Papa: la tecnología depara un gran poder, así como también riesgos para el hombre y las naciones pobres
“Los ciudadanos, y, quizás, incluso aquellos que los representan y los gobiernan”, pueden no advertir por entero la seriedad de los retos que se presentan. Cuando “el entramado entre poder tecnológico y poder económico se hace más estrecho, entonces los intereses políticos pueden condicionar los estilos de vida y las orientación social en la dirección del provecho de ciertos grupos industriales y comerciales”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El poder enorme y creciente que las tecnologías ponen en manos del hombre conlleva un doble riesgo: que los ciudadanos y quizás los gobernantes no adviertan por entero la seriedad de los retos que se presentan y que el entramado con el poder económico condicione las orientaciones sociales y dañe a los países pobres.
Es la advertencia expresada hoy por el Papa Francisco en el saludo que dirigiera a los miembros del Comité italiano para la bioseguridad, las biotecnologías y las ciencias de la vida, que fueron recibidos en ocasión del 25to aniversario de la institución de su Comité.
En su discurso, el Papa recordó que en el libro del Génesis, Dios encomendó al hombre la tarea de “cultivar” y custodiar” lo creado. “La tarea de ustedes –subrayó- no es solamente la de promover el desarrollo armónico e integrado de la investigación científica y tecnológica que abarca los procesos biológicos de la vida vegetal, animal y humana; a ustedes también se les pide prever y prevenir las consecuencias negativas, que pueden provocar un uso distorsionado de los conocimientos y de las capacidades de manipulación de la vida”.
“El científico, al igual que el tecnólogo, es llamado a ‘saber’ y a ‘hacer saber’, cada vez con mayor precisión y creatividad en el campo de su competencia, y al mismo tiempo, a tomar decisiones responsables, sobre los pasos a cumplir y sobre aquellos ante los cuales detenerse y embocar un camino distinto. El principio de responsabilidad es un eje imprescindible en el obrar del hombre, el cual debe responder, por sus propios actos y por las propias omisiones, ante sí, ante los demás y en última instancia, ante Dios. Las tecnologías, incluso más que las ciencias, ponen en las manos del hombre un poder enorme y creciente. El grave riesgo es que los ciudadanos y quizás incluso aquellos que los representan y los gobiernan, no adviertan por entero la seriedad de los retos que se presentan, la complejidad de los problemas a resolver, y el peligro de usar mal el poder que las ciencias y las tecnologías de la vida ponen en nuestras manos (cfr Romano Guardini, El fin de la era moderna, Brescia 1987, pp. 80-81). Cuando luego ocurre que el entramado entre el poder tecnológico y el poder económico se hace más estrecho, entonces los intereses pueden condicionar los estilos de vida y las orientaciones sociales en dirección del provecho de ciertos grupos industriales y comerciales, en perjuicio de las poblaciones o de las naciones más pobres. No es fácil llegar a una composición armónica de las diversas instancias científicas, productivas, éticas, sociales, económicas y políticas, promoviendo un desarrollo sostenible que respete la ‘casa común’. Semejante composición armónica requiere humildad, coraje y apertura para confrontar las distintas posiciones, con la certeza de que el testimonio aportado por los hombre de ciencia orientado a la verdad y al bien común, contribuye a la maduración de la conciencia civil”.
“Concluyendo esta reflexión, permítanme recordar que las ciencias y las tecnologías están hechas para el hombre y para el mundo, y no el hombre y el mundo para las ciencias y las tecnologías. Éstas han de estar al servicio de una vida digna y sana para todos, en el presente y en el futuro, y volver a nuestra casa común más habitable y solidaria, más cuidada y custodiada”.