cuando Jesús explica a los Apóstoles que aquel muchacho tan bueno no logró seguirlo, porque estaba apegado a sus riquezas”. ¿Quién se puede salvar, se preguntan entonces los Apóstoles? A ellos les responde el Señor. “¡Imposible para los hombres, pero no para Dios!”. Por lo tanto, la alegría cristiana, “el estupor de la alegría, el ser salvados del vivir apegados a otras cosas, a las mundanidades-las tantas mundanidades que nos separan de Jesús-solamente se puede con la fuerza de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo”.

“Pidamos hoy al Señor que no dé el estupor delante de Él. Delante de tantas riquezas espirituales que nos ha dado; y con este estupor no dé la alegría, con la alegría de nuestra vida y de vivir en paz en el corazón las tantas dificultades; y nos proteja del buscar la felicidad en tantas cosas que al final nos entristecen; prometen tanto, ¡pero no nos darán nada! Recuérdense bien: un cristiano es un hombre y una mujer de alegría, de alegría en el Señor; un hombre y una mujer de estupor”.