20/09/2018, 15.46
VATICANO
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Papa: el diablo es fuerte con los hipócritas, que no tienen misericordia y se escandalizan

 “La Iglesia, cuando camina en la historia, es perseguida por los hipócritas: los hipócritas de adentro, los hipócritas de afuera. El diablo no tiene nada que hacer con los pecadores arrepentidos porque ellos miran a Dios y le dicen: ‘Señor, soy un pecador, ayúdame’. Y el diablo es impotente” ante esto. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El diablo es fuerte con los hipócritas, con aquellos que no tienen misericordia y se escandalizan, como los doctores de la ley, que decían: “Ahora todos tiene derecho a entrar en la iglesia, incluso los divorciados, todos”. Fue lo que dijo hoy el Papa Francisco, en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, tomando como punto de partida el pasaje del Evangelio de Lucas (Lc 7, 36-50), en el cual Jesús dice a la “pecadora”, “te son perdonados tus muchos pecados, porque has amado mucho”, y la Primera Carta a los Corintios (1Cor 15, 1-11).

En las lecturas de hoy, Francisco señaló “tres grupos de personas”: Jesús y sus discípulos; Pablo y la mujer, una de aquellas cuyo destino – recuerda – era “ser visitada a escondidas”, incluso por los “fariseos”, o bien “ser lapidada”; y los doctores de la Ley.  

El Papa resaltó hasta qué punto la mujer deja verse “con amor, con tanto amor hacia Jesús”, sin esconder el hecho de “ser pecadora”. Lo mismo vale para Pablo, que afirma: “porque les he  transmitido, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados”. Por lo tanto, los dos buscaban a Dios “con amor, pero amor a medias”. Pablo, porque “pensaba que el amor era una ley y tenía el corazón cerrado a la revelación de Jesucristo: perseguía a los cristianos, pero por el celo de la ley, por este amor inmaduro”. Y la mujer buscaba el amor, el “pequeño amor”. Y ante los comentarios de los fariseos, Jesús replica: “’A ella se le ha perdonado mucho porque ha amado mucho’. ‘Pero, ¿cómo amar? Si éstas no saben amar’. Buscan el amor. Y Jesús, hablando de ellas, dice – una vez dijo - que estarán delante de nosotros, en el Reino de los Cielos. ‘Pero, mira qué escándalo…’ –dicen los fariseos- ‘¡esta gente!’. Jesús mira el pequeño gesto de amor, el pequeño gesto de buena voluntad, y lo toma y lo lleva adelante. Esta es la misericordia de Jesús: siempre perdona, siempre recibe”.

En lo que respecta a los “doctores de la Ley”, Francisco resalta que “tienen una actitud que solamente los hipócritas tienen con frecuencia: se escandalizan”. Y Dicen: “Pero, ¡mira qué escándalo! ¡No se puede vivir así! Hemos perdido los valores... Ahora todos tienen derechos a entrar a la iglesia, hasta los divorciados, todos. Pero, ¿dónde estamos?’ El escándalo de los hipócritas. Este es el  diálogo entre el amor grande de Jesús, que perdona todo, el amor ‘a medias’ de Pablo y de esta señora, y también el nuestro, que es un amor incompleto, porque ninguno de nosotros es un santo canonizado. Digamos la verdad. Y la hipocresía: la hipocresía de los ‘justos’, de los ‘puros’, de aquellos que se creen salvados por sus propios méritos externos”.  

Jesús reconoce hasta qué punto estas personas muestran por fuera “todo bello” –habla de “sepulcros blanqueados”- pero por dentro están “putrefactos” y corrompidos. “Y la Iglesia, cuando camina en la historia, es perseguida por los hipócritas: los hipócritas de adentro y de afuera. El diablo no tiene nada que hacer con los pecadores arrepentidos, porque ellos miran a Dios y dicen: ‘Señor, soy un pecador, ¡ayúdame!’. Y el diablo es impotente ante ellos, pero se hace fuerte con los hipócritas. Es fuerte, y los usa para destruir, destruir a la gente, destruir la sociedad, destruir a la Iglesia. El caballito de batalla del diablo es la hipocresía, porque él es mentiroso: se hace ver como un príncipe poderoso, bellísimo, y por dentro es un asesino”.

Por tanto, Francisco exhortó a no olvidar que Jesús perdona, recibe, tiene misericordia, una “palabra tantas veces olvidada cuando hablamos mal de los demás. Coloquemos a Jesus en el centro”. De hecho, Cristo perdona tanto a Pablo “pecador, perseguidor, pero con un amor a medias”, como a la mujer “pecadora, también ella con un amor incompleto”. Sólo así pueden hallar “al verdadero amor”, que es Jesús, mientras que los hipócritas “son incapaces de encontrar el amor, porque tienen el corazón cerrado”. 

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