Papa: en la Amazonia, una Iglesia 'indígena', pero sin sacerdotes casados o mujeres diáconos
Se publica la Exhortación Apostólica post-sinodal "Querida Amazonia". Una Iglesia al lado de los oprimidos, a menudo indígenas, que respeta sus tradiciones culturales, cuida del medio ambiente y de las personas al mismo tiempo, propone un desarrollo sostenible y se esfuerza por ofrecer a Jesús en un territorio inmenso y variado, dando también a los laicos, incluidas las mujeres, más espacio dentro de la comunidad.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Una Iglesia al lado de los oprimidos, a menudo indígenas, que respeta sus tradiciones culturales, cuida del medio ambiente y de las personas, propone un desarrollo sostenible y se esfuerza por ofrecer a Jesús en un territorio inmenso y variado, dando también a los laicos, incluidas las mujeres, más espacio dentro de las comunidades. Pero dejando a los sacerdotes lo que es exclusivo del Orden sagrado: la celebración de la Eucaristía, la absolución de los pecados y también la Unción de los enfermos.
Esta es la Exhortación Apostólica post-sinodal, "Querida Amazonia" hecha pública hoy. Un largo documento - 28 páginas en la edición original, en español - en la cual el Papa Francisco habla de sus "sueños" para la Amazonia: sociales, culturales y eclesiales, que consisten en "desarrollar una Iglesia con rostro amazónico". Es el capítulo en el cual el Sínodo, por mayoría, hipotetizó la ordenación sacerdotal para los diáconos permanentes, incluso si están casados. Una hipótesis que Francisco no hace suya -aunque afirma que no tiene intención de sustituir o repetir el Documento final del Sínodo- aunque espera un mayor papel de los laicos, hombres y mujeres, y recordando (en la nota 136) que el Derecho Canónico prevé la posibilidad de confiar a un no sacerdote "el cuidado pastoral de una parroquia".
"La amada Amazona se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio". Estas son las primeras palabras del documento articulado sobre los "cuatro grandes sueños" de Francisco: que la Amazonia "luche por los derechos de los más pobres", "que defienda la riqueza cultural", “que guarde celosamente la irresistible belleza natural" y que tenga comunidades cristianas "capaces de comprometerse y encarnarse".
En el corazón del pensamiento de Francisco en este documento está el concepto de ecología integral. Así, en el primer capítulo, dedicado al "sueño social", se afirma que "un verdadero enfoque ecológico" es también un "enfoque social", "para escuchar tanto el grito de la tierra como el de los pobres". Se denuncia el colonialismo, "viejo y nuevo", de quienes "expandieron y expanden —legal e ilegalmente— la extracción de madera y la minería, y que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas, ribereños y afrodescendiente". Y junto al aprecio por el "buen vivir" de los indígenas, hay una advertencia contra el "conservacionismo" que sólo se preocupa por el medio ambiente, mientras que un "misticismo amazónico" presenta a la Amazonia "como un enorme vacío que debe ocuparse, como una riqueza en bruto que debe desarrollarse, como una inmensidad salvaje que debe ser domesticada. Todo esto con una mirada que no reconoce los derechos de los pueblos originarios o sencillamente los ignora como si no existieran o como si esas tierras que ellos habitan no les pertenecieran".
Frente a todo esto necesitamos "redes de solidaridad y desarrollo" que exigen el compromiso de todos, incluidos los políticos.
El "sueño cultural" de Francisco exige respeto por una tierra que no debe ser "culturalmente colonizada". Dirigiéndose a los jóvenes en particular, el documento pide "hacerse cargo de las raíces". En cuanto a los factores de debilidad cultural, observó, " Las culturas urbanas de occidente también los tienen. Factores como el consumismo, el individualismo, la discriminación, la desigualdad, y tantos otros, componen aspectos frágiles de las culturas supuestamente más evolucionadas. Las etnias que desarrollaron un tesoro cultural estando enlazadas con la naturaleza, con fuerte sentido comunitario, advierten con facilidad nuestras sombras, que nosotros no reconocemos en medio del pretendido progreso. Por consiguiente, recoger su experiencia de la vida nos hará bien."
Por lo tanto, en cualquier proyecto para el Amazonas, "es necesario tomar la perspectiva de los derechos de los pueblos". Estos "difícilmente podrán permanecer ilesos" si el entorno en el que nacieron y se desarrollaron "se deteriora".
Y estamos en el sueño ecológico, una ecología que combina el cuidado del medio ambiente y el cuidado de las personas, especialmente los pobres. Necesitamos un proyecto de desarrollo sostenible. "El equilibrio planetario - recuerda Francesco - también depende de la salud de la Amazonia". Por esta razón "el grito de la Amazonia llega a todos, porque "el aspecto de la conquista y la explotación de los recursos [...] amenaza hoy la misma capacidad de acogida del medioambiente: el ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como “casa”.” "Los intereses de unas pocas empresas poderosas no deben ponerse por encima del bien de la Amazonia y de toda la humanidad".
El objetivo del desarrollo sostenible exige que los habitantes estén informados en todo momento de los proyectos que les afectan y exige la creación de "un sistema de regulación" con "límites inviolables".
Una ecología integral, finalmente, " no se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con decisiones políticas, jurídicas y sociales. La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos. Lamentablemente muchos habitantes de la Amazonia han adquirido costumbres propias de las grandes ciudades, donde el consumismo y la cultura del descarte ya están muy arraigados. No habrá una ecología sana y sustentable, capaz de transformar algo, si no cambian las personas, si no se las estimula a optar por otro estilo de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos ansioso, más fraterno".
El sueño eclesial, finalmente, es desarrollar una Iglesia con un "rostro amazónico".
Habiendo dicho que no se habla de ordenación para los hombres casados, parece que no hay lugar ni siquiera para las mujeres diáconos, lo que también se discutió en el Sínodo. El documento pide más espacio para las mujeres, recuerda que "en la Amazonia algunas comunidades se han mantenido sólo gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas", pero no deben ser "clericalizadas", porque disminuiría el gran valor de lo que ya han dado y "causaría un empobrecimiento de su indispensable contribución".
El sueño eclesial se centra en un "gran anuncio misionero", "indispensable en el Amazonas". Los pueblos de la Amazonia, de hecho, tienen "derecho a la proclamación del Evangelio", de lo contrario "toda estructura eclesial se convertirá" en una ONG. A este respecto, el documento contiene la exhortación a "todos los obispos, especialmente los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a quienes muestran una vocación misionera a elegir la Amazonia". "Es sorprendente que en algunos países de la cuenca del Amazonas haya más misioneros para Europa o los Estados Unidos que para ayudar a sus propios Vicariatos de la Amazonia".
En la evangelización de la Amazonia, por lo tanto, hay que tener en cuenta los valores presentes en las comunidades originales. Una inculturación que también concierne a la liturgia. El capítulo termina con el tema de la "coexistencia ecuménica e interreligiosa". El Papa invita a los creyentes a "encontrar espacios para dialogar y actuar juntos por el bien común". "¿Cómo no luchar juntos? - pregunta Francisco: "¿Cómo no rezar juntos y trabajar codo con codo para defender a los pobres de la Amazonia?". (FP)
10/10/2019 14:10