02/04/2014, 00.00
VATICANO
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Papa: el matrimonio "va adelante" con las "tres palabras mágicas", la oración y la paz si alguna vez se discute

Un sacramento que "nos conduce al corazón del diseño de Dios, que es un diseño de alianza, de comunión". Nunca debe faltar en la casa las palabras "permiso para no se ser intrusivo en la vida", "gracias" por lo que has hecho por mí y "lo siento", "como todos cometemos errores esa palabra un poco difícil, pero hay que decirlo". El aniversario de la muerte de Juan Pablo II, que "a imitación de Cristo ha sido para el mundo un predicador incansable de la Palabra de Dios, la verdad y el bien".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Con las "tres palabras mágicas: permiso, gracias, y perdón", con la oración de la esposa por el esposo y del esposo por la esposa y hacer siempre la paz antes del final del día si se ha discutido "el matrimonio seguirá adelante". Es la "receta " con la que el papa Francisco concluyó su catequesis de la audiencia general, dedicada al matrimonio, el último de los sacramentos, a los que dedicó los discursos de los encuentros semanales.

Lo han escuchado 60 mil personas, entre las que, como de costumbre, el Papa ha paseado largamente pasando con el jeep blanco, del que descendió para saludar de cerca de un grupo de niños que agitaban pompones rosados ​​.

El matrimonio, por lo tanto, en las palabras del Papa "nos conduce al corazón del diseño de Dios, que es un diseño de alianza, de comunión. Al principio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, que corona el relato de la creación, se dice: "Dios creó al hombre a su imagen: hombre y mujer los creó... por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne". "Imagen de Dios es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer. Los dos. No sólo el hombre, no sólo la mujer, sino los dos. Esta es la imagen de Dios, el amor y la alianza de Dios en nosotros está allí, representados en la alianza entre el hombre y la mujer y esto es bello. ¡Es muy bello! Somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva".

"Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por así decir, se "refleja" en ellos, les imprime sus propias características y el carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es comunión del amor de Dios con nosotros, ¡es muy bello! También Dios, de hecho, es comunión: las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es justamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos Esposos una sola existencia, la Biblia dice una "única carne", así de íntima es la unión del hombre y de la mujer y es precisamente este el misterio del matrimonio.  

El amor de Dios que se refleja en el matrimonio, en la pareja que decide libremente y unidos y por eso el hombre deja la casa de sus padres y se va a vivir con su mujer y se une tan fuertemente a ella que se convierte en una sola carne, no son dos, son uno".

Recordando que san Pablo, en la Carta a los Efesios, " destaca que en los esposos cristianos se refleja el misterio que el Apóstol define como "grande", es decir la relación instaurada por Cristo con la Iglesia, una relación exquisitamente nupcial", el Papa explicó que " Esto significa que el matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración. Es una consagración.  El hombre y la mujer son consagrados por su amor. Los esposos, de hecho, en fuerza del sacramento, son investidos de una verdadera y propia misión, para que puedan hacer visible a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia y continúa dando la vida por ella, en la fidelidad y en el servicio".

"El verdadero vínculo es siempre con el Señor. Cuando la familia reza, el vínculo se mantiene. Cuando el esposo reza por la esposa y la esposa reza por el esposo ese vínculo se hace fuerte. Uno reza con el otro. Es verdad que en la vida matrimonial hay tantas dificultades, ¿tantas no? Que el trabajo, que el sueldo no alcanza, los chicos tienen problemas, tantas dificultades. Y tantas veces el marido y la mujer se ponen un poco nerviosos y pelean entre ellos, ¿o no? Pelean, ¿eh? ¡Siempre! Siempre es así: ¡siempre se pelea, eh, en el matrimonio! Pero también, algunas veces, vuelan los platos ¿eh? Ustedes se ríen, ¿eh? Pero es la verdad. Pero no nos tenemos que entristecer por esto. La condición humana es así. El secreto es que el amor es más fuerte que el momento en el que se pelea. Y por esto yo aconsejo a los esposos siempre que no terminen el día en el que han peleado sin hacer las paces. ¡Siempre! Y para hacer las paces no es necesario llamar a las Naciones Unidas para que vengan a casa a hacer las paces. Es suficiente un pequeño gesto, una caricia: ¡Chau y hasta mañana! Y mañana se empieza de nuevo. Esta es la vida, llevarla adelante así, llevarla adelante con el coraje de querer vivirla juntos. Y esto es grande, es bello ¿eh?. Es una cosa bellísima la vida matrimonial y tenemos que custodiarla siempre, custodiar a los hijos. Algunas veces yo he dicho aquí que una cosa que ayuda tanto en la vida matrimonial son tres palabras. No sé si ustedes recuerdan las tres palabras. Tres palabras que se deben decir siempre, tres palabras que tienen que estar en casa: "permiso, gracias, disculpa". Las tres palabras mágicas, ¿eh? Permiso, para no ser invasivo en la vida de los conyugues. "Permiso, pero, ¿qué te parece, eh?" Permiso, me permito ¿eh? ¡Gracias! Agradecer al conyugue: "pero gracias por aquello que hiciste por mí, gracias por esto". La belleza de dar las gracias. Y como todos nosotros nos equivocamos, aquella otra palabra que es difícil de decir, pero que es necesario decirla: perdona, por favor, ¿eh? ¡Disculpa! ¿Cómo era? Permiso, gracias y disculpa. Repitámoslo juntos. Permiso, gracias y disculpa. Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa y de la esposa por el esposo y con hacer las paces siempre, antes de que termine el día, el matrimonio irá adelante. Las tres palabras mágicas, la oración y hacer las paces siempre."

Francisco, por último, en el saludo a los polacos recordó hoy el aniversario de la muerte de Juan Pablo II quien "a imitación de Cristo fue para el mundo un predicador incansable de la Palabra de Dios, la verdad y el bien. Lo hizo bien, incluso con su sufrimiento. Este ha sido el magisterio de su vida a la que el Pueblo de Dios ha respondido con gran amor y estima".

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