Papa: en esta pandemia, María está cerca de las personas que mueren solas

Es la mujer del sí, madre y discípula de Jesús, pero no corredentora. Una oración por las víctimas del terrorismo en Níger. Un pensamiento por los inundados en Australia. "Como y más que cualquier buena madre, María nos defiende de los peligros, se preocupa por nosotros, incluso cuando nos enredamos en nuestras cosas y perdemos el sentido de la orientación, y ponemos en peligro no sólo nuestra salud, sino también nuestra salvación."

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La oración con María -mujer del sí, madre y discípula de Jesús, pero no corredentora- fue el tema que abordó el Papa Francisco en la audiencia general de hoy, que tuvo lugar en la biblioteca del Palacio Apostólico. María que "estuvo y está presente en los días de la pandemia, cerca de las personas que desgraciadamente han terminado su camino terrenal en una condición de aislamiento, sin el consuelo de la cercanía de sus seres queridos. María siempre está ahí, con su ternura maternal".

La meditación de Francisco comenzó con la consideración de que "la vía maestra de la oración cristiana es la humanidad de Jesús. En efecto, la confianza típica de la oración cristiana no tendría sentido si el Verbo no se hubiera encarnado, dándonos así la relación filial con el Padre, en el Espíritu". Jesús, añadió, "es el Mediador, el puente que cruzamos para dirigirnos al Padre (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2674). Él es el único redentor, no hay corredentores, él es el único mediador".

"Es a partir de la sola mediación de Cristo -reiteró-, que cobran sentido y valor las demás referencias que un cristiano encuentra para su oración y devoción, en primer lugar la Virgen María. Ella ocupa un lugar privilegiado en la vida y, por tanto, también en la oración de los cristianos, porque es la Madre de Jesús. Las Iglesias orientales la han representado a menudo como la Odigitria, la que 'muestra el camino', es decir, al Hijo, Jesucristo".

"En la iconografía cristiana su presencia está en todas partes, incluso se la destaca especialmente, pero siempre en relación con el Hijo y en función de Él. Sus manos, sus ojos, su actitud son un "catecismo" vivo y siempre indican el principio, el centro: Jesús. María está totalmente volcada hacia Él (cf. CIC, 2674), hasta el punto de que podemos decir que es más discípula que madre, es la primera discípula."

"Este es el rol que María ocupó durante toda su vida terrenal y que conserva para siempre: ser la humilde esclava del Señor. Nada más. En cierto momento, en los Evangelios, casi parece desaparecer; pero vuelve en momentos cruciales, como en Caná, cuando el Hijo, gracias a su intervención solícita, dio el primer "signo" (cf. Jn 2,1-12), y luego en el Gólgota, al pie de la cruz. Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia cuando le confió al discípulo amado, poco antes de su muerte en la Cruz. A partir de ese momento, todos fuimos colocados bajo su manto, como se ve en ciertos frescos o pinturas medievales". "Como madre, no como diosa, no como corredentora".

"Y así comenzamos a rezarle con ciertas expresiones dirigidas a ella, que se encuentran en los Evangelios: 'llena de gracia', 'bendita entre todas las mujeres' (cf. CIC, 2676 y ss.). El título "Theotokos", "Madre de Dios", sancionado por el Concilio de Éfeso, pronto se añadiría a la oración del Ave María. Y, de forma similar a lo que ocurre en el Padre Nuestro, después de la alabanza añadimos la súplica: pedimos a la Madre que rece por nosotros, pecadores, para que interceda con su ternura, "ahora y en la hora de nuestra muerte". Ahora, en las situaciones concretas de la vida, y en el momento final, para que nos acompañe en el paso a la vida eterna. María está siempre presente en la cabecera de sus hijos que dejan este mundo. Si alguien se encuentra solo y abandonado, ella está cerca, como estuvo cerca de su Hijo cuando todos lo habían abandonado".

"Las oraciones dirigidas a ella no son en vano. La Mujer del "sí", que aceptó de buen grado la invitación del Ángel, también responde a nuestras súplicas, escucha nuestras voces, incluso las que permanecen cerradas en el corazón, esas que no tienen fuerza para salir pero que Dios conoce mejor que nosotros. Como y más que cualquier buena madre, María nos defiende de los peligros, se preocupa por nosotros, incluso cuando nos enredamos en nuestras cosas y perdemos el sentido de la orientación, y ponemos en peligro no sólo nuestra salud sino nuestra salvación. María está ahí, rezando por nosotros, rezando por los que no rezan. Porque ella es nuestra Madre".

Antes de concluir el encuentro, Francisco dirigió su pensamiento a Níger y Australia. En primer lugar, se refirió a los "recientes atentados terroristas en Níger, que provocaron la muerte de 137 personas". "Rezamos por las víctimas, sus familias y toda la población”, dijo, “para que la violencia sufrida no nos haga perder la fe en el camino de la democracia, la justicia y la paz".

Luego, el pontífice se refirió a "las grandes inundaciones" ocurridas en el Estado de Nueva Gales del Sur, en Australia: "Estoy cerca de las personas y familias afectadas por esta calamidad, especialmente de las que han visto sus casas destruidas. Aliento a las personas que están abocadas a la búsqueda de desaparecidos y a las tareas de socorro". Por último, en el Día Mundial de la Lucha contra la Tuberculosis, que se celebra hoy, el Papa expresó su deseo de que se "pueda favorecer un impulso renovado en el tratamiento de esta enfermedad y una mayor solidaridad hacia quienes la padecen".