Papa: la 'escuela de María' nos enseña el verdadero protagonismo
En el día dedicado a la Virgen de Guadalupe, Francisco habla del auténtico protagonismo, “no de la arrogancia o de la humillación de los demás, sino del que no teme la ternura y la caricia, para devolver la dignidad a todo lo que ha caído".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - En la escuela de María aprendemos "el auténtico protagonismo", no el de la arrogancia o de la humillación de los demás, sino el que no teme la ternura y la caricia, para devolver la dignidad a todo lo que ha caído. Aprender de María, la primera maestra del Evangelio, fue el hilo conductor de la homilía del Papa Francisco en la misa celebrada en la Basílica de San Pedro con motivo de la celebración litúrgica de la Santísima Virgen María de Guadalupe.
María camina con ternura y delicadeza de madre. Caminó hasta Tepeyac "para acompañar a Juan Diego -el indio al cual se le apareció - y continúa caminando por el Continente cuando, por medio de una imagen, una vela, un rosario o de un Avemaría, "ingresa a una casa, en una celda de la prisión, en un hospital, en una residencia de ancianos, en una escuela, en una clínica de rehabilitación ". "En la escuela de María aprendemos a caminar por el vecindario y la ciudad, no con los zapatos cómodos de soluciones mágicas, respuestas instantáneas y efectos inmediatos; No en virtud de las fantásticas promesas de un pseudo progreso que, poco a poco, no hace más que usurpar las identidades culturales y familiares y vaciar a nuestros pueblos de ese tejido vital que los sustentó, y esto con el objetivo presuntuoso de establecer un pensamiento único y uniforme".
“En la escuela de María aprendemos a caminar la ciudad y nos nutrimos el corazón con la riqueza multicultural que habita el Continente; cuando somos capaces de escuchar ese corazón recóndito que palpita en nuestros pueblos y que custodia —como un fueguito bajo aparentes cenizas— el sentido de Dios y de su trascendencia, la sacralidad de la vida, el respeto por la creación, los lazos de la solidaridad, la alegría del arte del buen vivir y la capacidad de ser feliz y hacer fiesta sin condiciones (cf. Encuentro con el Comité Directivo del CELAM, Colombia, 7 septiembre 2017).
“En la escuela de María aprendemos el protagonismo que no necesita humillar, maltratar, desprestigiar o burlarse de los demás para sentirse valioso o importante; que no recurre a la violencia física o psicológica para sentirse seguro o protegido. Es el protagonismo que no le tiene miedo a la ternura y a la caricia, y que sabe que su mejor rostro es el servicio. En su escuela aprendemos el auténtico protagonismo, dignificar a todo aquél que está caído y hacerlo con la fuerza omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su promesa de misericordia”.
En María, el Señor “desmiente la tentación de dar el protagonismo a la fuerza de la intimidación y del poder, al grito del más fuerte o del hacerse valer en base a la mentira y a la manipulación”. Con María, el Señor custodia a los creyentes para que no se les endurezca el corazón y puedan conocer constantemente la solidaridad”.
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