Papa: el perdón de los pecados “es un misterio” y el primer paso es la vergüenza
El perdón recibido de Dios, la “maravilla que ha hecho de nuestro corazón” debe poder “entrar en la conciencia”. “Pidamos la gracia de la vergüenza delante de Dios. ¡Esta es una gran gracia! Avergonzarse de los pecados propios y así recibir el perdón, y la gracia de la generosidad de darlo a los demás, porque si el Señor me perdonó tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?”
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El perdón “es un misterio”, una gran “obra de misericordia de Dios”, necesaria para volvernos capaces, a la vez, de perdonar y para la cual se requiere la oración y “la gracia” de la vergüenza por los pecados cometidos. Lo dijo el Papa Francisco en la Misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta al tomar como punto de partida la vergüenza del “pueblo de Dios” triste y humillado por sus culpas, como relata en la Primera Lectura el profeta Daniel, y la falta de vergüenza del siervo, en el pasaje evangélico del día de hoy (Mt 18, 21-35): si bien fue perdonado por su amo a pesar de sus muchas deudas, luego es incapaz de perdonar a sus deudores.
El perdón es un “misterio difícil de entender”, en el cual nos hace entrar Cristo. Pero el confesionario “no es una tintorería”. El “primer paso” es la “vergüenza” por los pecados propios, una “gracia” que no podemos “obtener por nosotros mismos”. “Si yo pregunto: ‘¿Todos ustedes son pecadores?’ – ‘Sí, padre, todos’ –‘¿Y para obtener el perdón de los pecados?’- ‘Nos confesamos’ – ‘¿Y cómo vas a confesarte?’- ‘Bueno, yo voy, digo mis pecados, el padre me perdona, me dice que rece tres Ave María y luego vuelvo en paz’. ¡Tú no has entendido! Tú sólo has ido al confesionario a hacer una operación bancaria y a hacer una práctica de oficio. No has ido allí avergonzado por lo que hiciste. Has visto algunas manchas en tu conciencia y te has equivocado al creer que el confesionario es una tintorería para remover las manchas. Has sido incapaz de avergonzarte de tus pecados”.
El perdón que se recibe de Dios, “la maravilla que ha hecho en nuestro corazón” debe “poder entrar en nuestra conciencia”, de otro modo, “sales, te encuentras con un amigo o con una amiga, y comienzas a hablar mal de otro, y continúas pecando”. “Solamente puedo perdonar si me siento perdonado”. “Si tú no tienes conciencia de ser perdonado, jamás podrás perdonar, jamás. Siempre está esa actitud de querer saldar las cuentas con los demás. El perdón es total. Pero sólo puede darse cuando yo siento mi pecado, me avergüenzo, tengo vergüenza y pido el perdón a Dios, y me siento perdonado por el Padre, y entonces así puedo perdonar. Si no, no se puede perdonar, somos incapaces de ello. Por eso, el perdón es un misterio”.
El siervo, que es el protagonista del Evangelio, siguió diciendo el Papa, tiene la sensación de que se ha sacado de encima un problema, de que ha sido “listo”, y, por el contrario, no ha entendido “la generosidad de su amo”. Cuántas veces sentimos esto mismo al salir del confesionario, sentimos que nos hemos sacado de encima un problema, y esto no es recibir el perdón, sino “la hipocresía de robar el perdón, un perdón fingido”. “Pidamos hoy al Señor la gracia de entender este ‘setenta veces siete’. Pidamos la gracia de la vergüenza delante de Dios. ¡Es una gran gracia! Avergonzarse de los pecados propios y así, recibir el perdón, y la gracia de la generosidad de darlo a los demás, porque si el Señor me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?”.
