Papa: estar delante del pesebre nos recuerda que Dios “descendió hacia nosotros”, en humildad y mansedumbre

Allí “se contempla la misericordia divina”, porque nos recuerda que dios “descendió hacia nosotros para permanecer establemente con nosotros” y para salvarnos vino no con la fuerza, pero “en toda simplicidad, humildad, mansedumbre”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El Papa Francisco invita a “estar delante del pesebre”, donde “se contempla la misericordia divina”, porque nos recuerda que Dios “descendió hacia nosotros para permanecer establemente con nosotros” y para salvarnos vino no con la fuerza, sino “en toda simplicidad, humildad, mansedumbre”. La invitación de Francisco vino en las palabras de agradecimiento dirigidas a las delegaciones del Trentino y por las municipalidades bávaras de Hirschau, Schnaittenbach y Freudenberg por el regalo del pesebre y del árbol de Navidad colocado en la plaza de san Pedro.

Un particular saludo el Papa dirigió a los “pequeños artistas” que decoraron el árbol y quiso congratularse con ellos: “¡Sois todavía muy jóvenes, pero ya exponéis vuestras obras en la plaza de san Pedro!”.

“Los adornos que, gracias a la obra de la Fundación Lene Thun habéis predispuesto- prosiguió- representan vuestros sueños”. “Estos deseos que llevan en el corazón están ahora en el lugar adapto, porque están cerca del Niño de Belén: están confiados a Él, que vino para “habitar en medio de nosotros” (Jn 1,14). Jesús, de hecho, no simplemente apareció en la tierra, no nos ha dedicado sólo un poco de su tiempo, sino que vino para compartir nuestra vida y acoger nuestros deseos. Porque ha querido y quiere es más, vivir aquí, junto a nosotros y para nosotros. Ama a nuestro mundo, que en Navidad se convirtió en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios por su gran misericordia descendió hacia nosotros para permanecer establemente con nosotros”.

“El pesebre no dice además que Él no se impone jamás por la fuerza. Para salvarnos, no cambió la historia realizando un milagro grandioso. En vez, vino con toda simplicidad, humildad, mansedumbre. Dios no ama las imponentes revoluciones de los potentes de la historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. En cambio se hace pequeño, se hace niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su bondad humilde; para movilizar, con su pobreza a cuántos se preocupan en acumular tesoros en este mundo. Estas eran también las intenciones de san Francisco, cuando inventó el pesebre. Él dicen las Fuentes Franciscanas-deseaba “hacer memoria de aquel Niño que nació en Belén”, para poder “de alguna manera entrever con los ojos del cuerpo las dificultades en la cual se encontró por la falta de las cosas necesarias para un neonato”. De hecho, en aquella escena, “se honra la simplicidad, se exalta la simplicidad, se exalta la pobreza, se alaba a la humildad” (468-469). Os invito entonces a detenerse delante del pesebre, porque allí la ternura de Dios nos habla.

Allí se contempla la misericordia divina, que se hizo carne humana y puede enternecer nuestras miradas. Pero, sobre todo, desea movilizar nuestros corazones. Es bello que esté presente en este pesebre una figura, que enseguida aferra el misterio de la Navidad. Es aquel personaje que hace una obra de bien, inclinándose para dar ayuda a un anciano. Él no solamente mira a Dios, sino que también lo imita, porque como Dios se inclina con misericordia hacia quien tiene necesidad. Estos regalos vuestros, que esta noche serán iluminados, puedan atraer tantas miradas y sobre todo recibir en la vida la luz verdadera de la Navidad. ¡Os agradezco! Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.